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COLUMNA| El ajonjolí de todos los moles

Arturo Brizio Carter

El arbitraje en la Copa del Mundo ha quedado a deber, quedando por debajo del nivel del juego que tampoco ha sido nada como para escribir a casa.

El problema empieza cuando la Comisión de Árbitros de la FIFA genera una gran expectación con todas las instrucciones que gira y que pretende se pongan en vigor en pleno campeonato mundial; con esto, jugadores, técnicos, dirigentes, prensa y público en general esperan ver incrementado el nivel de jueces que vemos durante todo el año en los diferentes torneos locales e internacionales.

El memorando hecho llegar a todos los involucrados en el evento hace hincapié en puntos fundamentales como son: ataque frontal a la violencia reprimiendo con tarjeta roja cualquier entrada por detrás y el juego brusco grave; una adecuada calificación de las faltas que permitan sancionar en cualquier parte del terreno de juego y en todo momento del partido: se amenazó con amonestar a todo jugador que fingiendo faltas intentara engañar al árbitro y en general, un modo de dirigir que permitiera al cuerpo arbitral estar encima del partido.

Pues poco de este documento que la letra dice ser mandatario, se ha cumplido, pues vemos entradas violentas que en ocasiones ni siquiera se marcan como faltas, penales van y vienen sin sanción y los que se marcan son dudosos o inexistentes y con excepción del colombiano Óscar Ruiz ningún juez ha amonestado a un jugador por fingir.

Este tipo de confusión genera el caos producto de la falta de comunicación, y la gente se pregunta, ¿para qué tanto aspaviento si se va a arbitrar como siempre? Lo cierto es que la capacitación queda ausente en la actual administración del arbitraje mundial.

El presidente de la comisión arbitral es el español Ángel María Villar, quién fue el máximo dirigente de la Real Federación española de futbol; con ese carácter llego a la cúpula de la FIFA y luego del caos generado por designaciones erróneas y teñidas de descrédito en Corea-Japón 2002 que favorecieron descaradamente a uno de los organizadores, se le encomendó puntualmente la renovación del arbitraje internacional.

Para el logro de su encomienda, el directivo llamó a dos hombres de toda su confianza, paisanos de él y compañeros de un servidor en la Copa del Mundo de Francia 1998, José María García Aranda y Fernando Tresaco Gracia, árbitro central aquel, asistente este, quienes han gozado prácticamente de una carta blanca para meterle mano al reglamento.

La bronca es que esto no es un problema de nacionalidades sino de capacidad y este par carece de ella y lo peor es que cepillaron a los demás instructores de gran experiencia en la FIFA para formar su propio grupo.

Pero bueno, este es el entorno internacional y el momento del arbitraje en el Mundial pero resulta que ahora aparece un personaje que, a decir de la gente en Alemania se ha convertido en ajonjolí de todos los moles, el señor Franz Beckenbauer.

El Káiser opina por igual de economía que de política, de futbol que del clima y de arte como de arbitraje. Sólo le falta leer horóscopos en la televisión alemana por las mañanas.

Con esa capacidad, que competiría con la de algunos políticos mexicanos, el buen Franz arremetió contra los jueces diciendo que están mostrando demasiadas tarjetas.

Si supiera el exitoso ex jugador y director técnico de la selección alemana que lo que ha faltado es fuerza arbitral dejaría de hablar de lo que no sabe. ¡Y pensar que se piensa en él para la presidencia de FIFA! Dios nos agarre confesados.

Siguiendo con el tema del arbitraje me ha dado gusto el papel desempeñado por los silbantes mexicanos hasta el momento; Armando Archundia ha cumplido con trabajos aseados en sus dos compromisos y Marco Antonio Rodríguez tendrá que demostrar de qué está hecho al tener que arbitrar un partido donde los contendientes ya no se juegan nada como Costa de Marfil ante Serbia y Montenegro.

Los silbantes Aztecas tienen una gran posibilidad ante sí pues se ve difícil que México pueda avanzar hasta cuartos de final ya que enfrentaría a Holanda o Argentina y pese a que Lavolpe se declara ?enloquecido? por el espectacular desempeño de su escuadra lo más seguro es que hasta ahí lleguen.

De lo perdido, lo que aparezca, y si el Tri no la hace pues de menos que nuestros hombres de negro saquen la cara por nuestro futbol.

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