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Cinecrítica / Crónicas de la muerte con anunciantes

Crítica 4 estrellas de 5

Por Max Rivera II

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Creo en la televisión. Creo que la televisión siempre dice la verdad. En cualquier noticiero, en cualquier canal, invariablemente se dice la verdad. Cuando un medio le ofrece las noticias, no siempre le dirá la verdad sobre los hechos, pero siempre le dirá la verdad sobre si mismo.

Pasemos a otra información.

La escena es el funeral de un niño, en un barrio miserable de la periferia. La gente se apretuja, algunos traídos por la compasión, los más jalados por el morbo. El pequeño fue una víctima más del ?Monstruo de Babahoyo?, violador y asesino serial de niños que asola al Ecuador desde hace meses, ha cobrado cientos de víctimas, y mantiene a la policía local en absoluto despiste.

Durante el funeral, un vendedor de biblias que maneja una camioneta destartalada, trata de sacarle la vuelta a la multitud, pierde el control y accidentalmente atropella y mata a un niño. Para colmo, se trata del hermanito de la víctima, una broma macabra del karma perverso que persigue a los miserables.

En ese momento los dolientes y mirones, obedeciendo al mismo llamado rabioso, se hacen uno, se convierten en turba. En perfecta sincronía sacan al vendedor de la troca, le propinan una ejemplar golpiza y se preparan para coronar su obra con el obligatorio baño de gasolina y fuego.

Ya le comenté que la acción transcurre en Ecuador, aunque la coreografía del linchamiento es universal. La misma danza escalofriante se repite en México, Sudamérica, África y el sureste asiático.

La televisión nos muestra hasta el cansancio la saña dirigida a la policía, y una o un par de veces la que tiene por objeto a vulgares ladrones o violadores, como si algunos se lo merecieran. Es un error. Todos son la misma manifestación prepotente de la impotencia.

Todos son cartitas de queja en el buzón del sistema judicial. Aguas, porque aunque desde la comodidad del helicóptero siempre veamos al lumpen volcado contra el lumpen, es una violencia que con apenas un ligero cambio de circunstancias, un azuzamiento distinto, puede escalar clases sociales.

En fin. Este cuadro horripilante, que a los espectadores en la sala resultará difícil de mirar, es una bendición, un regalo de los dioses para el equipo de televisión que está cubriendo el funeral.

John Leguizamo interpreta al reportero de ?Una hora con la verdad?, noticiero latino con factura en Miami cuyo estilo y contenidos ya puede usted imaginarse. El reportero, que durante el linchamiento mantuvo prudente distancia, a la hora de la gasolina tiene un arranque de valentía o compasión o exhibicionismo o todas las anteriores, y se interpone.

La turba se confunde, pierde su momentum. La policía aprovecha para llevarse al vendedor. El reportero se convierte en el héroe de su propia historia.

Todo esto ocurre en los primeros quince minutos del la cinta. Crónicas tiene un arranque tan intenso, que hace que el resto de la historia parezca arrastrarse a ratos. Pero vale la pena verla.

Es una crítica sencilla, directa y demoledora al negocio de las noticias, y al supuesto reportaje de denuncia, que en vez de ser motivado por la empatía con los desprotegidos, es jalado por el lucro, el morbo y la vanidad.

Haciendo el seguimiento de la historia, el reportero descubre que en la cárcel el vendedor es acosado y corre peligro de muerte. Como siente que su trabajo está hecho y le esperan historias más jugosas, se despide y le desea suerte. Entonces el desesperado vendedor de Biblias (interpretación magistral de Damián Alcázar, en un registro alternadamente patético y siniestro) le ofrece información confidencial sobre El Monstruo.

Es una carnada suculenta que el reportero no puede evitar morder. Luego de largos y penosos regateos, Leguizamo obtiene muchos datos fidedignos, sospechosamente certeros. El uso que el reportero da a la información plantea dilemas terribles y demuestra que en el ejercicio del trabajo reporteril, cuando chocan la ética y la práctica viciada, siempre arroja saldo rojo la verdad.

Crónicas es una coproducción de México y Ecuador. Al consultar la ficha técnica, verá que hay más estrellas entre los realizadores que en el elenco. Los productores son Alfonso Cuarón y Guillermo del Toro, puro talento mexicano de exportación. Han paseado la cinta por festivales internacionales, como Sundance y San Sebastián, con muy buenos resultados.

Le recomiendo que vea Crónicas. Aunque quizá se pregunte qué caso tiene pagar por ver linchamientos, si en la tele los ve gratis. Es cierto. Pero en Crónicas verá una golpiza con mensaje claro, sin editoriales ocultos dirigidos a algún candidato supuestamente violento, o a un gobierno represor.

Es más, la de Crónicas es una golpiza de a mentiras, con actores de común acuerdo, construyendo una moraleja bien definida. En cambio las otras son estelarizadas por actores involuntarios, a los que poco les interesa ser símbolos de la barbarie de los radicales, o de la brutalidad policíaca, lo que quieren es que acabe la madrina.

En la filmación de Crónicas ningún animal fue lastimado. En Atenco, se sabe de al menos un perro, cuya ausencia de pedigrí fue el poderoso magneto para un toletazo inexplicable.

Y lo que es mucho peor, las violadas de Atenco tuvieron la desgracia de protagonizar su acto fuera de cámaras, que es lo mismo que no existir.

En fin, vaya a ver la ficción para descansar de la realidad.

mrivera@solucionesenvideo.com

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