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Ticul, Yuc.- Debido a que los hombres no son buenos administradores y sólo se gastan el dinero de la familia, las mujeres de Ticul decidieron excluirlos de sus grupos, integrados para recibir financiamiento por parte de las microfinancieras para formar pequeños negocios.
Tal es el caso de Irma Santamaría Pacheco, propietaria de una tortillería en este pueblo ubicado al sureste de Mérida y a quien Maseca dejó de brindarle crédito para comprar la masa, lo que la llevó a buscar con prestamistas que le cobraban una tasa de interés de más de 20 por ciento.
Pero gracias a ello se unió a un grupo de mujeres que recibe créditos por parte de Finsol, una Sociedad Financiera de Objeto Limitado (Sofol) especializada en créditos para la microempresa, bajo la forma de autoempleo o empresa familiar y cuya tasa de interés es de 4.5 por ciento.
Para recibir un crédito -ya sea de esta u otra Sofol- se requiere formar un grupo de cuando menos siete personas (que se denomina banco comunal), que se comprometen de palabra ante la institución a invertir el dinero en una actividad productiva y se hacen avales de la persona que recibe el crédito.
Se trata de un crédito comunal y los integrantes del grupo se responsabilizan por el pago del beneficiado, explicó a su vez doña Inés Yamili Góngora, quien invita a participar a mujeres responsables y que necesitan dinero para ampliar o empezar un pequeño negocio.
De esta forma es como los grupos están formados, principalmente por mujeres, pues "los hombres hablan y hablan, por eso los sacamos, las mujeres piensan", aseguró doña Silvia, de 58 años de edad y dedicada al urdido de hamacas.
Por su parte, la directora comercial de Finsol, Elsa Zavaleta Mendoza, refirió que desde que comenzaron a operar las llamadas microfinancieras en México, hace 16 años, la mayoría de los créditos los recibían las mujeres.
Y es que "los créditos se entregaban en comunidades rurales donde los hombres se dedicaban al campo o se iban a trabajar a las ciudades o a Estados Unidos y ellas por su parte empezaban un pequeño negocio para completar el gasto familiar", apuntó.
Ahora, precisó, 98 por ciento de los créditos que otorgan las compañías especializadas en crédito a micronegocios en México es recibido por mujeres, quienes utilizan el ciento por ciento de ese financiamiento en beneficio de la familia.
Doña Silvia comentó que en Ticul, con una población de casi 52 mil habitantes, la gente tiene miedo de ir al banco porque sabe que no le van a ayudar, por eso, cuando reciben un crédito, tratan de darle el mejor uso y se comprometen a pagar puntualmente. Al respecto, Zavaleta Mendoza destacó que la cartera vencida en esta localidad es de cero por ciento, porque representa la respuesta de la comunidad que conoce la importancia de contar con este servicio financiero y la responsabilidad de cuidarlo.
En Ticul -visitada por la producción de calzado, barro y gastronomía local- Finsol tiene dos mil clientes y una cartera colocada de nueve millones 600 mil pesos, a través de créditos que van desde los 500 pesos hasta los 80 mil pesos.
Detalló que el promedio de los apoyos financieros es de tres mil 700, con plazo de cuatro meses y una frecuencia de pago semanal de capital e intereses.
El crédito es destinado a diversas actividades, que van desde la venta de tamales, compostura de zapatos, elaboración de blusas de manta, hamacas, huipiles o guayaberas.
Inés Yamili dijo que con el crédito que recibió confecciona y pinta a mano artículos artesanales para baño y cocina "y con la ayuda de una prima que vive en San Francisco, ya estoy empezando a vender mis productos" en Estados Unidos.
"Me gusta trabajar y quiero seguir trabajando", afirmó por su parte Doña Silvia, frase en que se resume la actitud de este singular grupo de mujeres que logran sacar adelante a sus familias a través de las verdaderas microempresas.