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Cinecrítica / La tierra fría es suelo fértil para la semilla de la justicia

Crítica 3 ½ estrellas de 5

Por Max Rivera II

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- En la novela 1984 de George Orwell, se describe claramente el proceso de ?doble-pensar?, que voy a intentar resumir aquí. Se trata de eliminar instantáneamente un pensamiento inapropiado, invocando un pensamiento contrario. Con práctica y disciplina, el mecanismo logra hacerse automático.

En el mundo Orwelliano, la práctica del doble-pensar es un síntoma más de la descomposición social y de la opresión del pueblo por parte del poder oligárquico. Quien tiene pensamientos contrarios al gobierno debe suprimirlos de inmediato, o quedará expuesto a la acción represiva de la policía del pensamiento. Doble-pensar es el máximo acto de sumisión, porque ni siquiera en la privacidad de la mente se puede ser libre.

Sin embargo, y pese a la ominosa referencia de la novela de Orwell, el acto de doble pensar puede sernos útil. Si debido a nuestra cultura o nuestra crianza, se forman de manera inevitable pensamientos misóginos, racistas, clasistas, homofóbicos o emanados de cualquier otro prejuicio estúpido, la rápida invocación de la idea contraria puede alejarlos de la mente. Y sobretodo, evitar que lleguen a la boca o a las manos. Así, un procedimiento abominable se usa con fines nobles.

En Tierra Fría, la nueva cinta de la directora neozelandesa Niki Karo, Charlize Theron interpreta a una esposa maltratada que, junto con sus dos hijos, abandona al marido golpeador y busca refugio en la casa paterna, en un helado pueblo del norte de Minessota. Ahí le ofrecen la oportunidad de trabajar en la mina de hierro que es casi el único sostén del pueblo, y que fue obligada por ley a emplear mujeres en la línea de producción. Theron acepta, pese a la resistencia de su padre, que también trabaja en la mina.

Desde el primer día, Theron se da cuenta de que las mujeres laboran en circunstancias intolerables. Los compañeros de trabajo las desprecian, humillan y provocan sin cesar. La burla y el rechazo llegan a niveles tan burdos, tan grotescos, que pudieran resultar inverosímiles. Theron trata de pasarlos por alto y se une, por un tiempo, a la política de silencio que sus compañeras practican, ofreciendo al manotazo el otro glúteo.

Pero las ofensas y amenazas sexuales van subiendo de tono, ante la mirada cómplice de gerencia y sindicato. El abuso llega a tal punto que Theron hace lo impensable: entabla una demanda jurídica contra la empresa minera. La historia esta basada en sucesos reales. ¿Le suena como algo que ocurrió a principios de Siglo? ¿Qué le parece principios de los ochenta?

Me gustaría pensar que las circunstancias han sido exageradas por motivos dramáticos y didácticos, pero sospecho que muchas son dolorosamente ciertas. La injusticia contra la que luchan las mineras es flagrante, y la directora no deja de restregárnosla en la cara, a veces con demasiado ahínco. Como dijera Monsivais alguna vez, es imposible disentir con la obviedad. Supongo que Karo, la directora, calculó que entre el público se encontrarían algunos misóginos recalcitrantes, de modo que lo mejor era administrar parejo una dosis elevada de indignación.

Tierra Fría, pese a sus momentos de melodrama propagandístico, es una cinta imprescindible. Le podemos perdonar el poco hábil manejo de las escenas en la corte, porque a cambio nos regala momentos de poderoso impacto emocional, como una reunión sindical en donde el personaje de Charlize Theron acude a exigir la solidaridad de sus compañeros y obliga a su padre a definir sus lealtades.

Espero que en un futuro cercano, los hombres no necesitemos doble-pensar para alejar el prejuicio, y que los hijos de nuestros hijos nazcan con una mente limpia, que sólo piense en la libertad, la igualdad y la fraternidad.

Bueno. Es una coincidencia afortunada que la acción de Tierra Fría se desarrolle en una mina, donde el sindicato y los patrones se han unido en sucio maridaje para perpetuar la explotación y la injusticia. Ni siquiera necesito forzar el comentario. Usted ya sabe de qué hablo. Es imposible disentir con la obviedad.

Algo tienen las minas. Como si al extraer la riqueza de la tierra se excavara también las profundidades del corazón humano, donde por cada tonelada de porquería se encuentra un diamante refulgente. Lo que ocurrió en Pasta de Conchos se debe convertir en una referencia para la eternidad. Es una mancha de sangre y lágrimas en la historia, y como sabemos, la sangre y las lágrimas son la tinta con que se escriben las leyes.

He pensado durante días en Germinal, la película francesa de 1993, basada en la novela de Emilio Zola de 1885. Un grupo de mineros logra rebelarse, durante breve tiempo, contra los patrones por las inhumanas condiciones de trabajo y la mísera paga. Los trabajadores son reprimidos, pero Zola mantiene la esperanza de que su inconformidad rinda fruto. Para él los mineros son como semillas en la tierra.

Me callo y dejo que Zola termine: ?Ahí abajo también crecían los hombres, un ejército oscuro y vengador, que germinaba lentamente para quién sabe que futuras cosechas, y cuyos botones no tardarían en hacer estallar la tierra?

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