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Campañas descoloridas/Actitudes

José Santiago Healy

A poco más de un mes de iniciadas las campañas presidenciales en México los resultados son terriblemente pobres y desalentadores.

Los partidos y sus respectivos candidatos han dedicado la mayor parte del tiempo a desprestigiar a sus enemigos sin ofrecer propuestas novedosas ni atractivas.

Para colmo el Instituto Federal Electoral se ha convertido en un Tribunal inquisidor para dejar atrás su papel de promotor de la nueva democracia mexicana.

El estrepitoso fracaso del voto en el extranjero es una prueba clara de lo que ocurre cuando se busca poner trabas y más trabas a la expresión ciudadana en lugar de puertos de comunicación.

Ahora el IFE anuncia más limitaciones a la injerencia de los gobernantes en campañas, pero muy poco hace para coordinar debates y controlar los gastos onerosos de los candidatos.

En otros países los propios gobernantes evitan participar en las campañas de sus partidos porque saben que resulta contraproducente a la hora de las votaciones.

A quien menos le conviene en estos momentos contar con el apoyo del presidente Vicente Fox es al candidato del PAN, Felipe Calderón, por ello resultan innecesarias las medidas recientes del IFE para controlar al presidente Fox y su Gobierno.

Pero volvamos al tema de los candidatos en donde se observa demasiado polvareda y ajetreo, sin embargo, muy pocas nueces para contar.

Andrés Manuel López Obrador, el candidato con mayor popularidad en las encuestas, no acaba de despuntar, vaya, ni siquiera ha logrado perfilar un plan de Gobierno viable y objetivo.

Su campaña ha sido una fábrica de ataques en contra del PAN, PRI y el Gobierno foxista. Sus propuestas son vagas, inciertas y obviamente con una alta motivación electoral como el proyecto de un tren bala que cruzará a México de Norte a Sur.

Su actitud campechana le genera muchas simpatías pero Andrés Manuel no logra convencer de su plan para gobernar a un país tan complejo como México.

Felipe Calderón del PAN entró como cohete a la campaña presidencial. La frescura y falta de compromisos de sus propuestas iniciales le dieron una acogida inesperada.

En pocas semanas se colocó en el segundo lugar de las encuestas, pero del 28 o 30 por ciento de las preferencias ya no ha logrado pasar.

Pareciera que Calderón cayó en las redes por no decir en las garras, de la burocracia panista en donde está obligado a consultar hasta el color de los calcetines que utilizará en el siguiente acto de campaña.

Sus declaraciones son parte del trillado discurso panista con temas de valores y ética cuando el pueblo está desesperado por seguridad, empleos y un mejor nivel del vida.

Los asesores en la campaña de Vicente Fox, entre ellos el actual gobernador Eugenio Elorduy de Baja California, se quejaban porque el hoy presidente no atendía sus consejos y a final de cuentas gracias a esa autenticidad logró el triunfo.

De Roberto Madrazo no hay mucho que decir. Su campaña está tan gris como al arranque y lejos de abonar simpatías su posición egocéntrica provoca más divisiones en el tricolor.

Dicen los analistas que el PRI recuperará su vigor una vez palomeados los candidatos a diputados y senadores en donde tradicionalmente se consigue reconstruir y aceitar la maquinaria tricolor.

Sin embargo, con los escándalos de Arturo Montiel y ahora el “gober precioso” Mario Marín, las esperanzas de que esto suceda son muy remotas. Madrazo fraguó su candidatura en base a dividir al PRI y a final de cuentas cosechará cizaña en creces.

Inexplicablemente Patricia Mercado y Roberto Campa han tenido un mejor desempeño, pero qué lástima, pues sus partidos todavía no son parte de la élite divina de la política mexicana.

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