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Cinecrítica / Criaturas Rastreras pasean por pasillos de la memoria

Calificación: Tres estrellas de cinco

Por Max Rivera II

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Babosas carmesíes que se arrastran dejando un rastro sanguinolento. Cadáveres humanos reanimados por fuerzas oscuras, que marchan torpes y amenazantes. ¿Son el material del que están hechas las pesadillas? ¿O los recuerdos?

Criaturas Rastreras no será del gusto de todos, pero si usted es de los que les gusta, le dará un gusto tremendo. Es una cinta sobre asquerosos invasores espaciales que no se toman en serio su tema, y si se toma muy en serio el ritmo, la forma y el corazón que se deben poner en una película. Es un homenaje a muchísimas películas sobre monstruos, zombis e invasores del espacio que se hicieron en los 80 y 90. De las que son inferiores se pitorrea sin piedad. A las que son superiores les dedica un respetuoso saludo.

Criaturas Rastreras arranca en un pueblito gringo que es más vulgar que típico. El director James Gunn nos aclara rápidamente que el lugar no es ni romántico ni culto, mostrándonos a sus habitantes (un montón de actores desconocidos y extras poco agraciados) felices porque el próximo arranque de la temporada de caza de venado. Días antes, sin que nadie se diera cuenta, un meteoro que lleva en su interior una carga letal, cayó en las afueras del pueblo.

En una de las primeras escenas de la cinta, Gunn nos presenta a quienes serán los personajes principales, haciendo que se crucen por la calle central y que con una sola línea de diálogo se pinten de cuerpo entero. Es un recurso trillado y barato, totalmente adecuado para el presupuesto y tono de la cinta. Así conocemos al noble y tranquilazo sheriff, eterno enamorado de la bella del pueblo, que se casó con el hombre más rico del lugar.

El hombre rico, durante una caminata nocturna, descubre los restos del meteorito y a una extraña larva que se arrastra fuera de la roca. La criatura dispara un aguijón que se mete en el cuerpo del hombre, recorre la espina dorsal y se aloja en el cerebro. A partir de esa noche y durante los días siguientes continuará la grotesca transformación del tipo, cuya conciencia y cuerpo son ahora controladas por un parásito espacial.

Este es el modus operandi de la especie invasora: encuentra un cuerpo huésped, que será el papá, luego busca a una hembra para preñarla, la mamá, que incubará a miles de agresivos gusanos (consulte el póster de la cinta), sus hijitos. Cada gusano invade a otro huésped y controla su cuerpo y voluntad. En pocos días pueden dominar un continente entero, a menos que un puñado de valientes pueblerinos los detenga.

La historia es narrada con la dosis justa de sangre, tripas y baba. Gunn maneja el suspenso con mano maestra. Nos hace olvidar que es su primera película. Y de las muchas virtudes de Criaturas Rastreras, sobresale su sentido del humor, nada sofisticado pero siempre oportuno. La mejor forma de entrar a ver la película es esperando poco. Recibirá mucho.

El reptar de los gusanos y el torpe caminar de los zombis (anóteme entre los que prefieren a los zombis lentos sobre los zombis rápidos, un viejo debate) me devuelve a los tiempos de la prepa. Tardes en que alardeábamos tener el valor y la resistencia necesaria para ver películas como La Mosca, La Mancha Voraz o alguno de los muertos vivientes, e invitábamos a quiénes eran la verdadera causa de todos los temores e inseguridades, las chicas. Gracias Cronenberg, gracias Romero, por darnos el pretexto para abrazar y ser apretujados. Preparatorianos de hoy: aprovechen a las Criaturas Rastreras, lleven a su chava o su prospecto, y al salir no se olviden de agradecer al señor Dunn.

Criaturas Rastreras en un homenaje al muchos clásicos recientes del cine de horror. Y por encima de todo, un homenaje al espíritu y las ambiciones de una cinta de ?clase B?, concepto que ya no existe. Aunque muchos jóvenes no lo crean, hubo un tiempo en que en el cine las funciones eran de dos o tres películas. La estelar y otras de relleno. Muchas películas de bajo presupuesto nacieron para ser relleno. Esas eran clase B. Hoy han sido sustituidas por producciones destinadas directamente al mercado del video o DVD, películas que nunca conocerán la oscuridad de una sala de cine, ni el calor de un proyector.

Una buena forma de resucitar la clase B o impulsar al cine independiente serían los boletos de valor proporcional al presupuesto de la cinta. Así, si un boleto para ver Poseidon le costara cincuenta pesos, ver Criaturas Rastreras le costaría menos de diez. Que fácil sería saber cuándo estamos pagando demasiado, y cuándo estamos aprovechando una verdadera ganga.

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