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Cinecrítica / Poseídos y confundidos en un mundo maravilloso

Max Rivera II

Crítica 2 1/2 estrellas de 5

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Si el éxito a corto plazo, inmediato, de una comedia, se mide por la cantidad de risas que nos causa, supongo que la misma evaluación subjetiva se puede aplicar a una película de horror, con sustos y estremecimientos como unidad de medida. Ateniéndonos a esta calificación cuantitativa, Poseídos cumple holgadamente con el reto.

Pero esta cinta coreana aspira a mucho más. Pretende superar también las medidas cualitativas, en un intento serio por colocarse a la altura de El Sexto Sentido o El Aro, dentro de esa categoría híbrida de horror, tragedia y suspenso psicológico. Tiene en común con estas cintas la presencia de fantasmas. Pero las supera en la atención a los detalles que exige, y la buena memoria necesaria para conectar, una vez hechas las revelaciones finales, escenas que al principio fueron desconcertantes o parecían no tener relación.

Todo este esfuerzo mental debe realizarse, además, mientras se lucha contra el instinto natural de taparse los ojos o voltear hacia otro lado. Le soy franco, a mí me resultó una experiencia agotadora, y no estoy seguro de haberle sacado todo el jugo posible, o siquiera si hay tanto jugo como parece haberlo.

Le cuento rápidamente de qué se trata, sin revelarle demasiado. Dos hermanas regresan a la casa paterna, luego de pasar un tiempo en tratamiento psiquiátrico. Tratan de superar el trauma causado por la muerte de la madre, y la profunda antipatía que les produce su madrastra. Esta mujer, la madrastra, es también un caso clínico, pero que no ha recibido la atención médica debida. El padre, por su parte, es un ser ausente y desesperantemente dominado por su nueva mujer.

Los cuatro viven aislados, en una casa que algún arquitecto inepto diseñó para que el sol no entrara por ninguna ventana, y decoró con un catálogo completo de tapices florales. Desde el principio de la cinta se hace evidente que muchas de las cosas que vemos no ocurren realmente, que son pesadillas o exageraciones. Conforme pasan los días, la convivencia entre los cuatro se va haciendo más agria, y más frecuentes las visitas de un fantasma pálido y sanguinolento que azota puertas, da jalones y se parece a una de las hermanas.

A estas alturas, usted se está relamiendo los bigotes o de plano decidió no ver la cinta. Aunque le lata el género y su idea del placer incluya los sobresaltos, debo advertirle que no se trata de una película fácil. El director Ji-Woon Kim, está decidido a complicarle la tarde, rizando el rizo que da miedo. Esta historia de dos hermanas tiene una producción de innegable belleza, y si le gusta, una segunda vista le recompensará con una mejor comprensión de la obra de Kim, además de engordarle el bolsillo al director coreano. Yo paso.

Aún a riesgo de verme como racista ignorante, debo confesarle que a las muchas confusiones que sufrí durante la cinta, hay que añadirle la de las identidades. La dificultad de distinguir a los protagonistas entre sí, en más de una ocasión me distrajo de la trama. Ojalá que usted no comparta mi falta de práctica para reconocer rostros orientales. Si es así, únase a la lista de firmas que pretendo juntar, para pedirle a los realizadores coreanos y japoneses que coloquen a sus actores, en lugar visible, un gafete. Con escritura occidental, por supuesto.

Si no les pareciera justo, reto a los coreanos a ver Un Mundo Maravilloso. Apuesto que la confusión es reciproca. Ya me imagino en un cine de Seúl, escuchándolos: ¿Cuál es el protagonista? El moreno. ¡Todos son! El de bigote. ¡Muchos traen! El de la papada. ¡Carajo (en coreano), todos tienen!

Escuché en entrevista a Luis Estrada, el director, que le pusieron así a la cinta para aprovechar el desembolso que ya habían hecho al pagar los derechos de la bella canción de Louis Armstrong. Cosa curiosa, la han usado en un montón de películas, y aunque se trata de una rola optimista y soñadora, no recuerdo haberla visto en una situación que corresponda a la letra. Siempre es usada como contrapunto, en escenas gachas y desoladoras.

La cinta mexicana no es la excepción. La melodía aparece justo al final, en el epílogo crudísimo de una historia tosca. Un Mundo Maravilloso tiene muchas virtudes y un sólo defecto, que permea a toda la película: su tono de caricatura burda. Como me hubiera gustado que Estrada hiciera la cinta con menos coraje y más tacto. El veneno surte más efecto cuando se inocula suavemente en la vena que cuando se escupe en la cara.

Por otra parte, entiendo la urgencia del realizador y su miedo de que al envolver el mensaje en ironía más fina, pasara desapercibido. Hemos de apreciar su tino, o su confianza en que el gobierno de Fox siguiera por este camino, en el que México es más esquizofrénico que ayer. Esa realidad imaginada de la prosperidad casi conseguida, a la que solo le falta un empujoncito para poner una lavadora de cuatro patas en cada hogar. Estrada juega en un mundo opuesto, bizarro al de Fox, y al igual que el presidente, consigue muchos más strikes que hits.

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