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MIRIAM GONZÁLEZ

EL SIGLO DE TORREÓN

TORREÓN, COAH.- La economía, el idioma, los rasgos físicos, la historia, las tradiciones... Existen grandes diferencias entre la cultura mexicana y la japonesa, pero según Kazuko Nagao Nozaki hay algo en lo que coinciden: en el trato hacia la gente.

Aunque podría pensarse que la forma de ser de los japoneses es un tanto fría, la jefa del Departamento de Ruso, Lenguas Asiáticas y Griego Moderno de la UNAM considera que sus paisanos se parecen a los mexicanos en la comunicación y el trato directo con el que cotidianamente se desempeñan.

La catedrática de origen japonés estuvo hace unos días en la región para compartir sus experiencias con los maestros de la Universidad Autónoma de La Laguna (UAL), a quienes además de ofrecerles nuevas herramientas para la enseñanza de idiomas, les ofreció una conferencia sobre la cultura oriental.

Al respecto, Kazuko explica que la impresión que tiene el mundo occidental sobre el Japón se debe a su forma de ser, que es ?como una actitud cautelosa, observamos si realmente vale la pena ser amigo de una persona o no, sí hay confianza o no, es como un filtro y cuando se abre entonces se convierte esa persona en nuestro amigo al 120 por ciento, llegamos a ser amigos muy fieles pero con el tiempo, no somos amigables desde el principio?. Por eso, agrega, los extranjeros que llegan a tierras japonesas sufren por no tener amigos tan rápido, ?pero cuando los encuentran, entonces son para toda la vida?.

Una de las grandes diferencias entre ambas naciones es la economía. La maestra en idiomas recuerda que Japón fue derrotado en la Segunda Guerra Mundial y dos de sus ciudades, Hiroshima y Nagasaki, fueron destruidas con las bombas atómicas; pese a ello y a 60 años de esos acontecimientos, el país asiático es una potencia mundial y ella lo atribuye a la disciplina y a la conciencia de sus gobernantes y del pueblo.

?Después de la derrota, nos tuvimos que levantar, teníamos una formación orientada hacia el trabajo, hacia salir adelante sin importar lo que pasó, sin lamentarnos y sin echar culpas; pero nos dimos cuenta que no teníamos recursos naturales, así que los gobernantes hicieron un plan de trabajo para levantar industrias, porque sabían que la fuerza de Japón estaba en la mano de obra de su gente?.

Para ello, destaca Kazuko, fue trascendental la conciencia del pueblo y de los propios gobernantes, quizá una de las mayores diferencias que ella encuentra entre Japón y México. ?Nos tocaron primeros ministros muy concientes, que no tenían miedo a educar a la gente, porque ellos no querían que el pueblo fuera ignorante y que la mano de obra fuera barata, más bien le apostaron a educarlos, sin temor a que les exigieran pagos y derechos justos?.

Es, precisamente, la educación la gran diferencia que la catedrática encuentra entre ambos países. Y considera que mientras el pueblo de México no sea conciente, no podrá salir adelante con todo y los recursos naturales y mano de obra que posee.

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