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¿Campanas al vuelo?

Luia F. Salazar Woolfolk

La actual contienda por la Presidencia de la República ha sido convertida por un importante sector de los medios de comunicación, en la crónica del triunfo anunciado de una estrella producto de los mismos medios, sin importar el resultado de las votaciones que se realizarán el dos de julio.

Se trata no sólo de la expresión de una tendencia, sino de la provocación de una cargada. La manipulación es tan perversa como el procesamiento de la línea desde la cúpula presidencial al través de las organizaciones corporativas del viejo partido de Estado.

La modernidad política que nos habría de llevar a la democracia plena, basada en el sufragio universal, razonado, libre y secreto, ha extraviado el camino por la vereda de una prensa que privilegia el escándalo y soslaya el análisis.

La tenencia y operación de los medios informativos se ha convertido en el negocio de la época, como las posiciones institucionales y corporativas asociadas al antiguo régimen lo fueron en el pasado. A sus bolsillos convergen los ríos presupuestarios de todos los niveles de Gobierno, del Instituto Federal Electoral, de los partidos políticos y en última instancia de la sociedad que paga, hoy convertidos todos en rehenes de una nueva casta divina que vuelca su apoyo en favor de la opción que le resulta más lucrativa.

El personaje surgido de ruedas de prensa difundidas a diario en proyección nacional, a un costo que la falta de transparencia de las finanzas del Gobierno de la Ciudad de México impide cuantificar, se apresta a lanzar al país por el despeñadero del populismo y la demagogia. En el supuesto menos malo, se erige en esperanza de restauración del viejo sistema, bajo la premisa sentada ante el fracaso de la campaña de Roberto Madrazo por Emilio Chuayfet cuando asegura: “es uno de los nuestros”.

En efecto. Bajo la pretensión aterradora de que el candidato estrella es “indestructible”, hoy manda callar a todo aquel que se atreva a cuestionar su propuesta de abaratar el costo de la vida por decreto. Los mismos medios que ofrecen resonancia a sus disparates, le entregan la mordaza con la que serán silenciados el día de mañana.

Los riesgos no sólo son económicos, ni la ofensiva se limita a amenazar a una estabilidad penosamente alcanzada. La legalidad y el marco jurídico que son la fuente de los derechos del ciudadano, de la división de poderes y del federalismo de reciente estreno, están severamente cuestionados por el líder carismático que todo lo ofrece a cambio del sometimiento de la voluntad de la sociedad a su capricho.

Sin embargo a tres meses y medio de las votaciones, aún es prematuro lanzar campanas al vuelo, pues falta lo que digan los ciudadanos en las urnas. Los medios de comunicación que hoy festinan en forma anticipada el triunfo de su candidato, son los mismos que escatimaron el difundir una sola encuesta que previera el triunfo de Vicente Fox.

lfsalazarw@

prodigy.net.mx

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