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Cinecrítica / Una ridícula y sublime marcha de los pingüinos

Calificación: Cuatro estrellas de cinco

Por Max Rivera II

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- Casi al final de la película Contacto, de Robert Zemeckis, Jodie Foster emprende un alucinante viaje por el espacio-tiempo. Durante el trayecto, Foster trata de describir lo que ve, en términos de astrofísica. Pero llega a un punto en que el paisaje que se le presenta es de una belleza sobrecogedora, y se queda sin palabras. ?Poesía?? dice, ?debieron mandar a un poeta?.

Las imágenes de la antártica que vemos en La Marcha de los Pingüinos también parecen de otro planeta y el comportamiento de los pingüinos es extraño, por decir lo menos. El acierto del documental francés es que prescinde de términos geológicos y biológicos, y parece haber sido realizado por poetas.

No es difícil encontrar poesía en el cortejo y apareamiento de los pingüinos. Al igual que las composiciones líricas, el ritual de las aves está lleno de rebuscamientos inútiles y bellos. Además resulta aleccionador que la incubación y la crianza temprana de los polluelos se efectúe por ambos padres, en comprometida sincronía. Quién diría que las heladas lejanías del polo sur nos escondían desde hace milenios un ejemplo de moderna paternidad responsable.

Pero vamos desde el principio. Cuando cumplen cinco años, los pingüinos sienten el llamado del amor. Entonces se reúnen, por inexplicable coincidencia, en el mismo lugar y día. Inician luego su marcha, caminando en fila a lo largo de un centenar de kilómetros. No se deje engañar por el gracioso bamboleo de las aves, la marcha no tiene nada de divertida.

Con temperaturas de menos cuarenta a menos sesenta grados centígrados durante el verano, la antártica es el lugar más inhóspito de la tierra. Sin población indígena ni recursos naturales deseables, el continente seguirá siendo un santuario para los pingüinos hasta que el mundo enfrente una escasez de hielo. Al llegar el grupo a una planicie apenas protegida por bajas cordilleras, empieza el coqueteo de las hembras, que superan en número a los machos en proporción tres a uno.

Según la película, los pingüinos se reconocen entre sí por sus sonidos distintivos. Son tan idénticos, que el sonido que más debe repetirse es ?usted disculpe caballero, creí que era una dama?. Luego de la cópula, que es bastante discreta o está muy censurada, los futuros padres esperan juntitos durante dos meses, hasta que la hembra pone el huevo. Los pingüinos son monógamos, pero antes de que las señoritas suspiren con ternura, permítanme aclararles (porque la cinta no lo deja del todo claro), que su monogamia sólo dura un año. A la temporada siguiente las parejas cambian.

Lo que sí es admirable, es la dedicación y el sacrificio de los machos, tan poco frecuente en el mundo animal y humano. Ellos empollan y aguantan un ayuno de meses, hasta que la cría rompe el cascarón. Pasarán cuatro meses más, lapso en que la cría ha madurado lo suficiente para caminar hasta el mar. Por si el frío no fuera suficiente, las aves deben sobrevivir horripilantes ventiscas y depredadores ocasionales.

El tortuoso ciclo de vida de los pingüinos, que se repite año con año con milimétrica exactitud, nos hace pensar en la antigua batalla entre los creyentes del creacionismo y los defensores de la evolución. Gracias a la educación laica y la sabia postura adoptada por la iglesia Católica, que acepta la evolución de las especies como algo más que una mera teoría, la mayoría de los mexicanos transitamos graciosamente entre el mito y la ciencia, sin mayores conflictos. Pero para muchos grupos cristianos, tanto aquí como en el resto del mundo, la marcha de los pingüinos es un estandarte bordado por la inconfundible mano de Dios, sin ayuda de Darwin alguno.

No sé. Si Dios es totalmente responsable del comportamiento de estas bellas aves, habría que ver con que torcido sentido del humor despertó el día que las creó. Podría haberles puesto más fáciles las cosas.

El documental, dirigido por Luc Jacques, ha sido un inusitado éxito mundial. En la versión gringa, por alguna extraña razón, cambiaron el estilo de narración y la música de fondo. En México la vemos con la música original, y con tres narradores que hablan en primera persona, como si fueran un pingüino macho, uno hembra y un recién nacido. Aunque pareciera un recurso barato para forzar la respuesta emocional del público, el resultado no es tan desagradable.

La Marcha de los Pingüinos es una cinta muy recomendable, que no se mete en honduras científicas o religiosas, y que puede ser un buen paseo para los chiquillos, siempre y cuando no los impresione mucho la visión de algunos polluelos muertos. Basta con que tengan algo de experiencia con el Discovery Channel.

Mi esposa y yo esperamos seis años para tener un bebé. Durante ese tiempo, fueron muy frecuentes los comentarios del tipo ?¿y cuándo van a encargar??. Ahora que nuestro niño tiene tres años, a cada rato nos preguntan ?¿y para cuándo el otro??. Antes pensaba que la gente lo decía sólo para hacer conversación. Ahora reconozco en el tono de las preguntas el compás del instinto de la especie, el ritmo de la marcha de los humanos.

mrivera@solucionesenvideo.com

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