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Consejas

Federico Reyes Heroles

“En estas épocas de campaña nuestro oficio se complica un poco. No faltan los acercamientos y coqueteos que los candidatos y sus equipos lanzan...platicar con él (o ella), eso es todo”.

De entrada uno está obligado a escuchar a las partes, de hecho muchos analistas basan sus líneas en impresiones “en corto”, en información cerrada o “inside information”. Yo la eludo por sistema. Pero en la plática ocurre lo inevitable “y tú, ¿cómo ves mi campaña?”. Es allí cuando el analista se encuentra en una encrucijada, no sólo quieren compartir sus experiencias sino que uno dé consejos.

En teoría se podría comenzar, o terminar el diálogo diciendo, usted no es mi candidato y por lo tanto no le voy a decir que creo que está usted haciendo mal, eso sería tanto traicionar a mi preferido. En ese caso lo mejor hubiese sido no aceptar la invitación y admitir que el corazón del analista late más fuerte de lo que piensa su cabeza. Por principio todos debiéramos querer que las campañas de todos los candidatos fueran mejores, que hubiera más competencia.

Un profesional debe además ser capaz de leer con precisión los que considera errores de unos y otros y debe compartir la información con quién se lo solicite. Si se es un profesional se atiende a todos. Si se está haciendo campaña sólo se atiende a uno. ¡Viva la competencia! Me ocuparé de los tres que tienen posibilidades.

Comencemos por Madrazo, el más vapuleado. En los últimos cinco años el PRI ha sido sistemáticamente la primera fuerza. Hoy algunos estudios la sitúan como la tercera. ¿Será? Madrazo está al frente de la maquinaria más extensa y poderosa, pero es el candidato más débil. No lo es por su posición, que de hecho resulta ideal: estar afuera y ser crítico de un régimen con muchas deficiencias. Además detrás de él hay una tradición juarista, en pleno bicentenario y frente a un neoconservadurismo incontinente. También está ahí un extendido reclamo de eficacia. Su primer obstáculo es el descrédito personal, no logra remontar su fama de tramposo y poco confiable.

Por si eso fuera poco, al igual que Labastida hace seis años, se ha rodeado de un grupo de rostros de mala fama que auténticamente ahuyentan. Súmese a ello los escándalos Gordillo, Montiel y ahora Marín. La resistencia del PRI ha sido asombrosa, pero de seguir por donde va, Madrazo está perdido.

Sugerencias: por razones de tamaño y experiencia el PRI cuenta con espléndidos cuadros. Sin envidias, resentimientos y fantasmas tecnocráticos, Madrazo debe llamarlos y rodearse de ellos. Madrazo tiene un discurso programático bastante articulado, pero si no ataca de frente su mala fama con un mea culpa o con una explicación descarnada sobre la elección de 1994, sobre su fortuna personal y sobre su convicción de romper con los pillos y malolientes será el segundo candidato priista en fallar. Cuando el 60 por ciento del electorado se fija en los hombres y no en los partidos, más le valdría a Madrazo y a su equipo pararse frente al espejo.

Calderón es el desafío más evidente del puntero, López Obrador. Pero la base de su partido es débil y, quizá lo más grave, la cara radical del panismo espanta a muchos. Sugerencias: Calderón necesita lavarse el rostro de conservador que lentamente le han ido endilgando. No podrá conquistar a los jóvenes e indecisos si ronda la idea de que detrás se esconde un cruzado. Controlar a su partido de tropiezos como el de Aznar y tener respuestas para las varias preguntas que le incomodan sería conveniente. El dilema de Calderón es difícil pero no irresoluble. Goza de apoyo entre los empresarios pero hay en él cierta chabacanería con aires foxistas que hoy irrita.

Se quiere ver al futuro presidente con la seriedad que Fox nunca tuvo. Cuidado con la risa autoimpuesta. Su juventud le ayuda y a la vez lo exhibe. Lo juvenil lo puede empequeñecer frente a sus contendientes que exhalan voluntariamente experiencia. Más garra y menos simpatía.

Calderón tiene un discurso bastante articulado pero no ha logrado que esas propuestas se conviertan en el centro de su campaña. Su territorio de conquista son aquellos votantes contrarios a AMLO, cuyo voto en primera instancia se decide por rechazo a ese personaje. Es un votante de rebote que probablemente no esté dispuesto a votar por un candidato que se mira conservador. Entre más elevada la cuota de conservadurismo menos conquista.

Se podría decir que López Obrador, el puntero, no necesita enmiendas en su actuación. Pero no es así. La elección se decidirá en los próximos meses. Si el miedo a AMLO se extiende, si sus contrincantes y sus propios desplantes logran convertirlo en un sinónimo de amenaza, AMLO puede perder. Por más que le digan sus estrategas que no se exponga a los debates o presentaciones con diferentes grupos empresariales, no debe eludirlos. Su ausencia da pie a interpretaciones de lo más diversas. En el silencio y la ausencia se teje al ogro. La sonrisa de confianza excesiva puede ser irritante y la polarización de su discurso puede resultarle contraproducente en un país en dónde sólo el 16 por ciento se considera pobre. Hay muchos más pobres, pero no se perciben como tales.

Quizá el flanco más débil de AMLO es que las cifras que maneja no cuadran, no se le dan. Conforme avance la exposición la inconsistencia será evidente. Tiene que corregir, entre antes mejor. El otro flanco es su limitada visión del mundo. Tiene que sentarse a estudiar. Las campañas empiezan. Faltan cuatro meses. Se calcula que un 30 por ciento del electorado todavía no decide su voto. La moneda está en el aire. Ojalá y todos los candidatos mejoren sus desempeños porque hasta ahora predomina el lodo y las bajezas. ¡Viva la competencia!

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