“El partido no termina hasta que termina”.
Yogi Berra
Mucho me gustaría decir que no. Pero hay buenas razones para pensar que las campañas negativas son eficaces. No es México el único país en el que esto ocurre, por supuesto, pero el éxito de las campañas negativas ha sido subrayado aquí por el hecho de que la campaña presidencial se ha vuelto más cerrada en las últimas semanas.
Cada encuesta ofrece cifras y metodologías distintas, es verdad, pero todas las que se han difundido públicamente señalan que el margen de ventaja de Andrés Manuel López Obrador se ha venido desvaneciendo. Fuera de unos cuantos estudios, como el de GEA/ISA, todos los demás siguen colocando al tabasqueño en el primer lugar de las preferencias. Pero esa ventaja de diez puntos o más, la cual hizo parecer en un momento que la contienda ya estaba decidida, ha disminuido radicalmente. Hoy los márgenes oscilan entre los dos y los seis puntos porcentuales.
No hay certeza sobre los factores que han llevado al cierre de la carrera. Hay buenas razones para pensar que López Obrador se hizo a sí mismo un daño enorme al decirle públicamente al presidente: “Cállese chachalaca”. El candidato pudo haber limitado el daño; pero aparentemente seguro de que su ventaja en las encuestas lo hacía indestructible, repitió en varios escenarios ese ataque al presidente.
Lo que a él le pareció gracioso o quizá valiente, mucha gente lo vio como una muestra de intolerancia. Roy Campos, director de Consulta Mitofsky, señaló hace ya varias semanas que el uso del término chachalaca para referirse al presidente le había hecho daño a López Obrador. Cómo serían las cosas que la peor campaña negativa en contra del candidato de la Alianza por el Bien de Todos era simplemente repetir sus palabras.
No todo el deterioro, sin embargo, ha sido responsabilidad de Andrés Manuel. Las campañas negativas de publicidad que tanto el PAN como el PRI han dirigido en su contra parecen haber tenido efecto. Por eso ambos equipos han aumentado la intensidad de los anuncios negativos. De hecho, el spot más memorable en la campaña de López Obrador es también negativo: es esa petición, esa verdadera súplica, de la escritora Elena Poniatowska a los panistas, para que dejen de mentir sobre su candidato, quien según ella construyó el segundo piso del Periférico no con nuevas deudas sino con trabajo y honestidad.
No deja de ser significativo que el PAN, después de colocar un anuncio cuestionando personalmente a la escritora, haya decidido retirarlo dos días después. El spot es claro y ha hecho daño, pero éste no se puede revertir atacando a la Poniatowska.
Según los datos divulgados por el IFE, la candidatura de López Obrador ha tenido más tiempo de publicidad en televisión que cualquier otra. Esta información, que ha sorprendido a los perredistas y enfurecido a Federico Arreola, es consecuencia del hecho que López Obrador ha tenido un programa diario de media hora de duración a las seis de la mañana en el canal 13 a nivel nacional. Pero la verdad es que fuera de los anuncios de la Poniatowska, que son también negativos, la campaña de Andrés Manuel ha sido poco recordada. Ni sus emisiones de televisión -que son tan aburridas como cualquier programa oficial- ni sus spots, que parecen comerciales de promoción de obra de Gobierno, con un cierre en el que se toca una musiquilla alegre con el lema de “honestidad valiente”, han logrado penetrar.
López Obrador y su equipo de campaña no pueden seguir cerrando los ojos a la realidad. La estrategia de mostrarse como vencedores seguros les ha resultado contraproducente. El gran avance en las encuestas del perredista tuvo lugar durante el proceso de desafuero, cuando se le percibió como víctima del Gobierno. Hoy empieza a vérsele como prepotente.
El hecho de que Andrés Manuel lleva tanto tiempo en primer lugar en las encuestas es también un factor negativo. Cualquier puntero en cualquier tipo de competencia sabe que estar al frente tiene un costo. Aun en las mejores circunstancias le habría costado mucho trabajo a Andrés Manuel detener un descenso en su popularidad. Pero él no ayudó a su causa al insistir en llamar chachalaca al presidente y ordenarle que callara.
Hoy, después de la Semana Santa, la campaña está empezando nuevamente, y lo está haciendo en un punto en el que la contienda se muestra mucho más reñida que en un principio. Esto obliga a los partidos a reconsiderar sus estrategias. Ninguno puede estar satisfecho con lo logrado hasta el momento: el PRD, porque ha perdido parte de una ventaja que parecía definitiva; el PAN y el PRI, porque siguen estando detrás de López Obrador en una contienda a la que le quedan menos de tres meses de duración.
CALLEN CHACHALACAS
Elena Poniatowska tiene todo el derecho a expresar su apoyo a López Obrador. Mal hizo el presidente del PAN, Manuel Espino, en descalificarla por eso. Pero también los panistas y priistas tienen derecho a manifestar sus cuestionamientos al candidato del PRD. Las campañas políticas sirven precisamente para eso: para que escuchemos propuestas y cuestionamientos. Nadie tiene derecho a callar a nadie. Pero ésta ha sido una campaña en la que todo el mundo quiere callar a los demás.
Correo electrónico:
sarmiento.jaquemate@gmail.com