“He aguantado y resistido cada ataque
con la condición de seguridad de que mi
actuación al frente del sindicato ha sido transparente y honesta”.
Napoleón Gómez Urrutia
Yo no sé realmente si Napoleón Gómez Urrutia, el líder minero que ha sido tomado como estandarte por un grupo importante de sindicatos que afirman defender la autonomía sindical, es realmente transparente y honesto. Podemos tener nuestras opiniones o prejuicios, pero muy poca gente lo sabe en verdad. La razón es que en nuestro país las cuentas de los sindicatos están ocultas tras el mayor de los sigilos. Sólo los líderes las conocen realmente. Los trabajadores, que son supuestamente los dueños de los sindicatos, tienen tan poco conocimiento de ellas como los ciudadanos comunes y corrientes o la Secretaría de Hacienda.
Recordemos el caso del Pemexgate. Bastante irritante fue el hecho de que un monto de más de mil millones de pesos fue entregado de manera cuando menos irregular por Pemex, una empresa de la que se dice somos accionistas todos los mexicanos, al Sindicato Petrolero en el año 2000. Más lo fue saber que cuando menos 500 millones de pesos de ese dinero se desviaron al PRI. Peor fue enterarnos de que 50 millones de dólares terminaron en una cuenta personal en Nueva York controlada por el secretario general y el tesorero del sindicato. Pero lo realmente lamentable fue darnos cuenta de que ninguna autoridad fuera del IFE -que sí pudo sancionar al PRI- tuvo la posibilidad de hacer algo al respecto. La sacrosanta autonomía sindical, que no es otra cosa que una carta blanca para que los líderes puedan hacer lo que quieran con el dinero de los trabajadores, impidió cualquier tipo de acción ante lo que claramente era un desvío de fondos sindicales.
En el caso de Gómez Urrutia, éste afirma que manejó con honestidad y transparencia los 55 millones de dólares entregados por el Grupo Minero México al sindicato y que han motivado el intento de un grupo de trabajadores de destituirlo como líder del sindicato. La única manera de saber realmente si ese dinero fue repartido entre los trabajadores que tenían derecho a él es hacer una auditoría detallada e independiente. Ésta tendría que ir mucho más allá de la simple publicación de una tabla con los supuestos desembolsos, como hizo Gómez Urrutia, o de la explicación que su esposa era rica desde antes y por eso él ha logrado adquirir tantos bienes materiales. Se requiere un estudio detallado que identifique a quienes recibieron el dinero y en qué montos. Ante la posibilidad de hacer esta auditoría, en principio el problema debería poder resolverse por vías legales y transparentes.
Quizá esto mismo sea lo que asusta a tantos sindicatos que han decidido apoyar a Gómez Urrutia bajo el lema de defender la “autonomía sindical”. El control que los líderes mantienen sobre los sindicatos, y la fortuna personal que muchos de ellos han logrado acumular, se han sustentado siempre en la falta de democracia interna y en la posibilidad de hacer lo que han querido con el dinero de los trabajadores. En el momento en que se les obligue a tener elecciones realmente democráticas, y a abrir sus cuentas y hacerlas del conocimiento de los trabajadores y de la sociedad en general, se acabaría buena parte del poder y del enriquecimiento de los líderes sindicales. Sin embargo, en lugar de buscar una solución “honesta y transparente”, que demuestre que no malversó dinero de los trabajadores, Gómez Urrutia ha hecho huelgas ilegales a empresas que no tienen nada que ver con el pleito interno del sindicato.
Ha utilizado, además, a sus trabajadores como carne de cañón para sostener estas huelgas ilegales y se ha apresurado a aprovechar políticamente a los mártires que han surgido de su movimiento. Sus aliados entre los demás líderes sindicales, incluso aquellos que como Francisco Hernández Juárez cuestionaron originalmente el hecho de que Napito “heredara” el sindicato minero de su padre sin cumplir los requisitos que establecían los estatutos, han bloqueado calles para exigir la destitución del secretario del trabajo. Incluso Elba Esther Gordillo, que hasta ahora siempre había apoyado al presidente Fox, ha lanzado hoy a su sindicato a proteger a Gómez Urrutia. Quizá todos ellos escuchan pasos en el tejado. Me pregunto cuántos sienten realmente la confianza de que han manejado sus sindicatos con honestidad y transparencia. Que no nos sorprenda que haya tantos sindicatos que se han unido al movimiento en apoyo de Gómez Urrutia. Para todos ellos la “autonomía sindical” es una exigencia de vida o muerte. Después de todo, sin el control absoluto sobre la elección de dirigentes y sobre el dinero de los sindicatos, el poder y la fortuna de sus líderes se desvanecerían de inmediato. Y eso es lo último que éstos están dispuestos a aceptar.
NACIONALIZACIÓN
Evo Morales anunció ayer la nacionalización del petróleo y el gas de Bolivia. Pero aun con esta medida se permitirá que continúe la operación de empresas privadas extranjeras, las cuales tendrán que entregar sus hidrocarburos a un monopolio estatal y podrán quedarse sólo con el fruto del 18 por ciento de su producción. A pesar de lo radical de la medida, Bolivia deja mayor margen de operación a las empresas privadas que México.
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