Es el nombre dado a China en el oriente y viene al caso ahora que se ha transformado en la amenaza para Estados Unidos de Norteamérica y al decir de los expertos, poco a nada podrán hacer para evitar que sean desplazados como primer potencia económica mundial, alrededor del año 2020. Una encuesta demostró que el 80 por ciento de los norteamericanos veía a China como seria amenaza para la seguridad nacional y desde luego que nosotros vamos “en la polla”.
La República Popular de China, apoyada por Hong Kong, Taiwán, Singapur y Corea del Sur, está decidida a apoderarse del liderazgo de la economía del mundo, para eso se han estado preparando desde hace muchos años y al parecer lo va a lograr “por las buenas y/o por las malas”.
El vasto imperio chino ha vivido, a grandes rasgos, tres períodos: el Imperial -abarcó dos milenios-; el llamado “de humillación extranjera” -siglos XIX y XX- y el régimen comunista -a partir de 1949-. Viven la influencia filosófica confuciana, que permitió la pluralidad en creencias con el taoísmo, budismo y políticamente la línea del legalismo y mohísmo -el Estado por encima de todos y de todo-.
China, tiene como herencia imperial un nivel elevado de aspiraciones y visión de dominio regional y mundial; la persistencia de intereses que compiten entre sí; además el peculado y el respeto a la legitimidad ideológica y a la historia. También recibió humillaciones del extranjero, al imponerles tratados injustos y quitarles derechos territoriales -Japón (1930-40) la invadió formulando un Estado títere en Manchuria, gobernada por un niño-; aprendió que los occidentales eran poderosos militarmente, que no iban a aceptar sus principios filosóficos y culturales. Los enseñaron a desconfiar de los foráneos y no depender de nadie; que la tecnología e independencia es la clave para sus propósitos, debiendo crear un fuerte vínculo entre ésta y la seguridad nacional, haciendo esfuerzo en adoptar la modernidad sin perder su cultura.
La China comunista tuvo un primer período –1949-1956- de reconstrucción y transición; un segundo –1956-1959- de réplica del modelo soviético y un tercero 1958-1960- llamado “el gran salto de Mao”, que intentó llevar al campo la producción generando hambruna, culminando con la Revolución Cultural –1966-, reprimiendo a estudiantes y profesores y disolviendo el sistema educativo, llegando en 1975, a la pérdida del avance en el desarrollo económico logrado, época conocida como “Década Perdida”.
También entendieron que la combinación de economía e ideología era explosiva; la tecnología sólo puede dar su rendimiento rutinario y para lograr procesos sostenidos se requiere transformación mental y reorganización del sistema productivo, combinando la estructura con la experiencia -a Mao no le gustaba la idea, temía un ataque ruso-.
A partir de 1978, empezó la reforma, trasladando la inversión del turismo a la manufactura ligera, descubriendo que la importación masiva no bastaba para alcanzar la competitividad: era preciso construir una estructura humana, educativa y organizacional. Y se pusieron a hacerlo.
Con una población aproximada a mil 300 millones de habitantes se ha transformado en la “fábrica del mundo”. Para darle una idea le enumero algunos datos: producen el 70 por ciento de juguetes, el 60 por ciento de bicicletas, 50 por ciento de calzado, 33 por ciento de valijas de piel, 50 por ciento de hornos de microondas, 33 por ciento de televisores y acondicionadores de aire, una cuarta parte de las lavadoras y la quinta de refrigeradores. Son el mercado más grande para la venta de aviones Boeing, máquinas y herramientas para la industria automotriz.
Taiwán es la mayor productora de computadoras; Hong Kong se ha transformado en el centro financiero y de negocios más importante del área. Reúnen 75 mil millones de dólares de reserva en un comercio sólo es superado por la Unión Europea y Estados Unidos siendo casi el doble del mercado japonés.
Más de la mitad de las exportaciones de China se debe a multinacionales extranjeras establecidas por acuerdos firmados con el Gobierno, que hábilmente administra su atractivo mercado interno para negociar y exigir transferencia de tecnología. Los inversionistas locales aportan igual capital al extranjero y deben ubicar a chinos en puestos claves, donde aprenden técnicas y adquieren conocimientos del negocio.
Por lo anterior, está llamada a ser el contrapeso de Estados Unidos, espacio dejado por Rusia. Su estructura social y su repulsa contra los fundamentalismos la hacen natural aliada contra el terrorismo y ha sido útil en las negociaciones con Corea del Norte; al pertenecer a los comités de comercio y seguridad de la ONU, ha sabido fortalecerse políticamente para alcanzar sus objetivos.
Escribíamos sobre sus logros, por las buenas: aprendió a importar equipos básicos como parte de una transformación, dejando de considerar a la empresa como una colección de destrezas técnicas, para verla como una entidad que valora las capacidades de integración y sinergia; tiene un enorme territorio a explotar; sobrada mano de obra para uso intensivo; Hong Kong, Taiwán y Singapur como aliados, son proveedores de capital y catalizadores de conocimientos; una vibrante comunidad de exiliados y estudiantes por todo el mundo; aceptó audazmente la inversión extranjera controlada, la que no quiso Japón, por temor a perder soberanía y cultura; está luchando por recuperar su capacidad de inventar, innovar; sobre todo, tiene una gran tradición en la constancia en el trabajo.
Por las malas: se aprovecha de la reducción de costos generados por su mal manejo de los derechos humanos y la libertad individual, permitiéndose una ceguera para violar la Ley con el plagio de ideas, inventos, piratería y clonación de productos. ABC News cuantifica en 20 mil millones de dólares anuales las pérdidas de compañías extranjeras en China; una de cada cinco pierden el 20 por ciento de sus ingresos, tan sólo Procter and Gamble deja de percibir 150 millones anuales; Yamaha calcula que cinco de cada seis motocicletas circulando son falsas y Nintendo cree que sus pérdidas son del orden de 650 millones de dólares.
Thomas Boam, ex ministro de la Asociación Nacional de Manufactureros de Estados Unidos, piensa que hasta el 30 por ciento del PIB Chino proviene de esas actividades ilícitas. Otros creen que la piratería electrónica cubre hasta el 90 por ciento de las ventas al interior; en software el 94 por ciento, videojuegos 97 por ciento y hasta el cien por ciento en audiocassettes.
Nosotros los ayudamos a minar nuestra economía cuando compramos al ambulantaje descontrolado -piense en el centro de las tres ciudades en Navidad-; nuestras autoridades pecan gravemente con la debilidad mostrada. Recuerde que la industria textil y mueblera son componentes importantes de nuestra economía regional, pues bien: de 1989 a 1999, China participaba en el mercado de textiles con un 20 por ciento; hoy es el proveedor número uno de Estados Unidos; se calcula que para este 2006 abarcará el 70 por ciento del mercado.
En ropa, pasará al 45 por ciento y su secreto es pagar poco -menos de 50 centavos de dólar la hora- costos unitarios más bajos por su alta productividad, sumando la economía de escala. Sus fábricas están capitalizadas, lo que les da acceso a tecnología de punta eficientándolas y encuentran sus insumos en la misma región; su debilidad en creatividad y diseño la solucionan copiando productos extranjeros.
Entre 1996 a 2002, la importación de muebles chinos se duplicó siete veces y la Secretaría de Comercio Exterior, en un estudio descubrió que tienen una visión nacional más fuerte, buena planeación a largo plazo, clima para la inversión favorable, trabajadores baratos y costos de materia primas más bajos. ¿Qué novedad?.. ¿verdad?
Las autoridades deberán ponerse a trabajar para favorecer el ambiente de la productividad nacional, o mejor aún, dejar el lugar a quienes pueden hacerlo y bien podríamos empezar por atacar el comercio informal e ilegal. ¿no le parece?
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