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Congruencia

Cecilia Lavalle

Nada más propio. Nada más indicado. Nada más sensato. Si parece gato, habrá que tratársele como gato. Si tiene pinta de círculo, habrá que rodarlo como círculo. Si es filoso como cuchillo, habrá que asirlo del mango y cuidar el filo. Por qué, entonces, cuando se tiene rostro de mujer se tarda tanto en entender que no puede ser tratado como si fuera hombre.

Suele suceder en distintos aspectos de la vida, pero en este momento me quiero referir específicamente a las políticas para proteger y mejorar la atención de las mujeres ante el VIH/Sida.

En días pasados el director ejecutivo del Programa Conjunto de la Organización de las Naciones Unidas contra el Sida (ONUSida), Peter Piot, presentó un plan de acción dirigido a la atención de las mujeres. Señaló que los avances para combatir la epidemia han tenido resultados que han beneficiado más a los hombres que a las mujeres. Y, por tanto, se requiere redefinir las estrategias teniendo en cuenta la cuestión de género.

Leo la declaración (CIMACONITICAS, junio 1) y en principio supongo que leí mal la fecha. Porque y la misma nota lo reconoce, desde hace años agencias de la ONU, como UNIFEM, han venido alertando que el Sida cada vez más tiene rostro de mujer; es decir, el Sida está afectando de manera creciente y alarmante a mujeres.

Justo la semana que concluye circularon algunos datos al respecto. Y es que el 28 de mayo se conmemoró el Día Internacional de Acción por la Salud de las Mujeres que, en esta ocasión, por primera vez, centró su atención en la relación Sida-mujer con el lema: Rompamos la Red: un llamado a la acción contra la vulnerabilidad de las mujeres al VIH/Sida.

La sola elección del tema para esta campaña da pistas respecto a la gravedad del asunto, porque la idea de conmemorar este día nace a partir de la necesidad de llamar la atención específicamente en la salud reproductiva de las mujeres.

De acuerdo con una investigación de Lourdes Godínez (CIMAC, mayo 30), en 1987 la Red Mundial de Mujeres por los Derechos Reproductivos acordaron proclamar el 28 de mayo como día para evaluar avances, retrocesos y retos en lo que a salud reproductiva toca, y para, especialmente, recordarle a los gobiernos la obligación que tienen de garantizar a las mujeres el acceso a la salud. De hecho, los primeros 16 años de esta conmemoración fueron dedicados prácticamente en exclusiva al tema. El año pasado el lugar central de la reflexión lo ocupó la violencia contra las mujeres abordado como un problema de salud mundial.

Esta vez el llamado centra nuestra atención en la vulnerabilidad de las mujeres ante la epidemia. Y es que parece que ahí está la clave. La vulnerabilidad de las mujeres, no sólo ante actos de violencia, sino ante la poca posibilidad de negociar cuidados tanto en la pareja como en la sociedad, tomando en cuenta, además, que en general son mujeres las cuidadoras de las personas enfermas.

Los datos duros (Gladis Torres. CIMAC, mayo 26): Más de 17 millones de mujeres viven en el mundo con VIH/Sida. Seis de cada diez viven en África Subsahariana. Entre el 60 y el 80 por ciento contrajo el VIH de sus esposos.

En Latinoamérica y el Caribe el número de infecciones rebasó los dos millones. El Caribe es la región más afectada por la epidemia después de África. Las mujeres que padecen violencia tienen el doble de probabilidad de contraer el virus. En la región, 79 países no cuentan con una legislación contra la violencia doméstica y el abuso sexual, y en 51 la violación por parte del esposo o novio No está considerada un delito.

México ocupa el tercer lugar en el continente Americano, después de Brasil y Estados Unidos. La mitad de las personas seropositivas es de menores de 25 años. Las infecciones han aumentado en las mujeres. Antes, del total de casos registrados (182 mil personas adultas portadoras del VIH) el 16 por ciento correspondía a mujeres. En 2005 se produjeron 4 mil 963 casos de Sida, el 21 por ciento son mujeres. De ellas, ocho de cada diez tienen de 15 a 44 años. La mayoría fue contagiada por sus parejas.

Vuelvo a mi inquietud. Si tiene rostro de gato hay que tratarlo como gato. ¿Por qué si el VIH/Sida va teniendo desde hace años cada vez más rostro de mujer apenas inician los primeros esfuerzos mundiales para encaminar estrategias con perspectiva de género?

Cuestión de política, tal vez. Y no se me escapa que aunque política es palabra de género femenino su mundo está poblado principalmente por varones. Será por eso.

Apreciaría sus comentarios: cecilialavalle@hotmail.com

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