Siempre necesario, el apoyo de Cuauhtémoc Cárdenas a Andrés Manuel López Obrador es ahora imprescindible. Acaso el próximo domingo sea una buena ocasión para que el ingeniero lo manifieste y refuerce con su participación el último tirón de la campaña de su partido y los que con él integran la coalición Por el bien de México.
El cardenismo, el que milita en el PRD y el que lo hace en otros territorios, tiene dos fechas centrales en su calendario, las de los extremos de la vida de quien gobernó a México de 1934 a 1940 y que, según multitud de referencias no partidarias, sigue en varios sentidos rigiendo nuestra vida pública. Una es el 21 de mayo y la otra el 19 de octubre, pues en esos días de 1895 y de 1970 nació y murió Lázaro Cárdenas del Río. Desde hace décadas, esos acontecimientos quedan marcados por guardias ante su tumba, colocada en una de las columnas del monumento a la Revolución. Este domingo no será la excepción, y a los intereses del movimiento democrático que llevó a fundar el PRD bajo la conducción de Cuauhtémoc Cárdenas convendría que éste, a partir de la efeméride enviara un mensaje con su adhesión expresa a la candidatura de López Obrador y anunciara acciones propias para unirse a la campaña de su compañero.
Desde que el ahora aspirante presidencial se unió al Frente democrático nacional en el segundo semestre de 1988, Cárdenas y López Obrador mantuvieron una sintonía no estorbada ni siquiera por los 19 años en que difieren sus edades. Al contrario, la pertenencia de uno y otro a generaciones distantes favoreció que tras sus dos candidaturas al Gobierno de Tabasco y su aporte a la construcción del partido en esa entidad, López Obrador fuera elegido presidente del PRD, precisamente después de las dos figuras principales de la fundación, Cárdenas y Porfirio Muñoz Ledo. Llegó a ese cargo en 1996 con el apoyo de ambos y al año siguiente quedó constituido el firme triángulo del liderazgo perredista, con Cárdenas en el Gobierno capitalino, Muñoz Ledo a la cabeza de la numerosa bancada del PRD en San Lázaro y el tabasqueño al frente del partido. Cuando Muñoz Ledo rompió con Cárdenas, si bien López Obrador no lo siguió en sus decisiones, no lo satanizó, lo que ha permitido su reencuentro actual, en que el ex embajador coordina el consejo consultivo de la campaña presidencial.
Comenzó a abrirse distancia entre López Obrador y Cárdenas cuando aquel asumió el Gobierno capitalino, por diferencias respecto de la Administración de Rosario Robles, intermedia en las de ambos, diferencias que se ahondaron después cuando estalló el conflicto suscitado por la corruptora presencia de Carlos Ahumada en los asuntos partidarios y del Gobierno de la ciudad. El crecimiento de la popularidad de López Obrador, y el consiguiente abatimiento de las intenciones de voto, dentro y fuera del PRD, a favor de Cárdenas, contribuyeron a ahondar sus diferencias. Éstas se expresaron de distintos modos, como en la confección de programas de acción con sello propio, que no llegaron a ser comparados porque, acertadamente, Cárdenas no quiso exponerse a ser derrotado en el partido que contribuyó centralmente a fundar y del que había sido figura principalísima, y se retiró el año pasado de la contienda en pos de la candidatura presidencial.
A veces abierta y directamente, en otras mediante terceros, Cárdenas ha expresado reticencias respecto de los propósitos de López Obrador y sus alianzas. Las diferencias han llegado al terreno práctico: Demetrio Sodi, cuyo único capital en el PRD era su vinculación con Cárdenas, se fue del partido y ahora es candidato del PAN, sin haber tenido apoyo del ingeniero pero sin haber recibido de él reproche alguno. Carente de aspirante a quien apoyar, para enfrentarlo a Marcelo Ebrard, candidato de López Obrador en la contienda interna de la Ciudad de México, Cárdenas se puso del lado de Jesús Ortega, que había militado en su contra y cuya capacidad de entablar alianzas reprochables excede con mucho a la de López Obrador.
Concluido aquel lance, Cárdenas se ha abstenido de hacer lo que Ortega, que figura como coordinador de la campaña de López Obrador. Y aunque es claro que, no obstante sus escarceos mediáticos como reunirse con Roberto Madrazo, no tiene otro candidato ni se irá de su partido, no pocos de sus seguidores lo urgen a que sume su propio capital político a la campaña perredista. En este momento es necesario que lo haga, y hacerlo significaría una ganancia para ambos, que han ejercido la prudencia de no descalificarse personalmente. Mesura notable en quienes han mostrado ser duros para denostar a sus adversarios. Es decir, han dejado claro que no lo son.
La renovada campaña de López Obrador en los medios, y sus entrevistas con conductores de Televisa: Héctor Aguilar Camín, Brozo y Joaquín López Dóriga, entre otros factores, han supuesto una mejora en la posición del candidato perredista, resultado de su aceptación de que era preciso ajustar su estrategia ante la reubicación de los presuntos votantes, En esas condiciones, López Obrador ganaría con la suma del cardenismo hasta ahora reticente. Cárdenas ganaría también, pues una persona que con su percepción y su activismo contribuyó de modo tan eficaz a la transformación del sistema político, no puede quedarse al margen, y ni siquiera en un papel secundario en esta hora en que, a través de otra persona, es posible que su concepción de la historia y del país, tiene la posibilidad de triunfar.