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Cinecrítica / Misión tolerable

Tres estrellas de cinco

Por Max Rivera II

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Todos conocemos a Bond, James Bond. El tipo es un bon vivant promiscuo y elegante. Sabe de armas, pero no es un nerd del armamento. Usa los últimos gadgets tecnológicos, pero siempre con un dejo insolente y despectivo. Cuando pelea, pone la eficacia del puñetazo por encima de la estética oriental de las patadas voladoras. El espía inglés es el modelo a seguir por todo aspirante a machín.

Ethan Hunt es en muchos sentidos el opuesto de Bond; es el ejemplo que usted debe seguir si sueña que lo clasifiquen como metro-sexual, sea eso lo que sea. Tiene conocimiento profundo de computadoras y pistolas, porque seguramente se ha quemado las pestañas durante noches enteras de estudiar manuales. Pelea con la precisión y vistosidad de un ballet, y en cada película se enamora sufrida y desesperadamente de una sola mujer. Lo que es más, en Misión Imposible III hasta se casa (Bond frente a un altar sería una de las señales del Apocalípsis).

Bond y Hunt son dos caras de la misma falsa moneda de tres pesos. Dos versiones del espía infalible e inmortal, que sólo puede existir en el mundo perfecto del cine. En la vida real los trabajos de espionaje se realizan con herramientas mucho más vulgares, como la corrupción y la traición. Y por la evidencia que se nos presenta día a día, la inteligencia que producen las verdaderas agencias norteamericanas e inglesas apenas sirve para justificar vagamente guerras e invasiones a países tercermundistas.

Pero usted disculpe, me estoy adelantando. ¿Sabe quién es Ethan Hunt? No se avergüence si lo ignora. Hunt es el héroe de las tres cintas de Misión Imposible. Si no ha visto ninguna de las películas de la serie y se siente confundido, porque recuerda que los episodios televisivos de Misión Imposible eran protagonizados por un equipo completo de espías, con diferentes especialidades y habilidades que se complementaban, la memoria no lo engaña.

Hoy las cosas han cambiado. El ego de Tom Cruise, que interpreta a Hunt, no permite que el cuadro se comparta. Desde la primera misión asimiló las habilidades de los demás espías, y a partir de entonces, por aquello del qué dirán, le convida a regañadientes migajas de acción a un reparto multiétnico de apoyo.

De la antigua Misión Imposible no queda casi nada. Se autodestruyó después de los primeros cinco minutos de la primera cinta, un trabajo que decidió aceptar Brian de Palma. Bueno, queda algo. Algo muy importante. El inconfundible, inigualable tema musical.

Si con todo este rollo le he dado la impresión de que las cintas no me han gustado, sepa que no es así. Las tres me han divertido bastante. Esta última más que la anterior, pero menos que la primera. De Palma disminuido sigue siendo más grande que la mayoría de los directores, y su visión tortuosa le dio un toque oscuro a Misión Imposible I, una sensación de auténtico dolor por las traiciones, de elegantes vueltas de tuerca, de delicioso suspense de vieja escuela.

La primera Misión Imposible además cuenta con un stunt que de manera instantánea se colocó entre las escenas clásicas del cine: el descenso en cuerda en la habitación blanca llena de alarmas. No es poca cosa crear una imagen inmortal. Piense que la larga serie de Bond apenas ha logrado crear dos o tres.

Rápidamente le platico el planteamiento de M.I. III. Hunt ha dejado lel espionaje activo, y ahora se dedica a entrenar a otros agentes. En la vida civil finge ser un controlador de tráfico urbano, tiene una nueva novia y planea sentar cabeza. Su vida transcurre tranquilamente, hasta que el organismo donde trabaja, el FMI (se llama igual que el fondo monetario, también es intervencionista y también causa cataclismos en los países en que mete mano), lo llama para un trabajo en el que sus habilidades son imprescindibles. Se trata de capturar a un traficante de armas, que está a punto de venderle a un país enemigo un arma que podría acabar con la vida en el planeta entero.

Ya sé que la historia suena tan original e impredecible como una montaña rusa, pero al igual que con las atracciones de la feria, el chiste es subirse y disfrutar el recorrido. Las tramas apenas importan. Ni siquiera los némesis de los espías occidentales son memorables ya. Las rocas que cayeron del muro de Berlín formaron un dique que propició una sequía de villanos que ya va para veinte años.

He oído a algunos cronistas de espectáculos del DF quejarse de que la cinta es ?demasiado? fantasiosa, pero encantados de que vieron a Tom Cruise en la premiere en la capital. Por el contrario, a mi Cruise me deja frío, pero en lo que se refiere a películas de acción, mientras más descabelladas, me parecen mejor.

mrivera@solucionesenvideo.com

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