El Universal
MÉXICO, DF.- La conductora Claudia Lizaldi es irreverente, romántica, loca, viajera y muy atrevida, al grado de debatir con el escultor y pintor jalisciense Juan Soriano sobre la muerte, a pocos meses de su fallecimiento.
Claudia, como conductora, es amante de las entrevistas y sabe que sus orígenes en Canal Once le enseñaron a ser una mujer diferente, ?cuando salí de Canal Once estaba triste, pero entendí que siempre hay algo más?. Una de las palabras que más la califican es ?corazones? porque los ve hasta en la sopa y los fotografía con su cámara digital de bolsillo.
Es bromista, pero no con el negocio y ahora es una de las jóvenes empresarias que cumple caprichos de bodas, ?el vestido blanco es para tomar a alguien de la mano y caminar juntos?.
-¿El colmo de una novia, sería vender vestidos de novia (teniendo pareja)?
-Ojalá que sí, porque entonces querrá decir que tengo un novio con quien me querré agarrar de la mano, hasta hoy no he encontrado una persona con la que tenga esa empatía, soy muy soñadora, libre, aprenhensiva y muy intensa. Sí me encantaría ser una novia, pero no en una ceremonia religiosa, sino en una ceremonia de amor.
-¿Cuál es la mejor entrevista que has realizado?
-Una de las entrevistas que me han dejado más satisfecha fue al escultor Juan Soriano, que falleció hace poco. Le hice una entrevista en agosto del año pasado y hablamos de la muerte y él me decía que la esperaba, no con ansia, pero que la esperaba. Era un hombre muy divertido, durante la entrevista me ?choreó? y me platicó que sus hermanas se habían muerto al mismo tiempo, parecía como muy ilógico, pero no es cierto, siempre te vacilaba y te daba la vuelta, hasta me dijo que le encantaba provocar y en plena entrevista me dijo: ?Me encantaría violarte?. Sólo me provocó un montón de risa porque me pareció maravilloso esa ligereza con la que un hombre se tomaba la vida.
-¿No te incomodó Juan Soriano?
-Claro que no, no era para molestarme, no me faltó al respeto, como entrevistador y ser humano no te puedes tomar las cosas personales.
-¿Fue un piropo que el pintor y escultor Juan Soriano te dijera que quería violarte?
-Claro que es un gran piropo procedente de Juan Soriano, finalmente era una cosa muy lúdica, era una broma, por supuesto que era una broma...
-¿No te arrepientes de haber tocado el tema de la muerte con Juan Soriano?
-Él murió seis meses después de la entrevista y fue extraordinario poner en pantalla esa parte que decía ?yo espero la muerte, estoy en paz? y qué bonito porque creo que la muerte es algo importante de la vida, tan es así que pasa una vez, además tú tienes que estar listo para afrontar una transición real, no es que la desee ni tampoco que esté ?clavada? en el thanatos (según el sicoanalista Sigmund Freud es el impulso que nos lleva a la muerte y provoca que el sufrimiento sea el martirio de todo ser humano), simplemente lo he pensado.
-¿Y la peor entrevista, o todo depende del cristal con que se mire?
-Cada vez que no te preparas para una entrevista sales con una deuda, tanto con la persona que vas a platicar y contigo mismo. La peor fue con Víctor Trujillo, porque de repente se acabó el casete, me estaba diciendo cosas increíbles y no estaba grabando.
-Si tuvieras que relacionar tu vida con una historia de película, ¿Cuál sería?
-Amélie, me encanta hacer bromas, pero también sé sentir a la gente especial. Mi escena favorita es cuando ella se hace agua cuando se le pierde de vista su galán y describe tan bien esas cosas que te pasan mil veces en la vida.
-Si estuvieras al frente de la Organización de Naciones Unidas (ONU), ¿acabarías con los problemas entre judíos y palestinos en 15 minutos?
-Es un conflicto que viene desde la Biblia, sin embargo, creo que las cosas son más simples de lo que se ven, no me pondría en el papel de 15 minutos, creo que este tipo de conflictos que están tan enmarañados y que no te permiten ni ver la luz, son mucho más sencillos de lo que podemos ver, porque es una cuestión de respeto. Cuando ves que la gente celebra por la muerte, es algo muy triste porque la humanidad no está hecha para eso, sino para amar. Si estuviera en los zapatos de Kofi Annan, me las vería negras (risas).
