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Chabelo ?Catafixia? su carrera

El Universal-AEE

MÉXICO, DF.- Xavier López, hijo mayor de una familia guanajuatense ?común y corriente?, cuyos padres fueron dos inmigrantes en Estados Unidos, se jugó el todo por el todo en una catafixia con el destino, con su vida y con su futuro, ?sí, fue la catafixia que me llevó a cambiar la profesión de médico por la de actor?.

Para llegar a ese momento, el hoy popularísimo Chabelo pasó por muchos momentos difíciles en su infancia, adolescencia y juventud, lo que le enseñó a ganarse la vida desde los seis años de edad. El trueque entre la medicina y la actuación tuvo como principal escollo el carácter enérgico de su padre, ?me enfrenté a él con todo el miedo del mundo?. Xavier ya que era campeón nacional de lucha grecorromana, ?y sabía que por mi decisión de abandonar la Facultad de Medicina podía voltearme una bofetada?.

Un principio de anemia cerebral era el argumento esgrimido por el joven López para dejar la carrera de medicina. La necesidad de trabajar, estudiar y hacer ejercicio le estaba minando su salud, ?sólo dormía dos horas diarias. Me levantaba a las seis de la mañana para entrar a las siete a clases. A las diez estaba en Televicentro donde laboraba en el staff en ensayo de programas. A las 14 horas volvía a la Facultad de Medicina; a las tres de la tarde regresaba a trabajar en la televisora. Por la noche retornaba a casa, cenaba y me ponía a estudiar hasta las tres o cuatro de la mañana?.

Recuerda el actor que en la escuela se quedaba dormido y le venían lagunas mentales, ?despertaba a media clase y sufría mucho: no sabía quién era yo; qué estaba haciendo ahí ni quiénes me rodeaban?. La segunda ocasión que le ocurrió fue auscultado por un médico y después de rigurosos estudios y análisis ?me dijo que estaba a una hora, un día, una semana o un mes de una amnesia total que me llevaría a perder 17 años de mi vida?.

Atrapados en la miseria

Los padres de Xavier fueron gente del campo, ?se conocieron desde niños, pero las circunstancias de la vida los llevaron a migrar a EU, cada quien por su lado. El destino los reunió nuevamente en Chicago, donde se casaron. Mi padre había hecho dinero y logró tener un restaurante y un cabaret. Por la prohibición del alcohol y las luchas gansteriles perdieron todo y decidieron retornar a México, a León?.

En la capital guanajuatense, dice Xavier, ?pasé la mejor época de mi vida: la niñez?, a pesar de que por decisión de su progenitor el niño, de sólo seis años de edad, por ser el mayor de los tres hijos y el único varón, comenzó a trabajar, ?lo hacía en el rancho de un amigo de mi padre, sembrando papas, cebollas o cortando alfalfa?. La crisis económica los obligó a trasladarse a la ciudad de México.

Anécdota de horror

De su niñez algo que se le ha quedado al actor para siempre en su memoria: ?Haber presenciado el momento cuando un asesino desenterró la cabeza de un hombre al que, junto con otros dos, había descuartizado. Tenía yo tan sólo nueve años de edad y había logrado meterme entre la gente parapetándome hasta adelante, en el momento justo en que el asesino mostraba a la policía, la prensa y los curiosos la cabeza sangrante, llena de tierra, desprendida del cuerpo de su víctima?.

En la vida del ídolo de los niños asiduos al teleprograma En familia, hay una paradoja que el mismo destino le ha deparado, ?como en mi infancia no teníamos muchas posibilidades monetarias, mi madre le cortaba las piernas a los pantalones que mi padre iba dejando, para que yo los usara. Era yo entonces gordito. Mis compañeros de la escuela no me bajaban de joto. Lloraba mucho de día y de noche. Mi mamá me consolaba diciéndome que se me veían muy bonitas mis piernas. Yo odiaba esos pantalones y ya ven las vueltas que da la vida, he vivido económicamente gracias a los pantalones cortos de Chabelo, ¡quién lo diría!?

Ve de cerca la muerte

El conductor ha muerto dos veces y sigue vivo. ?Una vez por comer una almendra descompuesta tuve parado el corazón minuto y medio e incluso me administraron los santos óleos. Vi mi vida de principio a fin; presencié mi velorio con mi madre y mis hermanas al lado de mi féretro. Ahí estaba yo adentro. De pronto, la imagen se convirtió en un círculo perdiéndose en el infinito. Comencé a rezar el Padre Nuestro porque sabía que me estaba muriendo. El médico que me atendió, dicen, me golpeó el pecho y me inyectó adrenalina. Regresé a la vida. Eso ocurrió hace 35 años?.

Dos años después, volvió a vivir la experiencia a causa de la aplicación de suero antitetánico sin haber pasado los dos años de rigor, ?mi destino tampoco era morirme, aquí estoy todavía?. Ahora Xavier sólo se pregunta ?si la tercera vez será la vencida?.

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