Si, hay dos tipos de empresarios, los changarreros, quienes en el mejor de los casos solamente tendrán como clientes a sus vecinos si es que no desaparecen antes y los empresarios comprometidos con la calidad y la competitividad, quienes serán también empresarios del futuro con permanencia en el mercado, para quienes no existirán fronteras ya que sus productos son de clase mundial.
La diferencia entre ambos tipos es visión; los empresarios comprometidos se esfuerzan por ser mejores, estar a la vanguardia y ser competitivos, no se conforman con vivir al día sufriendo la zozobra del temor a que los borren del mapa, cuidando solo los resultados en el corto plazo. Esto es un hecho: el empresario sin visión, siempre será un changarrero. Se debe apostar a la profesionalización del capital humano, no se le debe temer a la revisión y auditoria del negocio para certificar que se trabaja con calidad, hay que pasar de ser changarros, a ser unidades productivas certificadas, avaladas por un tercero en sus procedimientos y estándares de trabajo que hacen que sus procesos y productos sean de la más alta calidad.
Ante la apertura de los mercados, la única opción viable es la de certificarse como altamente competitivo y de esa manera poner sin fronteras, en un gran número de clientes sus productos. Hay muchos mitos que frenan a los empresarios para no iniciar el proceso de certificación y no saben que esos mitos, solamente son historias de gente negativa, las normas ISO son costeables y dan buenos beneficios a las pequeñas y medianas empresas.
Hay cuatro mitos principales: que el procedimiento para lograr la certificación es engorroso y es un derroche de dinero. Que la certificación lo obliga a uno a cambiar lo que uno hace y como lo hace. Que es un tramite muy complicado con el que se pretende desaparecer al microempresario. Que la certificación no le dará beneficio alguno al empresario.
A una empresa de cincuenta personas le costaría un promedio de 95 mil pesos y un plazo de tres años el conseguir la certificación, ello implica auditorias para revisar el proceso, a los ocho meses para confirmar que todo funciona bien, al año otra auditoria para verificar que todo marcha de acuerdo a lo registrado y una certificación al tercer año.
La certificación de mayor reconocimiento mundial en la gestión de calidad y una de las más populares es la que se da con el nombre de ISO 9000 la cual muchos empresarios perciben como un requisito engorroso y sin beneficios. Algunos empresarios piensan que esta certificación es una manera de desaparecer a los microchangarros. Los empresarios que ya asumieron el compromiso de certificar su compañía por el contrario, aseguran que es una forma de trabajar bien y con orden. En cuanto a los costos, si se toman en cuenta los beneficios posteriores, se justifican fácilmente. Sin embargo, según la Secretaria de Economía, de un total de 573,656 empresas que aparecen en el padrón, solo se han certificado 1,410 las cuales representan el 0.24% del total; de estas 1410 empresas, 240 son micro, 278 pequeñas, 522 medianas y el resto grandes y todas ellas dieron el gran paso para sobrevivir en el mercado internacional donde solo quedan los empresarios más fuertes y de mejor adaptación.
La certificación es como un pasaporte para entrar a los mercados internacionales. Ante situaciones como la amenaza china, la certificación es como un arma para defendernos, solo de esa manera podemos hablarles de tú a las grandes empresas que están introduciendo sus productos a nuestros mercados.
La pregunta obligada es: Cómo le hago para certificarme? El camino consiste en tres pasos: buscar la ayuda de una empresa consultora en certificación para incorporar a su empresa un sistema de gestión de la calidad, después recurrir a un organismo certificador y por ultimo, cada tres anos renovar el documento que avala la certificación, o sea recertificarse.
El proceso de certificación ISO 9000 no es sino realizar las cosas que uno hace a diario y plasmar el ?como se hace? en papel para que un agente de un organismo externo lo revise y lo avale o sea que se debe demostrar que lo escrito es lo que en realidad se hace. De hecho, el Comité Nacional de Productividad e innovación Tecnología (Compite) proporciona apoyo monetario a las micro, pequeñas y medianas empresas para pagar la consultaría. A los microempresarios se les apoya hasta con el 70 por ciento del costo, a las pequeñas hasta el 50 por ciento y a las medianas hasta con el 30 por ciento del costo.
Debe haber disposición del personal para hacer mejor las cosas cada día y deben dedicar por lo menos dos horas diarias al trabajo que dejan los consultores, de esta forma las empresas implementan sus sistemas de calidad elaborando los manuales, programas, procesos y procedimientos para luego presentarlos al organismo certificador. La clave del éxito para la certificación es la creación de una cultura de capacitación para el personal en todos los niveles, desde los directivos, hasta el personal de intendencia.
Los beneficios de la certificación son: potenciar el desarrollo de las empresas y aumentar su competitividad, tener acceso a nuevos mercados y facilitar la exportación, impulsa a los procesos de mejora continua y da al consumidor mayor confianza en los productos o servicios que adquiere. En la medida en que los empresarios adopten una cultura hacia la calidad, las empresas se verán obligadas a certificarse pues el consumidor cada día es más exigente y exige productos y servicios de la más alta calidad.
Comarca Lagunera. Junio, 2006.
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