En unas cuantas semanas México y Estados Unidos llegarán a un arreglo para la comercialización del cemento.
Desde hace quince años Estados Unidos impuso un arancel de entre el 40 y el 53 por ciento a las importaciones de cemento mexicano. La excusa era que las cementeras mexicanas ofrecían el cemento a precio de dumping o sea por debajo de su precio de producción.
México recurrió a los páneles de discusión del Tratado de Libre Comercio y de la Organización Mundial de Comercio. Y a pesar que fallaron a su favor, Estados Unidos continuó en su postura. Unos cuantos días después de la sentencia favorable a México, un juez federal americano invalidaba la sentencia y la situación permanecía igual.
El argumento americano se basaba en que los salarios de los trabajadores mexicanos eran sustancialmente inferiores a los de los trabajadores americanos. Esta situación justificaba que el precio mexicano fuera considerado como de dumping.
Ahora los cementeros mexicanos han sido ayudados por los constructores americanos, que han estado solicitando la suspensión de los aranceles. No es que los americanos hayan cambiado de opinión, lo que está sucediendo es que Estados Unidos tiene un déficit importante en la producción de cemento y el cemento mexicano es de excelente calidad y se ofrece a precios muy competitivos.
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Los puertos de carga siguen creciendo. En 2005 movieron más de 258 millones de toneladas, seguida por la carga a granel con 58 millones y 14 millones de carga movida en contenedores. Manzanillo movilizó 800 mil contenedores, Veracruz 540 mil y Altamira 293, mil.
La meta para 2005 era de llegar a un millón novecientos mil contenedores, pero en los primeros once meses del año ya se había manejado un total de un millón 940 mil.
Otra cifra interesante de conocer es la del transporte marítimo de vehículos de exportación y de importación. Para noviembre del año pasado se habían movido 861 mil unidades y en este renglón Veracruz tuvo el primer lugar con 463,500 unidades.
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A pesar del distanciamiento en el plano político que se ha dado entre México y Venezuela, la perspectiva petrolera hacia el futuro es alentadora. Venezuela está estructurando Petroamérica, un mecanismo de colaboración petrolera con los países de América del Sur y Petrocaribe para los países del Caribe.
México está impulsando su integración energética con los países de Centroamérica, Colombia y el Caribe, pero existe la posibilidad de integrar también a Venezuela Bolivia y Perú en el proyecto mesoamericano.
Por el momento, el hecho que Colombia esté participando en el proyecto de integración energética mesoamericana, la ha convertido en un puente clave para la integración con Sudamérica.
El proyecto es de muy largo alcance. Ya se está construyendo un gasoducto que interconectará Perú con Chile, para vincularse luego con las redes ya existentes hacia Argentina, Brasil y Uruguay. Otro gasoducto trinacional Venezuela-Brasil-Argentina y uno más Colombia-Venezuela.
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Por lo pronto, México se ha convertido en un importador neto de gas, aunque tiene una reserva comprobada de 940 mil millones de metros cúbicos, con probabilidad de 140 mil billones de metros cúbicos suplementarios, lo que le garantiza el consumo para más de 25 años. El problema está en que Pemex no tiene los recursos suficientes para explotar es riqueza y mantiene el control de gas y de los proyectos de operación.
Si no se hace algo, en el corto plazo México tendrá que importar gas no sólo de Estados Unidos, sino también de los países de Asia.
