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Captura telefónica

Javier Fuentes de la Peña

Nunca me ha gustado ser metiche, ni mucho menos rodearme de personas cuya curiosidad las lleve a invadir mi vida privada. A pesar de mi gran repulsión hacia todo acto de invasión a la intimidad, creo que es positiva la intervención telefónica cuando se presente un caso de crimen organizado.

Por lo general, la curiosidad no lleva a nada bueno, pero en este caso la intervención telefónica permite a las autoridades judiciales capturar con mayor facilidad a los delincuentes.

Pero los coahuilenses no sólo le tenemos miedo a las bandas de criminales, a los secuestradores o a los narcotraficantes, sino también les tenemos pavor a nuestros funcionarios públicos. ¿Cómo no tenerle horror a un truhán que se encarga de apropiarse gran parte de los recursos que en realidad debían ser destinados a la construcción del bien común? Quien se atreve a robar dinero y a dejar en la más extrema de las pobrezas a miles de seres humanos, de seguro es alguien capaz de muchas cosas más.

Durante décadas hemos sufrido la reducción del gasto público debido a un gran número de funcionarios públicos que encontraron en sus respectivos cargos la oportunidad de enriquecerse. Llámense gobernadores, presidentes municipales, secretarios, tesoreros o recaudadores de impuestos, todo ellos han formado a lo largo de los años una gran banda de robo organizado.

Ante la amenaza de los delincuentes protegidos por sus respectivos puestos, propongo que exista una persona que tenga el permiso para intervenir los teléfonos de los funcionarios públicos. Así como el Gobierno busca capturar a los criminales escuchando sus conversaciones telefónicas, los ciudadanos queremos castigar a los políticos corruptos haciendo lo mismo.

Propongo la formación de un comité de ilustres coahuilenses que a su vez se encargue de seleccionar a la persona más honorable del estado. Este distinguido coahuilense deberá conocer a la perfección todas las mañas y trácalas comúnmente utilizadas por aquellos que gustan de apropiarse el dinero del pueblo. Además, deberá ser alguien sumamente honesto, justo y comprometido con la verdad. Este ciudadano deberá estar dispuesto a trabajar sin cansancio para capturar, por medio de la intervención telefónica, a todos los funcionarios públicos corruptos. ¿Se imaginan las conversaciones que este honorable coahuilense podría escuchar?

Rrring. Rrring. “Oficina de Gobierno... Buenas tardes, señor. Mire acabo de revisar el estado financiero de su dependencia y hay unas cosas que nomás no cuadran. Si quiere que todos los números concuerden, tiene que depositar la cuota acostumbrada en mi cuenta personal. Recuerde que esto le podrá evitar graves problemas... No se preocupe, señor, le garantizo una absoluta discreción”.

Rrring. Rrring. “¿Bueno?... Hola cómo estás mi amor. Disculpa que no te haya mandado antes el cheque, pero es que todavía no podía sacar el guardadito que tenía en la oficina. Ahorita mando a mi chofer para allá con el dinero. De ahí puedes comprar la despensa de la semana, pagar la colegiatura de los niños, y si quieres compra la Navigator que tanto querías”.

¿Suena descarado? Así es la manera en que diariamente proceden cientos de funcionarios públicos en nuestro estado y en el resto de la República. Como es lógico, es casi imposible que se apruebe la iniciativa de que un ciudadano ejemplar intervenga las líneas telefónicas gubernamentales, sin embargo, los ciudadanos debemos alzar nuestra voz y castigar a todos los funcionarios públicos que han utilizado nuestra confianza para llenar sus bolsillos.

javier_fuentes@hotmail.com

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