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Calderón y Fox, los desencuentros

El distanciamiento se hizo evidente en los actos de traspaso del poder. Como una señal, al tercer día del nuevo Gobierno resucitó el Escudo Nacional, el águila y la serpiente completas.

EL UNIVERSAL

MÉXICO, DF.- Y al tercer día, resucitó. Ahí estaba, completo, en el lugar de honor del gran salón en la residencia oficial de Los Pinos. Reapareció con honores el Escudo Nacional. Nuevamente, el águila y la serpiente completas.

Así, el presidente de la República, Felipe Calderón Hinojosa, podía por fin, ya en el ejercicio de su poder, corregir lo que tanto le molestaba, la utilización durante el sexenio anterior, de la que Félix Salgado Macedonio bautizó en la tribuna de San Lázaro como ?el águila mocha?. La misma, el mutilado escudo era parte de un logo. En el mismo estaba dibujado algo que parecía la banda presidencial, tricolor, pero también lo que algunos interpretaron como la estilizada combinación de las letras F de Fox y S de Sahagún.

Era el tercer día del nuevo Gobierno de Calderón. El propio jefe del Ejecutivo hizo la presentación, la reivindicación del Escudo Nacional como elemento fundamental de la imagen institucional que tendrá su Administración. Cuidadoso de las formas, que en política son fondo, habló de que con ello se desea mostrar el respeto que habrá hacia los símbolos patrios y su significado. Lo demás, quedó a la interpretación, que inequívocamente se manifestó en el sentido de que durante el foxismo no se tuvo tal respeto.

Era el tercer día. Al comenzar el primero, durante la ceremonia en Los Pinos, un acto inédito, se hicieron evidentes detalles que marcaban diferencias, el principio de un distanciamiento o la profundización del mismo. Un cambio, también en la actitud, la conducta de la primera dama. En dicho evento, Margarita Zavala fue discreta, no apareció ante las cámaras televisivas. Sencilla, saludó a quienes acudieron. La misma discreción mostraría horas más tarde. En el Auditorio Nacional estuvo en la primera fila, no en el escenario; en el Campo Marte, en la ceremonia militar, no se sentó junto a su marido. Vistió sin ostentaciones. El principio o la continuación de un distanciamiento?

?Imprudente o...?

Felipe de Jesús Calderón Hinojosa era presidente del PAN. Vicente Fox ya buscaba abiertamente la candidatura del PAN a la Presidencia de la República. Una mañana, después de reunirse con el dirigente de su partido, uno de los integrantes del primer círculo de Calderón confesaba: ?Hace rato platicábamos con Felipe que Pancho Barrio ya se está tardando mucho en salir?. Se refería a que el hoy ex gobernador de Chihuahua no había entonces manifestado públicamente su intención de ser precandidato. Finalmente no lo hizo.

Pasó el tiempo. Fox ya era el jefe del Ejecutivo. Calderón coordinaba a los diputados de Acción Nacional. El entonces legislador participaba en las difíciles negociaciones con los representantes de los otros partidos para sacar adelante una de las reformas propuestas por el mandatario.

Cuando estaban muy cerca del acuerdo, el legislador lo informó al presidente, quien realizaba una gira por Canadá. Minutos después, en Montreal, Vicente Fox anunció en su discurso que ya había arreglo, ya había reforma. Sus palabras tuvieron efecto inmediato en México, se rompieron las negociaciones. Días más tarde, en confianza, Calderón manifestó su molestia, dijo que no sabía si Fox había sido indiscreto, imprudente o? no agregó más.

Hirvió la sangre azul

Una historia de desencuentros. Muy serio, Calderón Hinojosa platicaba con el cronista en el jardín frontal de la Casa Blanca. En esos momentos, Vicente Fox iniciaba una conversación privada con George W. Bush. Se le preguntó al hoy jefe del Ejecutivo si buscaría ser candidato a gobernador de Michoacán. Aseguró que no decidiría nada hasta que platicara con Fox, quien lo había invitado a que formara parte de su comitiva para ese viaje a la capital de Estados Unidos.

Allá, efectivamente, hablaron. Posteriormente, Calderón Hinojosa reveló que su entonces jefe le había pedido que no fuera candidato a gobernador. No se le veía nada contento. Aclaró que era disciplinado.

Felipe Calderón Hinojosa, el de la sangre azul panista que varias veces hirvió. Así, con coraje, con su dignidad renunció a la Secretaría de Energía después de las expresiones en su contra por parte de Vicente Fox, tras aquel acto en Jalisco en el que era gobernador Francisco Ramírez Acuña, y varios militantes panistas le manifestaron su apoyo para la candidatura a la Presidencia de la República. Calderón consideró que Fox se conducía con parcialidad en favor de Santiago Creel. Fue cuando manifestó que había sido arrojado de un barco en alta mar en lo más oscuro de la noche.

Nada de negocios

Felipe Calderón, el que en campaña se autodenominó ?todoterreno de la política?, el que superaba obstáculos. El que sin atacar a la llamada ?pareja presidencial?, una y varias veces, definió cuál sería el papel de su esposa si él llegaba a Los Pinos, y aseguró que sus pequeños hijos no tenía ni tendrían ningún negocio, ni siquiera el de la venta de galletas caseras.

Y ahí quedan las imágenes del primero de diciembre en San Lázaro. Calderón miró directo y muy serio a Fox. Estrecharon seca, brevemente sus manos. No hubo abrazo. Cuando el ya ex presidente pareció tener la intención de colocarle la banda presidencial, el nuevo mandatario le dio la espalda, le pidió a Jorge Zermeño que él se la entregara. Hubo más. En su mensaje en el Auditorio Nacional no mencionó ni una sola vez a su antecesor.

Después, las constantes menciones a Benito Juárez, quien no existía en el discurso foxista.

Y al tercer día, resucitó el Escudo Nacional completo, histórico, respetado.

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