En diversos escenarios, representantes de los partidos, gobernadores y hasta rectores, negocian
la repartición del pastel. Cada quien con su estrategia y sus intereses.
EL UNIVERSAL
MÉXICO, DF.- Las escenas, con algunas variantes, se repiten cada año. Es la repartición de un pastel que no crece. Cada quien busca la mejor rebanada y en ocasiones disputan hasta las migajas. O el jaloneo de una cobija que no puede cubrir a todos por igual. Las negociaciones del Presupuesto. Con el juego que todos juegan, el del cabildeo. Cada quien con su estrategia, cada cual con sus intereses.
Negociaciones que, cada año, se dificultan. Atrás quedaron los tiempos en los que el Ejecutivo proponía y disponía. Y en los periódicos se publicaba la imagen de un peso con el que se explicaba qué porcentaje del mismo correspondería a cual rubro. Eran otras épocas. Había discusiones, disputas, pero se hacían normalmente a puerta cerrada, en voz baja. Y siempre era el presidente de la República el que daba la última palabra, el que partía y repartía.
El juego que todos juegan: el cabildeo. Las negociaciones tienen diversos escenarios. Lo mismo las mesas de los salones en los que sesionan los integrantes de las diversas comisiones legislativas, que en los despachos o hasta en restaurantes y en los pasillos del Palacio de San Lázaro, y por la vía telefónica.
Escenas diversas, ilustrativas:
Caminaba con prisa. Lo acompañaban dos personas. Había participado en un coloquio sobre transparencia y rendición de cuentas. La invitó el diputado panista Benjamín González Roaro. Tuvo problemas para llegar, el aeropuerto de la Ciudad de México estaba cerrado con un banco de niebla. Pero acudió a la cita. Y después de su participación, Amalia García, la gobernadora de Zacatecas, se dirigía a otro encuentro.
?Pues voy a cabildear, no queda de otra, así es esto?, explicaba. Iba a la oficina del secretario de Agricultura para hablar directamente con él. Señalaba que las negociaciones del Presupuesto se están llevando a cabo en el ámbito de la Cámara de Diputados, pero que también los titulares de las dependencias del Ejecutivo están dialogando.
Horas después, cerca del salón de sesiones, el diputado priista Ricardo Canavatti platicaba con un amigo. En su curul, el alcalde de Monterrey, un regordete joven panista que se ha encargado de atacarlo en las últimas semanas, platicaba con Emilio Gamboa. ?Le está pidiendo que le ayude a obtener más recursos para su municipio? comentaba alguien. ?Y lo vamos a ayudar, yo en lo que pueda lo voy a apoyar. No es por él, es por la raza, por la gente de mi tierra? intervenía Canavatti.
En esos momentos, se le acercó María Emilia Farias, ex diputada por el PRI, hoy una muy hábil cabildera. ?Ricky, ojalá puedan echar la mano con el punto de acuerdo para que del Presupuesto se otorguen 500 millones al Metrorrey. Es lo que falta para concluir el último tramo. Ya hay un punto de acuerdo que va a subir a tribuna, ojalá lo empujen?, señalaba. Según aseguró otro legislador, la hija de don Luis M. Farías representa a la empresa encargada de la construcción de dicho sistema de transporte colectivo de Monterrey.
A su manera
Todos los interesados cabildean. Cada quien a su manera. A mediados de la semana pasada, Emilio Gamboa recibió un llamado telefónico en su despacho. Era el titular de una dependencia del Gobierno Federal. El integrante del Gabinete Ampliado sabía que esa noche el coordinador de los diputados del PRI cenaría con el secretario de Hacienda, Agustín Carstens. Por eso le pidió ayuda a Gamboa, para que intercediera por él o por el organismo que encabeza ante el encargado de las finanzas nacionales.
El Presupuesto. Contiene capítulos, cantidades, que se consideran intocables. Hay siempre discusiones sobre el cálculo de los ingresos por la venta de petróleo o por los excedentes que puedan generan esas operaciones. Y cada año, los representantes de la Oposición aseguran que la Secretaría de Hacienda mantiene una cantidad guardada que le sirve precisamente para las negociaciones.
Cabildeo. Lo realizan entre los representantes de los partidos. Lo hacen directamente unos y otros con el PAN, o primero entre ellos, principalmente el PRI y el PRD, para formar frentes comunes. Y en todo momento, en distintos tonos, la conversaciones, a veces discusiones, son con los funcionarios de Hacienda.
En los días recientes, el secretario Agustín Carstens se ha reunido con dirigentes partidistas, con legisladores, con gobernadores. El propio presidente de la República ha tenido también contactos privados o públicos para hablar del tema.
Cabildear. Cada quien a su manera. Hace unas tres semanas, el gobernador de Veracruz, Fidel Herrera Beltrán, acudió al Palacio Legislativo de San Lázaro. Se reunió con diputados, paisanos suyos, pero integrantes de varias fracciones parlamentarias. Les habló directo. Puso a su consideración un proyecto para obtener recursos que beneficiarán a los municipios que gobiernan las distintas organizaciones políticas.
Otros mandatarios estatales siguieron esa práctica. Enrique Peña Nieto también habló con legisladores de otros partidos. Puso especial interés en lograr el apoyo de para la zona metropolitana. Cuando se marchaba le pidió directamente a Carlos Rojas que le ayudara a cabildear. Le dijo que estaba enterado que en el Presupuesto no estaba incluida esa área.
Desfile
El desfile de los funcionarios. También han visitado el recinto los rectores de las universidades de varias entidades federativas. Han hablado con los integrantes de la Comisión de Presupuesto. Todos manifiestan que sus instituciones educativas tienen problemas económicos. Todos se han llevado la promesa de ser ayudados.
Negociaciones, a fin de cuentas, difíciles. El presidente de la Comisión de Presupuesto, Raúl Padilla, se ha convertido en un personaje incómodo para el PAN y para los otros partidos. Está debilitado después de sus torpes declaraciones sobre la UNAM y, sobre todo, tras la descalificación que hizo de él quien lo impuso en el cargo, el coordinador de su bancada, Héctor Larios.
Un pastel que no creció, que, por el contrario, para el próximo año será más pequeño, y todos buscan la mejor tajada posible. Todos hablan de satisfacer demandas inaplazables. Y como cada año, la Cámara de Diputados va contra el tiempo. Sin embargo, el presidente de la misma, Jorge Zermeño, manifestó al término de la sesión del jueves su confianza de que a más tardar el próximo sábado 23 de diciembre todo quede concertado, aprobado y concluido.
Mientras tanto, el juego continúa; cada quien cabildea a su manera.