Torreón, Coah., México, América, Octubre 27 de 2006
Estimados señores Izonn y Alhassan:
Deseo agradecerles los correos electrónicos que (pese a no saber mi nombre) se sirvieron enviarme hace poco, con días de diferencia, ofreciéndome participar en muy atractivas operaciones de negocios, según pude desentrañar luego de invertir ínclitos esfuerzos descifrando su gramática en inglés. El invitar a un soberano desconocido a ganar varios millones de dólares ciertamente me devuelve la fe en el ser humano en particular y la biomasa global en general.
Según entiendo, cada uno de ustedes trabaja en un banco distinto en la ciudad de Ouagadougou, vibrante (supongo) capital de Burkina-Faso, país independiente de África Occidental antiguamente llamado Alto Volta (nombre que, no es por meterme en lo que no me importa, pero sonaba más? ¿cómo les diré?... electrizante; pero allá ustedes, que han de saber qué rayos quiere decir Burkina-Faso). Y columbro que cada uno de ustedes se encuentra básicamente en la misma situación y enfrentado al mismo dilema: en su banco está durmiendo el sueño de los justos (¿?) la millonaria cuenta bancaria de un difunto.
En su caso, señor Izzon, se trata de la lana de un tal Jin Sun, quien se muriera todito hace seis años, dejando en saldo 8.7 millones de dólares, que he de admitir no es moco de pavo ni baba de perico. Según entiendo, nadie ha reclamado tan sustanciosa cantidad. Usted, señor Izzon, me pide le ayude a sacar ese dinero del país haciéndome pasar por pariente del petateado señor Jin. Por supuesto, para ello me proveerá de los documentos y cuentos chinos (sería Jin Pan Cho, después de todo) necesarios para convencer a las eficientes autoridades burkinafasistas (suena feo), y así poderle dar la vuelta a las tediosas, burocráticas y restrictivas leyes bancarias de su pintoresco país. Todo ello, como usted lo dice, señor Izzon, ?para su beneficio financiero, y el mío?. Lo que sí es que no puedo hacer nada para traer a su esposa a Estados Unidos para su tratamiento del hígado, dado que no vivo (ni pienso vivir) en los Estados Unidos; y lo único que sé del hígado es que encebollado sabe muy bien.
Y en su caso, señor Alhassan, se trata de la cuenta de otra persona que lamentablemente muriera junto a toda su familia en un accidente aéreo en el año 2000, dejando atrás diez millones de dólares. De nuevo, tras seis años de espera, nadie ha reclamado ese dinero (lo que no es de extrañar, dado que la familia murió en el catorrazo); y de nuevo, señor Alhassan, solicita mi ayuda para hacerme pasar por pariente del muertito, reclamar el dinero y sacarlo de su próspera nación. Según entiendo, por tomarme la molestia de pasar por primo segundo del accidentado, recibiría un 30 por ciento de la cuenta. Tres millones de dólares, la verdad, no me caerían nada mal. De hecho, me permitirían vivir como ex gobernador del Estado de México durante unos? seis meses.
Sin embargo, y no queriendo ser ingrato, señores Izzon y Alhassan, tengo algunas observaciones que hacer:
No me gusta mucho eso de que me anden carrereando con lo de la esposa con males hepáticos ni la inminente llegada de la fecha en que el banco se va a quedar con toda la lana. Los negocios sucios que se hacen de un lado al otro del Atlántico deben tomar su tiempo. Al menos en mi patria, según los narcocorridos, andar apresurando a los cómplices resulta de mal gusto. Como diría uno de esos clásicos, ?la tranza y el carrereo/ son cosas incompatibles?.
Tampoco me hace mucha risa que me pidan el número de mi cuenta bancaria y otros datos muy personales. No es que ?tenga un átomo de miedo? (?entertain an atom of fear?), como dice en su misiva, señor Alhassan, pero sí me da muy mala espina. Traduzco: gives me a very baaaaad thorn.
Como hombre cosmopolita que soy, habitante de una bulliciosa y moderna metrópoli a orillas del Bolsón de Mapimí, en vías de pavimentación y con servicios municipales que darían vergüenza hasta en la hermosa (supongo) Ouagadougou, desde hace años ha llegado a mi conocimiento la existencia de amplias redes de estafadores por Internet que tienen como base a Nigeria. Viendo un mapa me tranquiliza saber que Burkina-Faso está a un ladito de Nigeria. A un ladito, pero no es Nigeria. Así que por ese lado no siento ?ni un átomo de miedo?.
Antes de sus atentas e interesantes cartas electrónicas, ya había recibido otras igualmente dichosas. De hecho, según no sé qué lotería europea en la que participé no sé cómo (a través de mi e-mail, según entendí), se me ha anunciado media docena de veces que gané varios millones de euros y que sólo he de enviar algunos datos personales y bancarios (¡otra vez!) para reclamar tan jugosa suma en una institución de Ámsterdam no especificada.
No he hecho tales trámites por tres razones: la primera, que la única institución de Ámsterdam que recuerdo (aparte del Rijskmuseum) son las prostitutas en las vitrinas, y tenían una jeta de tedio que no resultan muy invitadoras; la segunda, que un compañero de trabajo del cubículo vecino recibió exactamente el mismo mensaje electrónico, anunciándole que había ganado la misma cantidad en la misma ignota lotería y no quiero que sus beneficios disminuyan por mi cochina codicia; y tercera, que hace como diez-doce años otro compañero de trabajo, de tres cubículos más allá, se sacó la casa del Tec, razón por la cuál, según la ley de probabilidades, el H. personal docente de la preparatoria del ITESM Campus Laguna quedamos salados para toda la vida y hasta que el infierno se congele. Así que no confío mucho en haberme sacado nada.
Por supuesto, he de suponer que me consideran perteneciente al subconjunto de los ingenuos que caen en trampas cazabobos como ?el pacazo? o ?el billete de lotería que hay que cambiar?. Por creer que pertenezco a la egregia raza de los pobres de espíritu (y de cerebro), muchas gracias, pero no. Dado que:
Lamento informarles, señores Izzon y Alhassan, que soy mexicano; y por tanto acostumbrado desde el parvulario a tratar con gobernantes y ciudadanos duchos en tranzar al prójimo con pasmosa facilidad y cinismo. Me temo que en este país de Montieles, Bejaranos, hermanitos Salinas, Gamboas, Gobers Preciosos, Dinoulises y diputados que son auténticos asnos (ésos son como las cebras, pero sin camuflaje) pero que ¡ah, cuánto dinero ajeno se otorgan!, cualquier fraude que ustedes puedan maquinar resulta un juego de niños y casi conmovedor en su sencillez. Sépanse, señores Izzon y Alhassan, que todo mexicano nace con un par de genes (el H-24 y el YR-19, según el Proyecto del Genoma Humano) que se contraponen: uno lo hace proclive a tranzar hasta a su madre; y el otro, a creerse las mentiras más grandes y confiar en los mayores absurdos; lamento informarles que en un servidor se han anulado a la perfección, en taoísta equilibrio. Así que búsquense a otro baboso.
Y ya para terminar: la-neta-la-neta, ¿cuántos caen en maniobras tan burdas como ésta? Insisto en mi deseo de renovar mi fe en la especie humana? y su infinita capacidad de autoengaño.
(No muy) sinceramente suyo,
Francisco José Amparán
Consejo no pedido para que reclame el tesoro de Moctezuma: vea ?El Golpe? (The Sting, 1973), con Paul Newman y Robert Redford, sobre un divertido esquema para darle machetazo a caballo de espadas a un pillo. ¡Si se pudiera hacer eso en la Cámara de Diputados, donde tanto abundan?! Provecho.
PD: Se nos murió Rafael Ramírez Heredia. Pero ¡ah, cómo vivió! Guárdanos un tequila allá arriba, Rafael. En lo que llegamos?
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