Resulta preocupante la indiferencia que ha mostrado el Gobierno Federal ante el conflicto minero que se vive en Monclova. A pesar de los oficios enviados por autoridades estatales al titular de la secretaría de Gobernación, Carlos Abascal, así como los desplegados publicados por Altos Hornos de México donde se advertía sobre posibles enfrentamientos, la Federación optó por ignorar el problema.
En esta semana se registraron dos grandes peleas campales con palos y piedras entre los obreros que se disputan el control del sindicato minero de aquella ciudad. Afortunadamente no hubo muertes qué lamentar, sin embargo, el peligro continúa latente, sobre todo cuando los seguidores de Napoleón Gómez Urrutia y Elías Morales han declarado estar dispuestos a dar la vida para defender lo que ellos consideran una causa justa.
Ha sido tal la indiferencia al problema, que el Gobierno Federal ni siquiera ha nombrado al nuevo delegado de la Secretaría de Trabajo en Coahuila, luego que el anterior delegado renunciara tras una cuestionada actuación en la tragedia de Pasta de Conchos ocurrida en el mes de febrero.
Para el secretario de Gobierno de Coahuila, Óscar Pimentel, es incongruente que mientras el próximo dos de julio se realizarán las elecciones presidenciales más reñidas en la historia del país, “no se pacten compromisos políticos y laborales que demuestren que los comicios se realicen en tranquilidad”.
A este conflicto debemos sumarle los enfrentamientos en Oaxaca, en Lázaro Cárdenas, Michoacán y por supuesto los de Atenco, son varios los focos amarillos que el Gobierno Federal ha ignorado hasta que el problema se le sale de las manos. A escasos quince días de que se lleven a cabo las elecciones es necesario que la Federación asuma su papel y crear así las condiciones necesarias de armonía y tranquilidad para que nada trastoque las votaciones del próximo dos de julio.
