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Belén, centro milenario de paz... y disputas

Desde la caída de Tierra Santa en manos del Imperio Otomano en el siglo XVI, el control de la Basílica de la Natividad y de otros lugares santos a su alrededor ha generado conflictos diplomáticos y hasta guerras entre las grandes potencias mundiales.

Notimex

Belén.- La celebración de la Navidad en Tierra Santa tiene como epicentro la ciudad de Belén, donde los Evangelios sitúan el nacimiento de Jesús y donde se halla la llamada Gruta de la Natividad, visitada cada año por cientos de miles de peregrinos.

?Jesús nació en Belén de Judea, en días del rey Herodes?, dice Mateo en su Evangelio, y añade que los profetas previeron que esa ciudad habría de ser el centro de la salvación. ?De ninguna manera eres la más pequeña entre los gobernadores de Judá; porque de ti saldrá un gobernante que pastoreará a mi pueblo Israel?, afirma.

Lucas indica que el nacimiento se produjo allí porque siendo José de la casta mesiánica del rey David -también nacido en Belén-, debía empadronarse siguiendo las órdenes de los conquistadores romanos, a fin de elaborar el censo fiscal.

Desde entonces, la pequeña Belén ha sido lugar de peregrinaje, primero por los Reyes Magos llegados de Oriente y más adelante, desde el Siglo IV, por los cristianos.

El emperador Constantino (272-337 d.C), legalizador del cristianismo en el Imperio Romano y quien organizó el Primer Concilio de Nicea en 325, fue quien se encargó de buscar las huellas de Jesús en Tierra Santa. Constantino lo hizo más por presiones de su madre, Santa Elena, que por iniciativa propia. Él no sería bautizado sino hasta en su lecho de muerte.

De una forma u otra, su misión fue decisiva para la expansión del cristianismo, en particular porque su apoyo condujo a la construcción de los primeros centros de peregrinaje en Tierra Santa, entre ellos el del Santo Sepulcro y la Basílica de la Natividad.

Constantino mandó construir en el lugar donde se había producido el nacimiento de Jesús una pequeña iglesia para los peregrinos, y décadas después, hacia 400 d.C., San Jerónimo se trasladó a una gruta aledaña para traducir la Biblia al latín.

Su obra es conocida como ?La Vulgata? y es, desde entonces, la versión oficial aceptada por el Vaticano. Los restos de San Jerónimo descansan en la gruta.

SOBREVIVE A REVUELTA

La primera destrucción del centro de peregrinaje levantado por Constantino fue obra de los samaritanos, que en una revuelta contra Roma lo saquearon e incendiaron en el año 529. La iglesia fue restaurada por el emperador Justiniano en 565.

En 614, durante una de las muchas invasiones militares a Tierra Santa, los persas respetaron la iglesia, pues encontraron imágenes de los Reyes Magos vestidos con ropas de su país. En 647, durante la invasión de los musulmanes, la basílica siguió en pie porque los mahometanos lo vieron como el monasterio de la Virgen María y de Jesús, ambos venerados también por ellos.

La Basílica de la Natividad recobraría su exclusivo carácter cristiano durante el periodo de los reinos cruzados de Jerusalén (1099-1187), lapso en el que, además, sirvió para las ceremonias de investidura real. Desde la caída de Tierra Santa en manos del Imperio Otomano en el siglo XVI, el control de la Basílica de la Natividad y de otros lugares santos a su alrededor ha generado conflictos diplomáticos y hasta guerras entre las grandes potencias mundiales.

Dividido el complejo religioso entre las comunidades ortodoxa griega, ortodoxa armenia y católica romana -que aún lo administran-, los derechos, privilegios y posesiones sobre la Natividad están protegidos por el Acuerdo de Statu Quo de los Santos Lugares de 1852.

La Basílica en sí, sobre el lugar del nacimiento, quedó bajo control de los griegos ortodoxos. Sin embargo, dos años más tarde, una disputa entre Francia y Rusia por el control de la Basílica y la estrella de oro, que marca el nacimiento de Jesús, dio origen a la Guerra de Crimea (1854-1856) entre el Imperio Otomano, apoyado por Francia y Reino Unido, y Rusia de los zares.

LUCHA POR EL CONTROL

Presionado por Napoleón III, el sultán Abdul Mejid I retiró el control de la Basílica a la Iglesia Ortodoxa Griega, y la cedió a la Iglesia Católica y nombró a Francia ?protectora soberana de Tierra Santa?. El robo de la estrella de Belén por aquella época acabó por echar más leña al fuego y causó una guerra que costó cientos de miles de vidas a miles de kilómetros de distancia.

Tras la guerra de Crimea, dos nuevos acuerdos internacionales firmados en Berlín en 1878 y en París en 1888 regularon el control de los lugares santos.

Por ello, en la misa de Nochebuena en Belén participan los cónsules generales de los cuatro países católicos de Europa que son custodios de Tierra Santa: España, Italia, Bélgica y Francia.

En la disputada estrella hay una inscripción en latín que afirma que ?Aquí ha nacido Jesús de la Virgen María?.

La misa de Nochebuena concluye allí, cuando el jefe de la Iglesia Católica deposita sobre ella un Niño Jesús tallado y donado por artesanos españoles de Barcelona en 1925.

La imagen de Jesús, trabajada en madera, suele exhibirse de manera habitual en una capilla de la iglesia de Santa Catalina -aledaña a la Basílica que construyó Justiniano en el siglo VI-, y depende del convento de la orden de los franciscanos. La figura del Niño Jesús sólo es trasladada a la Gruta de la Natividad en Nochebuena, a través de un pasillo que conecta la Iglesia Católica con la basílica greco-ortodoxa, desde la que se desciende por unas escaleras de unos 18 peldaños.

El Niño Jesús llega a la Gruta de la Natividad en brazos del Patriarca latino, Michel Sabah, por una puerta que sólo es abierta la misma noche que cambió el curso de la historia: Nochebuena.

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