Cuando de analizar el torneo mexicano de Primera División se trata, los expertos suelen hablar de un campeonato parejo, donde cualquiera le puede ganar al otro y se insiste en un alto grado de competencia.
Sin embargo, la competitividad en cualquier actividad desarrollada por el ser humano consiste en aplicar las estrategias para lograr la excelencia, pues de lo contrario otros se comerán el pastel.
Comentaré con usted, amable lector, algunos aspectos cuyo análisis nos debe llevar a concluir si nuestra Liga es competitiva o sólo alcanza el gris calificativo de mediocre.
En México a un equipo le basta, para colocarse como superlíder, con ganar el 58% de los puntos en disputa, lo cual indica que un cuadro como Toluca puede con un poco más de la mitad disfrutar de este dudoso honor, puesto que en la liguilla es otra historia completamente diferente.
Otro aspecto de medianía se explica al analizar el número de victorias; sólo un equipo rebasa la mitad y es Cruz Azul con ocho ganados, los demás involucrados en la punta se la rifan entre las siete e incluso las seis victorias, lo que hace pensar que es un buen negocio jugar a no perder.
A dos jornadas de finalizar la temporada regular ningún equipo ha calificado para la fiesta grande, en cambio, 15 de 18 equipos tienen posibilidades matemáticas de seguir adelante en la búsqueda del campeonato.
El goleo es importante como principal elemento del planteamiento y definición de los encuentros, y en México se anotan 2.5 tantos por partido en promedio, confirmando la tesis de que el formato del torneo corto hace medrosos a los directores técnicos.
El líder en este departamento en forma colectiva es Pachuca con 29 dianas, pero hay cuadros como San Luis, en zona de calificación, que han anotado sólo 14 goles es decir, menos de uno por jornada.
A nivel individual es Bruno Marioni con 11 tantos el máximo goleador, y en el pelotón de punteros están tres mexicanos que son Miguel Sabah, Omar Bravo y Juan Carlos Cacho con cifras que oscilan entre los nueve y los siete pepinos.
La disciplina es otro punto de análisis: En el futbol mexicano se muestran, en promedio, seis tarjetas amarillas por partido, pero de los 805 elementos que han visto el cartón preventivo sólo 148 fueron expulsados, es decir, un jugador por partido. La lectura que esta cifra nos da es que los árbitros generosamente reparten amonestaciones pero poco se atreven a sacar la temida roja.
En fin, saque usted conclusiones pero en una cosa estaremos de acuerdo: con sus imperfecciones, calendarios encimados, esquemas ratoneros, chismes extracancha, competitivo o mediocre, este final de campeonato será de alarido.
En otro aspecto completamente diferente debo comentarles que llegó a su final la octava edición de la Copa México Telmex de futbol amateur.
Este evento organizado para que compitan jóvenes entre 16 y 22 años se ha posicionado como el mejor torneo que se hace en nuestro país y que lleva a todos los rincones la posibilidad de hacer lo que la juventud reclama: jugar su deporte favorito en un marco de orden y buena organización.
La gran final la jugaron dos equipazos como Yucatán, con gran disciplina táctica, y Sinaloa, despegando un futbol espectacular. El Estadio Hidalgo de Pachuca fue el escenario de un partido que ninguno merecía perder pero los sinaloenses ganaron con gol de oro.
Felicidades a los contendientes, y un aviso a los señores buscadores: ahí hay gran talento a raudales.