Caótica despedida

Y la Basílica se convirtió en 'estadio'. No podía ser de otra forma. Juntos en el mismo recinto la Virgen de Guadalupe, la Selección Nacional y cientos de aficionados que dejaron que su pasión se desbordara para invadir el recinto religioso en la ceremonia de despedida que hoy tuvo el equipo mexicano antes de emprender su viaje a Europa.

EL UNIVERSAL-AEE

La estampa podía corresponder a la explanada del estadio Azteca. Niños con la cara pintada, gorros de arlequín tricolor. Seguidores del América, Guadalajara, Cruz Azul, Pumas y Atlante, presumieron sus playeras y se unieron a los que optaron por lucir la casaca verde.

Todos bajo un sólo grito que tronaba en la solemnidad de la misa oficiada por el cardenal Norberto Rivera Carrera, Arzobispo Primado de México.

Desde las 16:00 horas los alrededores de la Basílica empezaron a recibir a otro tipo de peregrinos. Las flores en esta ocasión no eran para la Virgen, menos para Juan Diego. No, ahora el grito que predominaba era "¡Oswaldo, Oswaldo!", en honor al cancerbero del tricolor y las Chivas.

A 20 minutos de las seis de la tarde, el camión rojo del Tri arribó y una cascada humana se avalanzó para ver descender a sus ídolos.

Uno a uno, los integrantes del equipo que estará en Alemania fueron ingresando al recinto religioso y el río humano fue a contracorriente para hacerse con el mejor lugar dentro de la Basílica.

Cual estadio, los jugadores ingresaron por el túnel. Uno a uno fueron ovacionados, mientras coreaban sus nombres, lo mismo gritaban por Oswaldo que por "Kikín" u Ochoa. La solemnidad no existió. Se corroboró con la explosión de una porra: "¡Chiquitibun a la bim bom ba, a la bio a la bao a la bim bom ba, México, México, ra, ra, ra!".

Los contrastes surgían por doquier. Niños que en brazos de sus padres gritaban incansables a "Kikín" para obtener un saludo, mientras Pável Pardo de rodillas y con el puño izquierdo sobre la frente se adentraba en una profunda meditación. Al final, una plegaria en el repetido grito de batalla mexicano "¡Si se puede, si se puede!", que los jugadores agradecieron, con una imagen de la Virgen en mano y una más, en un cuadro que les entregó Norberto Rivera en su camino a Alemania. Fue el choque de dos pasiones, dos religiones. una respaldada por la Virgen de Guadalupe y la otra por el futbol.

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