No cabe duda que la aseveración hecha por Juan Pablo II a un periodista que le acompañaba en uno de sus viajes alrededor del mundo, tenía toda la razón.
Dentro de la cabina de un avión, a quién sabe cuántas decenas de miles de pies de altura, el periodista le inquirió groseramente acerca del porqué sus múltiples viajes, a lo que el recordado Papa respondió que era el único modo como la prensa se ocupara de informar acerca de la Iglesia y de las noticias trascendentes que de ella emanan.
Esta anécdota viene a colación al constatar el silencio informativo con que los grandes medios mundiales, aun de países mayoritariamente católicos como el nuestro, reaccionaron ante la aparición hace ya más de un año del Compendio del Catecismo de la Iglesia Católica.
El compendio fue presentado oficialmente por el entonces presidente de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe, cardenal Joseph Ratzinger, el Domingo de Ramos de ese año, es decir unos cuantos días antes de la muerte de Juan Pablo II el gran impulsor de este fenomenal trabajo de estudio y síntesis de todas las verdades de la fe católica.
Resulta por tanto muy interesante ver en las primeras páginas de este libro de alrededor de 200 páginas el motu proprio firmado por el Papa Benedicto XVI y al mismo tiempo la introducción firmada por la misma persona poco antes de haber sido elegido sucesor de San Pedro.
Todos los últimos Sumos Pontífices quizá desde beato Pío IX y sobre todo a partir de Pío XII han insistido en que el mayor problema al que se enfrentan los fieles de la Iglesia es su terrible ignorancia en materia de la doctrina cristiana.
A la hora de hablar de temas de fe y religión pocos somos quienes aceptamos la ignorancia supina que sobre la materia tenemos, pero no obstante nos damos a pontificar y hablar con una seguridad pasmosa, cuando que a lo mejor ni siquiera recibimos la instrucción básica para recibir la primera comunión.
Por ello la Iglesia que es madre y maestra según palabras de beato Juan XXIII se ha preocupado por presentar a sus fieles un cuerpo de doctrina fácil de leer y de estudiar.
Uno de los trabajos monumentales del prolífico pontificado de Juan Pablo II fue el convocar a numerosos estudiosos de las ciencias filosóficas y teológicas para promulgar el Catecismo de la Iglesia Católica en el año de 1992.
En él se encuentran detalladas todas las verdades de fe que el católico debe conocer como parte de la vivencia integral de sus creencias.
Una vez concluido ese fenomenal trabajo de presentación al lenguaje contemporáneo de esas verdades fundamentales de nuestra fe, el Papa encomendó al cardenal Ratzinger llevar a cabo un compendio: un resumen de todo el Catecismo, labor que terminó diligentemente el ahora Papa Benedicto XVI en la fecha antes citada, pero que sin embargo resulta aun tan desconocida para la opinión pública mundial.