Fin de año, ocasión para hacer un alto en el camino; medir avances y evaluar tópicos pendientes con la vida. Justo punto para plantearnos las metas del año por nacer.
El tiempo es al hombre como su propia piel, inseparable y constante. Quizás volteemos la vista a los pasados trescientos sesenta y cinco días, nos preguntemos qué hicimos, y no acertemos a contestar. Algunas otras veces es un solo instante esplendoroso el que parece expandirse a través de todas las dimensiones para volverse eterno.
Hoy me siento a charlar de tú a tú con la vida, y con el corazón en la mano le revelo todos aquellos momentos cuando me ganaron la indiferencia y el desgano, y dejé pasar horas preciosas sin aportar nada al mundo.
Ella a su vez me señala que no todo ha sido malo, que hubo tiempos bien aprovechados; instantes cuando un haz de inspiración divina me permitió salir de mí misma y trascender a través de un gesto de amor a los demás. No fueron hazañas titánicas ni actos de heroísmo; fueron chispazos como una palabra, una sonrisa, un decir ?aquí estoy?; eventos cotidianos que trascienden a partir del momento en que rompen la barrera del yo y tocan a otros.
En este día nos sinceramos una y otra la vida y yo; evaluamos el capítulo que hoy se cierra, y preparamos la página en blanco que empezaremos a escribir mañana.
Aprovecho para dar las gracias por todos aquellos regalos que me dio día con día: Primeramente la vida, que algunos han perdido; lo que me lleva a suponer que hay una razón especial para que yo siga aquí.
Doy gracias por los sentidos que me permiten conocer, disfrutar y aprovechar el mundo que me rodea. Soy capaz de alegrarme con los primeros haces del sol naciente; puedo regocijarme escuchando el sonido del agua al caer, o los trinos de los canarios. Logro exaltar mis emociones con el olor a tierra húmeda o el aroma de un café recién hecho, que invita a conversar. Percibo maravillas de sabores a través del sentido del gusto; distingo, disfruto y elijo. Siento a través de mi piel el amoroso contacto de mis hijos cuyas caricias me hacen sentir que vale la pena vivir.
Más allá de mi entorno personal, doy las gracias por aquellas manos que me han sostenido de una u otra forma a lo largo del año, las que no me han dejado caer cuando claudicaba; las que me han dado la palmada en el hombro justo cuando perdía el ánimo; las manos que han expresado como suyas mis emociones, y se han solidarizado, tanto en los momentos felices como en los menos afortunados.
De la misma manera debo agradecer todas aquellas palabras que llegaron hasta mí; algunas a través del oído; otras más a través de la lectura de un libro, de una misiva, de un mensaje personal. Han sido palabras iluminadoras, sanadoras; palabras que despiertan bellas emociones; palabras en las que he aprendido a reposar; sabiduría de la cual he abrevado; excelsitud que me ha reforzado para no cejar.
Doy gracias a la vida por todos los instantes felices, pero también doy gracias por los momentos de desazón; aquéllos que han puesto a prueba mi crecimiento; los que han actuado como el fuego sobre el metal para fundirlo y darle forma. No puedo dejar de bendecir a los cielos por aquellos cenagales que probaron mi creatividad y consolidaron mi voluntad. Y porque fue desde ese punto donde aprendí a sentirme afortunada de andar caminos llanos y verdes.
Hoy he charlado con la vida; me ha instruido acerca del valor real del tiempo; me hizo ver que las oportunidades no se presentan dos veces, y que en los atolladeros, cuando la dureza del suelo lacera nuestra carne, no hay más que apretar los dientes, soportar el dolor de la herida, y reiniciar la marcha, con toda la fe puesta en la meta final.
Un nuevo año se presenta como la ocasión para trazar un plan de vida creativo; humano; trascendente, pero sobre todo feliz. Un plan que incluya una dosis de benevolencia hacia mis errores y de tolerancia frente a los de otros; una gran dosis de fe, y sobre todo la voluntad de aprovechar cada día para volar muy alto la cometa de los propios sueños, buscando mantener la cuerda tensa, con el viento siempre a favor.
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