ORO, DGO.- Para evitar que los tarahumaras formen parte del amplio mosaico de pobreza extrema en el Norte del estado, el Sistema Municipal para el Desarrollo Integral de la Familia ofrece cursos de capacitación de manualidades, como costura, cocina, entre otros de transformación de materia prima.
Ante la molestia de algunos comerciantes y habitantes en general sobre la actitud que toman algunos indígenas de ponerse a pedir y hasta exigir dinero en la vía pública y casa por casa, Gabina Sáenz de Carrete, presidenta del DIF, señaló que la solución más viable es el autoempleo.
Señaló que las puertas del DIF están abiertas, no solamente para los indígenas, sino para todo tipo de gente necesitada, poniendo como ejemplo a las personas de la tercera edad y mujeres solteras que acuden a aprender actividades que luego desempeñan como oficios.
Algunos tarahumaras llegan de la Sierra de Durango y Chihuahua en busca de trabajo a los ranchos de la región, principalmente para desempeñarse en las labores agrícolas; no obstante, algunos han visto más fácil pedir limosna que laborar, situación evidente en el primer cuadro de Santa María del Oro.
Es triste observar que incluso los pequeños de tres a cinco años ya caminan extendiendo la mano a la gente para que les den dinero, como en algunas ciudades del vecino estado de Chihuahua, sólo que en menor escala.
Para este tipo de escenas el Ayuntamiento de El Oro no cuenta con muchos recursos; sin embargo, se ofrece la capacitación para actividades que puedan fomentar el autoempleo, de tal manera que en lugar de pedir vendan productos que ellos mismos fabriquen.
La cultura de dicha etnia es extraña, abundó Sáenz de Carrete, ya que en ocasiones que alguien llega a pedir ayuda y se le proporciona algún tipo de alimento lo rechazan, recalcando que lo que quieren es dinero.
?Nosotros sentimos el compromiso de enseñarlos a ayudarse, tratando de evitar que se hagan personas dependientes; incluso, les tratamos de persuadir para que busquen la educación de sus hijos y de esta manera encuentren entradas al desarrollo?, versó.
Empero, más importante que cualquier cosa es el deseo que ellos tengan de llevar una vida de mejor calidad y no solamente emigrar a las ciudades para contribuir al rápido incremento de los cinturones de miseria.
Cambio de costumbres
Son entre 15 y 20 tarahumaras adultos, la mayoría mujeres, quienes se dedican a mendigar en las calles de la ciudad de Santa María del Oro; sin embargo, cada uno es acompañado por no menos de tres niños, que se están asimilando la misma cultura de la dependencia, declaró Gabina Sáenz de Carrete, presidenta del DIF.
Dijo que al emigrar los indígenas a las ciudades y pueblos, necesitan cambiar algunas costumbres y adaptarse al medio; sin embargo, eso es algo que les ha faltado a los tarahumaras.
Comentó que quieren vivir en las ciudades pero a su manera, aunque sin generalizar, pues destacó que hay unos cuantos indígenas que han sido exitosos y hasta dueños de tierras son gracias al trabajo que desempeñan.
