Se pierden los sembradíos cercanos al Tungurahua y el ganado está en peligro ya que las cenizas han quemado los pastos.
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PILLATE, Ecuador.- Una gruesa capa de ceniza volcánica transformó pequeños poblados cercanos al volcán Tungurahua en pueblos grisáceos donde los sembradíos se perdieron, el ganado está en peligro y la gente dice ya estar acostumbrada a convivir con las erupciones.
Alrededor de tres mil 700 personas han sido evacuadas y viven temporalmente en albergues improvisados, otras se niegan a salir de sus hogares pese al riesgo para la salud que representan materiales como la ceniza que expulsa continuamente el volcán, de cinco mil 23 metros de altura y ubicado 135 kilómetros al sureste de Quito.
Pillate es una pequeña comunidad campesina en el occidente del Tungurahua, ubicada en la montaña de enfrente. Como otros pueblos similares, está cubierta entera por ceniza ya que las condiciones del cráter y la dirección de los vientos producen que ese material se deposite ahí.
Manuel Rosero vive desde hace 18 años en este sitio y dice que hace siete, cuando el volcán entró en un proceso eruptivo luego de 100 años de inactividad, los efectos de las erupciones son parte de una vida a la que ya está acostumbrado.
Con un pantalón de tela, una camisa y un saco no necesita las tradicionales máscaras para cuidarse de las cenizas y le da indicaciones a su hermana, que limpia con una escoba la gruesa capa gris que cubre el techo de su vivienda de bloques de cemento sólo con un pañuelo sujeto a su rostro.
?Dijeron que evacuemos pero no vamos a salir porque no vamos a irnos botando los animales, las casas ... en vez de salir ganando, salimos perdiendo?, dijo.
Sus cultivos de habas recién sembradas se echaron a perder y tiene a sus cuatro vacas pastando lejos, donde la ceniza no ha llegado. Dice que intentará sembrar en otras zonas o esperará pacientemente hasta que el actual proceso eruptivo termine.
El campesino de 61 años reconoce que no dejará sus bienes porque en ?las cosas propias, se vive como quiera porque es propio, en lo ajeno no se está tranquilo?.
?Es muy amargo lo que estamos viviendo, estamos pasando algo muy difícil, estoy muy preocupada porque tengo aquí a mis hijas?, expresó visiblemente consternada, Rosa Sánchez, de 54 años.
?Yo no puedo salir porque tengo a mis animales, no sé a dónde ir, qué hacer, si queremos vender nos pagan muy barato? explicó y dijo que con ayuda de sus familiares que llegaron de otras ciudades ha podido contar con comida para su familia. Sus sembríos de papa se perdieron.
En el recorrido por la zona occidental del volcán, el panorama es el mismo. Gris en lugar del verde característico de estas tierras fértiles, casas cubiertas de ceniza, caminos desérticos, extensos sembríos de maíz, tomate, papas, habas acabados.
Ruth Salango, es una anciana indígena que lleva a su nieto de siete meses en brazos. Pese a que la ceniza podría producir irritación en ojos, piel y aparato respiratorio, la mujer lleva apenas su traje, su tradicional sombrero pequeño y anda descalza.
Tenía cultivos de maíz y mora en su natal Bilbao de donde salieron al menos 67 familias para refugiarse en Cotaló junto a su familia.
?De eso vivíamos, maíz y mora teníamos para vender cada viernes en Pelileo y ahora no hay nada?, afirmó.
Los animales no pueden comer los pastos con ceniza, unos logran ser trasladados a otros sitios no afectados. Algunos se quedan y tienen síntomas de estar enfermos y en otras zonas aledañas a las quebradas por donde desciende material incandescente, se ha encontrado ganado carbonizado.
Las autoridades provinciales reconocieron temen por la situación de miles de evacuados para quienes la ayuda resulta insuficiente.
?Nos preocupa en este momento la alimentación de esas personas y la reactivación de los campos que fueron anegados totalmente con ceniza, agua y lodo?, dijo el gobernador de Tungurahua, Eduardo Toaza, quien coordina el Centro de Operaciones de Emergencia de esa provincia.
Informó que se han solicitado 20 mil 650 raciones alimenticias. Cada una abastece a una familia de cinco personas durante 15 días. Las primeras 600 ya han sido distribuidas y se espera que 500 más se entreguen en las próximas horas.