Madrid, españa
Susana vivió ayer cinco horas de angustia. Las que transcurrieron entre las 13:00, momento en el que entró en el Hospital Clínico de Madrid, y las 18:00, cuando salió del centro médico, con la tranquilidad de no estar infectada. Ya por la mañana oyó en la radio que en algunos vuelos del trayecto Heathrow-Barcelona había restos radiocactivos y, apenas llegó al trabajo, abrió el periódico y se encontró con que el avión que había tomado el pasado domingo para volver de Londres, estaba entre los que tenían restos de polonio 210. ?Según lo leí me entraron los siete males?, confiesa. Susana Molina, agente de viajes de 30 años, llamó enseguida a la compañía British Airways para informarse y le dijeron que no se preocupara y que, simplemente, debía hacerse un chequeo con su médico de cabecera.
A las 13:00 horas llegaba al Hospital Clínico y era aislada en una sala, en cuarentena. ?Como no sabes lo que es, ni cómo se cura, te quedas intranquila por la incertidumbre. Te asustas un poco porque sólo ves entrar y salir a médicos y enfermeros con mascarilla y guantes?.
Ninguno de los otros siete compañeros de trabajo que volaron con ella el domingo se fueron a hacer las pruebas: ?No estaban tan nerviosos como yo?. Durante las cinco horas que estuvo en el hospital le fueron practicadas varias pruebas de radiaciones y un análisis de sangre -que fue remitido a una clínica especializada-. Un físico entró a explicarle que era muy difícil que estuviera afectada, que el polonio no se contagia por el aire sino por bebidas o comidas. A las 18:00 le comunicaban que todo estaba en orden y que podía irse a casa. ?En British Airways me contaron que de la gente que se ha hecho pruebas, todavía no había nadie infectado?. (El País)