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Cinecrítica / V de Venganza y doble V de Orwell

Max Rivera II

Crítica 4 estrellas de 5

El Siglo de Torreón

TORREÓN, COAH.- A intelectuales y artistas a menudo se les pregunta qué libro llevarían a una isla desierta. Un sólo libro. ¿Cuál? A mí nadie me lo va a preguntar, pero de todos modos aquí tiene mi respuesta: 1984, de George Orwell, la escalofriante ficción sobre una sociedad oprimida bajo la bota del Gran Hermano, que todo lo ve, todo lo oye y nada deja sin castigo.

Estaría dejando a mi autor favorito, Kurt Vonnegut, y a muchísimos latinoamericanos, pero el libro de Orwell contiene advertencias imprescindibles para todo aquel que sueña con utopías, actividad a la que seguramente dedicaría mucho de mi tiempo libre en la isla.

1984 es una mirada desesperanzada a los mecanismos del poder y el uso del miedo y la mentira como efectivas herramientas de control. Aunque el libro tiene clara dedicatoria al estalinismo, su despiadada radiografía permite la certera diagnosis de cualquier estado totalitario, fáltele el corazón del lado izquierdo o del derecho.

Orwell nos alerta sobre la facilidad con que la utopía de unos cuantos se convierte en la distopía de todos los demás, y que el peor camino hacia el orden y la paz es el decreto. 1984 es un compendio de ?no haceres?, que plantea retos y cuestionamientos para cada etapa de la construcción de modelos de convivencia social, que obligan al diseñador a borrar y empezar de nuevo. 1984 traerá horas y horas de diversión en mi isla desierta, que alejarán de mi mente los lamentos por no haber escogido el libro que realmente necesitaba: un manual de campismo.

Ahora a V de Venganza. La nueva producción de los hermanos Washowski (los de Matrix), es dirigida por James McTeigue, que fue su asistente de dirección en la trilogía y es sin duda un alumno brillante. La cinta es una clara caricatura de muchas políticas que hoy imperan en Estados Unidos e Inglaterra. Con paralelismos nada disimulados, V de Venganza plantea una sociedad inglesa del futuro cercano, que se entregó a un gobierno opresor a cambio de la promesa del orden y la captura de los terroristas que contaminaron el agua y mataron a cientos de miles de ciudadanos.

Esta sociedad, en apariencia próspera y civilizada, vive bajo toque de queda y sometida a estricta censura. De la nada, aparece un buen día un individuo enmascarado, que tras hacer explotar el palacio de justicia, secuestra la transmisión televisiva y anuncia que al año siguiente hará volar el parlamento. El enmascarado, que se hace llamar ?V?, invita a los televidentes a estar presentes en el próximo acto terrorista, para manifestar su repudio al gobierno.

La película recorre ese año, durante el cual la policía lucha por descubrir al sublevado, los gobernantes tratan de convencer a la población de que no pasa nada, los gobernados se sienten cada vez más descontentos y ?V? se luce en apariciones de brillante teatralidad y diálogos que son torrentes de citas citables.

?V de Venganza? es una cinta importante, más no por la forma en que toca sus temas, que se acerca más al entretenimiento visual que a la reflexión filosófica. La importancia de la cinta radica en el lenguaje que usa para dirigirse al público que se dirige. Es un formato que resultará muy atractivo para los jóvenes, y su mensaje es todo, menos inofensivo.

En ?V?, como en Brasil de Terry Guilliam y hasta en Aeon Flux, se nos recuerda que los gobiernos de rostro dictatorial no necesariamente tienen cuerpo de escasez. De hecho, si se proporciona a la población un estándar razonable de comodidad, más difícil le será rebelarse. Todas las cintas que mencioné le deben algo a la visión de Orwell, todas juegan con la atracción morbosa que despierta el nihilismo y su gusto juvenil por la destrucción de estructuras, pero esperan que el espectador entre en reflexiones más profundas sobre modelos anárquicos de convivencia pacífica y ausencia de gobierno, que no es lo mismo que ingobernabilidad.

Si no fuera por su esencia frívola, ?V de Venganza? sería peligrosa y hasta incendiaria. No llega a tanto. Lo que sí es, es un entretenimiento superior, que provoca asombro, mucho placer y no pocos cosquilleos al cerebro.

Concluí que la mejor alternativa a las revoluciones es la alternancia democrática, pero de una velocidad que la acerque al vértigo. Olvídese de los gobiernos sexenales, ¿qué le parecen semestrales? Una rápida rotación de funcionarios y contratistas que no le dé tiempo a ninguno para encariñarse con el erario. Un tiovivo en el que comprar el poder sea imposible, pues tendrían que comprarnos a todos. Un alegre e impredecible juego de las sillas, que maree y desoriente a los corruptores y los intolerantes. Un desfile acelerado de gobernantes donde los intereses y convicciones de usted estarían real y brevemente representados, por usted mismo.

mrivera@solucionesenvideo.com

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