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Comparten su amor con autos lujosos

El Universal-AEE

MÉXICO, DF.- Nadie que conociera realmente a Britney Spears y Kevin Federline estaría preocupado por los rumores de divorcio. No, hasta que el Ferrari 360 que la cantante regaló a su esposo desapareció del garaje de la pareja y se supo que ella lo había regresado a la agencia automotriz.

Fue especialmente doloroso porque Kevin había invertido muchas horas en el vehículo, cambiando los tubos del escape, repintando las molduras y reemplazando el logotipo de Ferrari por otro que decía Federline, estilizado como las letras de la célebre automotriz.

Las especulaciones sobre su separación solamente se frenaron cuando el auto amarillo volvió a la casa de la feliz familia.

Muchas estrellas del espectáculo, empresarios y políticos comparten con la gente común su pasión por los autos. Cada uno de ellos, consciente o inconscientemente, pretende que el coche refleje su personalidad. Para algunos es una cuestión de imagen, para otros, como Julia Roberts y Leonardo DiCaprio, es también un problema de conciencia.

Ambos conducen vehículos híbridos, que funcionan tanto con electricidad como con gasolina: mientras no se requiere demasiada aceleración o potencia, como para subir una pendiente, el vehículo usa electricidad. Cuando el esfuerzo es mayor, el combustible común.

Estos actores prefieren pagar más por sus autos, pero contaminar menos. Para DiCaprio, ecología no ha significado perder el estilo. Él mismo participó en el diseño del Prius, modelo que Honda lanzó al mercado hace unos cuatro años y cuyo original parecía un pequeño y pesado tanque. A pesar de que su costo inicial fue tres veces mayor que el de un auto normal, el del modelo del actor se elevó otras dos veces, debido a un chasis supermoderno.

El Prius de Leonardo DiCaprio es tan atractivo que una tarde, mientras recorría Nueva York, ocasionó un embotellamiento, pues toda la gente paraba un momento para ver pasar su coche de línea ultradeportiva. El costo de su automóvil rebasa los seis millones de pesos.

A pesar de lo que podría pensarse, Paris Hilton no maneja uno de los más caros del mundo, sino que se ha dejado llevar por la línea seductora de un deportivo, el Bentley Continental GT.

Tiene por lo menos un par: el que fue visto estacionado en el garaje de Paris Latsis, que desató la versión de que vivían juntos, y otro, en color plata, en el que chocó con Stravros Niarchos cuando salían de un centro nocturno. En su caso, coches y hombres parecen ir de la mano. Los últimos modelos de estos coches cuestan alrededor de un millón 900 mil pesos.

En cambio, Britney Spears y su Mercedes Benz SLR Mc Laren son habitúes de los centros comerciales de Los Ángeles. La Princesa del Pop abordaba esta joyita aun cuando estaba embarazada, lo cual no es poca cosa, ya que este vehículo se hizo para correr (alcanza 300 km/h). A Britney, como a su marido, le dio por personalizar su auto y tal vez sea el que más espejos tiene para monitorear su maquillaje.

Como el Mc Laren es un convertible, Britney hizo instalar distintas opciones de espejo para poder echar un vistazo entre semáforo y semáforo. Cuando su hijo Sean nació, le acondicionó sillas de bebé y juegos educativos para que el pequeño vaya con su mamá seguro (¡en un deportivo!) y entretenido a todos lados.

El automóvil que maneja Madonna, un Maybach, es la versión moderna de la limusina y ha sido descrito por los especialistas de la revista Robb Report como ?el nuevo símbolo del éxito?. Es un modelo con todas las comodidades de los autos de lujo y el motor de un auto de carreras (puede alcanzar hasta 350 km/hr).

Como a la cantante le gusta el verdadero glamour, hizo instalar en su auto lo más cercano a un estudio de grabación completo, donde se puede dar el gusto incluso de editar el material en el que está trabajando. Este modelito de la casa Chrysler llega a costar más de cuatro millones de dólares.

La figura del basquetbol, Shaquille O?Neal, un hombre que mide 2.16 metros y pesa casi 140 kilos, no podía tener un auto común y corriente.

De hecho lo intentó en 2003, cuando se compró un Ferrari Cupé, pero tuvo que quitarle el techo para entrar en él. Ahora posee un Rolls Royce Phantom, en el que cabe cómodamente.

Le acondicionó llantas Superman, con un grosor fuera de serie y se pasea en él por las calles de Miami. Con ese automóvil ayudó a la policía a capturar a un delincuente y piensa usarlo cuando logre su nombramiento como policía de reserva o sheriff de la ciudad, un sueño para el que se ha preparado por más de tres años.

A pesar de que entre los ricos y famosos el uso de la limusina está casi erradicado, hay algunos sectores que no han podido sustituirla. En Estados Unidos este lujoso vehículo, que alguna vez fue considerado como epítome del lujo, ahora se utiliza básicamente para pasear a extranjeros o trasladar a quinceañeras, según el semanario Celebrity Cars.

Sin embargo, un gran entusiasta de ellas es el presidente George Bush, quien posee una de la marca Cadillac (cuyo costo no excede los 500 mil pesos).

Acaba de comprar el nuevo modelo de la DTS, una limusina con una longitud de cinco y medio metros, con especificaciones de lujo a la cual se le tuvieron que añadir tres líneas telefónicas y tres paneles de televisión.

Parece que a Bush no le interesa demasiado tener lo mejor de lo mejor, pues como indica el sitio de la marca, las limusinas están de oferta.

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