Ezulwini, Suazilandia, (EFE).- Gabsile Shabangu, de 17 años, ha viajado desde muy lejos hasta llegar a este poblado de Suazilandia, pero sabe que sólo así podrá aspirar a su sueño de Cenicienta: ser elegida como la próxima esposa del rey.
?Me pondré en primera línea a bailar para que el rey me vea. Si me escoge, podré vivir bien, comprarme cosas caras y comer y comer, hasta volverme bien gorda?, dijo la adolescente, entre risas.
Todos los años, decenas de miles de jóvenes y adolescentes de Suazilandia participan en estas fechas en la Danza de los Juncos, una de las celebraciones tradicionales más hermosas de África.
La pobreza estrangula a las tres cuartas partes del pequeño reinado de Suazilandia, la última monarquía absoluta de África. Mswati III reina en medio de críticas por ignorar los problemas de su país, derrochando dinero en lujos que incluyen una vivienda para cada esposa, coches y hasta un jet privado.
Desde 1999, el rey, que tiene 38 años, 12 esposas y 27 hijos, ha utilizado esta celebración para escoger a una nueva mujer, la cual vivirá en la misma riqueza que él.
El sueño de llegar a casarse con el rey lo comparten Shabangu y el grupo de amigas junto a las cuales está sentada en una de las tiendas del bullicioso mercado central de Ezulwini, a cuatro kilómetros del palacio real, donde tendrá lugar el baile.
?La idea inicial de esta tradición era que las jóvenes adolescentes de Suazilandia se abstuvieran de tener sexo hasta que fueran lo suficientemente maduras como para casarse?, explicó el historiador Richard Patrick.
La celebración tiene lugar siempre a finales de agosto o principios de septiembre. La fecha es escogida por los líderes tribales según la posición de la luna y las estrellas, y dura un total de ocho días.
Las adolescentes, que se les conoce como ?flores nacionales?, no necesariamente deben ser vírgenes, aunque no pueden estar casadas o haber tenido hijos.
Durante los días previos al baile, el cual tiene lugar desde ayer domingo y hasta hoy lunes, las chicas han cortado con machetes varios juncos, de entre tres y cuatro metros, que luego ofrecerán a la reina madre.
A la madre del rey se le conoce con el nombre oficial de ?Indovukaci? (Elefante, en idioma suazi) y ella utilizará los juncos como cortavientos en los alrededores de su palacio.
?En estas fechas las niñas cambian el comportamiento moderado que tienen durante el año y actúan desenfrenadamente?, añadió Patrick, quien lleva ocho años trabajando en el museo de historia local.
Gugu Shabangu, una de las amigas de Shabangu, ha participado ya cuatro veces en la festividad y cuenta que lo que más le ilusiona de toda la ceremonia, incluso si no consigue la atención del monarca, es el traje tradicional que usará para bailar junto a sus compañeras.
Todas ellas danzarán con sus pechos descubiertos ante un público multitudinario, ataviadas con un collar de los colores de la bandera nacional, una bandolera de flecos, una falda corta y dos tobilleras marrones adornadas con semillas ovales que hacen sonar sus pasos.
El año pasado se reunieron cerca de cincuenta mil chicas, lo que representó el cinco por ciento de una población total, que supera poco más del millón de personas. Se espera que este año la cifra aumente.
Las jóvenes ?bailan para el rey y el público. Luego los hombres bailan con ellas para motivarlas a que lo hagan mejor, caldeando un poco el asunto?, dijo Samelisiwe Dlamini profesora de inglés del instituto público, que aunque nunca participó en el baile, conoce bien el júbilo que provoca entre sus alumnas.