Bullir es un verbo. Lo usaban mucho nuestras abuelas, referido a la constante inquietud de los niños en la plaza o en su entorno: “Traían un bullicio bárbaro” clamaban cuando les irritaba el gusanero y la garrulería de la muchachada.
Rebullir es la acción de mover algo que estuvo quieto. Rebullicio también es el barullo, la algarabía de personas que se mueven, ríen y hablan, según aclara doña María Moliner. Deviene agitación entre la gente con comentarios provocados por algún suceso, una noticia, etc. Precisamente lo que puede suceder en Coahuila al conocerse el dictamen rendido por la Escuela de Ingeniería de la Universidad de Nuevo León sobre el polémico Distribuidor Vial Revolución, construido en Torreón por las administraciones estatal y municipal precedentes.
Hubo bullicio y jolgorio en la inauguración de esta obra, el mes de enero de 2004 y sobrevino mucha angustia en días siguientes cuando un vehículo de carga se desplomó incontrolable al vacío, causando la muerte de su conductor. Los sectores económicos y sociales de Torreón se alarmaron y el Gobierno Estatal todavía más. Ahora que un estudio de la Universidad de Nuevo León confirma la peligrosidad de la construcción que hace dos años señaló “El Siglo de Torreón” el rebullicio resucitar la polémica iniciada a la sazón por los anteriores funcionarios de la Secretaría de Comunicaciones y Obras Públicas al defender la construcción por ellos convocada, asignada y vigilada.
El Gobierno Estatal y algunos municipales recién estrenados en las responsabilidades públicas han tropezado así, en estos días, con tramos abruptos de nuestra realidad política, social y económica, después de haberse deslizado con suavidad por los trechos alfombrados de los meses de estreno.
Sobre el DVR opinó el profesor Moreira, ya gobernador, que requería una cirugía mayor y contrató a los ingenieros de la Universidad Autónoma de Nuevo León para hacer un estudio profundo sobre los problemas de esta vialidad. El martes 16 rindieron su dictamen los técnicos de la UANL y el Gobierno del Estado lo dio a conocer sin ambajes. Lo que ahora se pregunta la opinión pública, ante los acontecimientos, es ¿qué va a seguir de aquí en adelante? ¿Se fincarán responsabilidades civiles y penales a quienes pudieran tenerlas? ¿O el Gobierno Estatal va a absorber el costo de las drásticas reparaciones a que, según la UANL, debe ser sometido el distribuidor vial?
Otra preocupación tiene, además, el gobernador de Coahuila, en estos días.
El presidente Fox intenta paralizar la acción constructiva de Coahuila al retener las participaciones que el presupuesto federal de egresos etiquetó para los programas carreteros de Coahuila con los fondos provenientes del ingreso petrolero extraordinario. Para Coahuila hay más de mil 500 millones de pesos en la SHCP, de los destinados a ese programa en el Gobierno de Humberto Moreira, quien los ha reclamado.
En la Secretaría de Hacienda no parece haber respuesta y tampoco reparto de fondos fiscales ni petroleros. La reacción de las autoridades hacendarias ante las entidades que reclaman tales fondos podría ser el estreñimiento presupuestal. Lo curioso y censurable es que la Presidencia de la República no limita sus propios programas en obras e inversiones públicas y eroga el dinero que tiene bajo su control en una constante campaña mediática para darle brillo y esplendor a su Administración con sesgo hacia la candidatura de Felipe Calderón Hinojosa.
Pruebas al canto: ayer mismo se inauguró una costosa y monumental obra: la mega biblioteca Jos‚ Vasconcelos. Esta táctica tiene dos objetivos: uno, cerrar la bolsa del dinero público para sabotear las acciones de los gobiernos Estatal y municipales del PRI al impedir que haga obras y las agradezca la gente. Y dos: destacar y alabar mínimos logros de su Gobierno, sobre todo en materia macroeconómica, ocultando que lo conseguido fue por obra y gracia de las decisiones monetarias y financieras del último presidente priista de la República, Ernesto Zedillo Ponce de León.
“Los nervios de las batallas son las pecunias” decía Francois Rabelais ¿Y qué es la política sino una constante batalla? Cuando se lucha sin recursos económicos no se alcanza el triunfo, argüía Napoleón Bonaparte y clamaba: “¡dinero, dinero y más dinero!” Han pasado muchos años de esto, pero el dinero no pierde su sentido de urgencia. Lo sabe nuestro Ejecutivo Estatal: sin dinero no hay obras ni se reconstruyen las del reciente pasado.
Problemas molestos que giran en torno del dinero y ya sabe usted, querido lector: cuando no hay harina todo es mohina ¿Bullicio y rebullicio político y electorero? Quizás, uno nunca sabe...