EL UNIVERSAL-AEE
MÉXICO, DF.- ?Papá: ¿nos echamos una cascarita??, ?papá, ¿me llevas a andar en bicicleta??. Cuando escuchan estos reclamos a las 8:00 de la mañana de un sábado o un domingo, todavía adormilados, muchos padres quisieran ser sordos. ¿A quién se le antoja levantarse temprano para hacer deporte con los hijos?
Y sin embargo, los especialistas no se cansan de proclamar los beneficios que tiene realizar alguna actividad física compartida en familia: el padre puede liberar el estrés de los días de trabajo, dedicar tiempo de calidad a los hijos y hasta mantenerse en forma. Los niños, a su vez, mantienen la mente sana, estimulan su desarrollo físico y reciben afecto, confort y seguridad al estar cerca de papá y sentirse atendidos por él.
Además de la diversión compartida, esos momentos dejarán recuerdos que acompañarán a ambos por el resto de su vida. Una ganancia extra es la oportunidad que tiene el padre de averiguar, mientras juegan, cuáles son las habilidades motoras del hijo, para procurar que las desarrolle.
AL FINAL, SE DISFRUTA EN FAMILIA
Gonzalo Fuentes, de 36 años, alto ejecutivo de una empresa y padre de dos niñas de nueve y 12 años, comenta su experiencia: ?Cuando mis hijas comenzaron a despertarme el fin de semana para pedirme que las llevara al club a nadar, me ponían en un predicamento. Por una parte, sentía la necesidad de seguir durmiendo, para reponerme de las madrugadas entre semana, pero por la otra, sentía cargo de conciencia de no complacerlas. Al final me levantaba, aunque a veces de mal humor?.
La historia terminó bien: Gonzalo reconoce ahora que disfruta mucho hacer deporte con sus hijas.
Según el psicólogo clínico Óscar Gutiérrez Carvajal, terapeuta de familia, ejercitarse con los hijos tiene dos aspectos positivos: en el plano individual, cualquier actividad física activa neurotransmisores que distribuyen en el cuerpo una sensación de bienestar.
Compartir esa experiencia con alguien hace que el cerebro asocie con esa persona el hecho de sentirse bien. Esto, a su vez, fortalece el vínculo entre ambos y representa una gran oportunidad para establecer comunicación.
En el caso de las actividades deportivas que implican la interacción con otros, éstas desarrollarán en los hijos la capacidad de ser sociables.
El especialista remarca que por medio del ejercicio y las prácticas deportivas, el niño aprende a quererse, a cuidarse, a distinguir lo que hace bien a su cuerpo y lo que no.
?Además, adquiere un cúmulo de valores, como alcanzar metas, vencer los retos, superarse, tener disciplina, tenacidad, formar equipos, cooperar, comprometerse, respetar a los demás, acatar reglas y aprender tanto a ganar como a perder.
ENTRE MÁS PRONTO, MEJOR
Lo mejor es inculcar en los hijos el interés por el deporte a edades tempranas: los cuatro ó cinco años.
Para empezar, se pueden elegir juegos y probar diversas prácticas, de modo que el niño escoja en cuál le gustaría formalizar un poco más. ?Tal decisión debe ser respetada; si el padre ejerce alguna imposición, el chico terminará por alejarse de cualquier actividad ejercitante?, dice el terapeuta Óscar Gutiérrez Carvajal.
Una ventaja en la que él insiste es que, para los padres, el deporte-afición del hijo será un puente seguro de comunicación entre ambos a lo largo de la vida. ?Habrá momentos en el desarrollo del muchacho (como la adolescencia) en que será casi imposible conocer sus expectativas o intereses.
Pero si se comparte, por ejemplo, el gusto por el futbol, es posible que el chico acepte ir a un partido con el papá y comentar las peripecias. De allí, quizá, se pueda extender la plática a otros temas?. En general, los jovencitos deportistas no caen tan fácilmente en adicciones como la droga o el alcohol.
?Aunque siempre hay que supervisarlos muy de cerca, porque incluso hay otros peligros que los acechan, como el consumo de sustancias químicas para elevar el rendimiento o la masa muscular?, alerta Óscar Gutiérrez, quien a continuación, llama al orgullo paterno.
?Nunca se sabe cuando se está frente a una futura estrella del deporte. Algunas destacadas figuras en México lo son, gracias a la influencia y el apoyo de sus padres. Ejemplos de ello son el delantero del Pumas, José Luis, Parejita López, hijo de futbolista, y Samantha Terán, campeona internacional de squash.
Samantha dice: ?Desde muy pequeña, mi padre me llevó a ver torneos y luego me enseñó a jugar. Él ha sido también mi amigo, entrenador, representante, y nunca me ha faltado su apoyo y amor en los momentos difíciles. Gracias a él he podido perseguir mi sueño y mejorar cada día?.
