EFE
Pekín.- Una ceremonia nupcial en la que el osito Winnie the Pooh es el invitado de honor, o en la que los novios cambian los trajes de gala por el uniforme de la Revolución Cultural ha dejado de ser algo extraordinario en China.
Muchas parejas jóvenes y adineradas buscan la originalidad en sus celebraciones matrimoniales para diferenciarse de la austeridad de las de sus padres y también porque consideran que cuanto más especial más buena suerte atraerá para el resto de sus vidas.
El ahora marido de Shen, una shanghainesa que contrajo matrimonio recientemente, debió quedarse de piedra al conocer que su entonces novia había invitado a un elefante a la ceremonia, que además sería el testigo principal del enlace.
Shen, sin embargo, lo tenía muy claro: el paquidermo bendeciría a su marido y a ella misma con una feliz vida de casados.
Como Shen, muchas otras parejas jóvenes optan por la sorpresa e incluso la extravagancia para hacer del "día más importante de sus vidas" también una fecha inolvidable para los invitados.
"Nosotros organizamos bodas teniendo muy en cuenta el carácter de los novios y sus hobbies", explica a Efe Li, que trabaja en Weddreams, empresa pequinesa que, por un precio nada desdeñable, asegura a la feliz pareja un festín de fantasía y excentricidad.
El joven y moderno equipo de Weddreams, organizó recientemente un banquete a una pareja de Pekín obsesionada por el personaje de dibujos animados Winnie the Pooh.
"A ambos les gustaban los ositos, así que les preparamos un vídeo que mostraba su historia de amor y con los dos ositos de protagonistas", explica Li, divertida.
Además del video, los novios pudieron lucir al popular plantígrado en sus vestidos e incluso en el ramo de novia, y los invitados no se quedaron sin su ración osuna ya que recibieron recordatorios decorados con ese aficionado a la miel.
Pero si los lepidópteros en vez de los mamíferos son los favoritos, las agencias matrimoniales chinas también ofrecen solución a sus necesidades.
Por unos mil 500 euros (unos mil 900 dólares), los novios pueden deleitarse con cientos de mariposas que revolotearán entre los invitados espantando, presuntamente, a los malos espíritus.
Si, por el contrario, la pasión de su vida (después del cónyuge) es el comunismo, una boda revolucionaria, libro rojo de Mao en mano es lo suyo, como mostró recientemente una imagen en el portal de noticias Chinanews.
"Hace poco organizamos la boda de un chico pequinés y una shanghainesa, así que el tema central fue 'Historia de dos ciudades', la conocida novela de la escritora china Zhang Ai Ling", recuerda Li.
Mapas de Pekín y Shanghai, así como motivos de aviones y trenes decoraron la sala de fiestas que acogió a los viajeros novios.
Pese a todo, la boda tradicional china no está herida de muerte, y de ello se encargan los extranjeros que residen en el país o que vienen a casarse con nacionales.
"Los expatriados, o los extranjeros que se casan con chinas nos piden muchas veces bodas como las de antes, en las predomina el color rojo, hay danza de leones y se saca a los novios de paseo en palanquines", relata la agente.
Y si algunos buscan la originalidad otros, para dar el sí, prefieren cuidar el bolsillo.
Las bodas colectivas, en las que varias parejas celebran de forma conjunta su recién estrenada vida conyugal, se han convertido en algo habitual en los medios chinos, que muestran con frecuencia imágenes de la felicidad comunitaria de las parejas.
Algunas agencias organizan, incluso, viajes de novios colectivos, especialmente a la isla tropical sureña de Hainan.
"Todos son jóvenes y tienen lo mismos intereses, así que prefieren irse de luna de miel con otras parejas. Así además, les sale más barato", indica Li, que ya ha organizado varios de estos viajes.
Y es que ser único sale muy caro en un país de mil 300 millones de habitantes.
