EL PAÍS
MOSCÚ, RUSIA.- Georgia ha quedado prácticamente paralizada debido a la falta de gas y electricidad que está sufriendo en estos días de inusitado frío. Hace seis días, las exportaciones de gas desde Rusia cesaron debido a dos explosiones en los gasoductos que llevan el combustible hacia ese pequeño país transcaucásico de menos de cinco millones de habitantes.
El problema se agravó ya que los supuestos extremistas no sólo pusieron bombas en los gasoductos, sino también en las líneas de alta tensión por las que Georgia recibe electricidad desde Rusia. Por último, un huracán, el más fuerte de los últimos 35 años, “completó” la labor de los saboteadores al romper un tramo de la línea de alta tensión Imeriti, por la que llega la energía eléctrica a Tbilisi, la capital, y a las regiones orientales de Georgia.
Las autoridades del país ven en la desgracia que les ha caído encima malévolos planes de Rusia, que, según el presidente Mijaíl Saakashvili, desea “poner de rodillas a Georgia”. El primer ministro, Zurab Nogaideli, ha declarado por su parte que Georgia “de hecho se encuentra en las condiciones de un bloqueo energético”, lo que “en gran parte se debe al sabotaje en el principal gasoducto y a los sospechosamente prolongados trabajos de reparación en territorio de Rusia”.
La falta de electricidad y calefacción se ha convertido en una auténtica tragedia para la gente de a pie debido a que Georgia está pasando por una ola de frío sin precedentes, acompañada de tormentas de nieve. La gente, para no congelarse, se ha dedicado a derribar árboles para hacer fogatas, alrededor de las cuales se reúne en la calle, prepara la comida y bebe “chacha”, el típico aguardiente georgiano hecho de uvas.
Hay enormes colas para comprar queroseno, las escuelas han tenido que suspender las clases y numerosas tiendas permanecen cerradas y ya se empieza a sentir la escasez de algunos productos básicos, como el pan. Varios barrios capitalinos se han quedado, además, sin agua.