En esta vida, quien tiene un amigo, es muy afortunado. Quien dice tener un montón de verdaderos amigos, es un iluso.
Jack y yo tenemos muchos años de amistad de suerte que, ni la diferencia en edades ni el distanciamiento geográfico de los últimos años, parecen importantes. Nicaragua y México son para nosotros un tablero de ajedrez, gracias a la voluntad de seguir en contacto. Correos electrónicos, y una llamada telefónica ocasional, son suficientes medios para mantener esta fraternidad espiritual tan viva como en un principio. Un tópico que en particular nos une, es el gusto por la literatura. Jack tuvo por cuna la Nicaragua de los grandes poetas; fue arrullado cuando niño por los versos de Rubén Darío. Sus intereses profesionales siguieron la lógica matemática y la administración, pero en su alma siempre ha anidado el verso amoroso, el poema que vuelca las desazones del alma; la sinalefa que canta y llama... De alguna manera ha sabido cultivar ese gusto por las letras que heredó de su cuna, y hasta la actualidad sigue participando activamente en lecturas, talleres de análisis, y de creación literaria.
Durante esta semana pudimos comunicarnos; compartir experiencias de vida comunes, hasta que llegamos a una conclusión salomónica, la vida presenta una continua dialéctica, de manera que para cada quien está lo bueno y lo malo; está lo agradable, pero siempre de la mano de lo desagradable. Ratificamos que el mundo es un foro sobre el cual ir a desempeñar nuestro mejor papel, no importa qué. Así entonces, no es de extrañar que el mismo mundo parezca en ratos un espacio ocioso, a donde nuestro mejor papel parece no hacer ninguna diferencia.
Precisamente vengo llegando de un establecimiento comercial en el cual hube de permanecer buena parte de la mañana; instalada en una cómoda sala de espera di vuelta al material impreso que se encontraba en las mesillas de centro. Como la estancia se prolongaba, terminé enfocando mi mirada hacia un televisor que, desde lo alto, parecía presidir todo lo que allí ocurría, pensé para mis adentros en lo simbólico de su ubicación. Se proyectaba un programa en vivo, con algunos personajes del mundo del espectáculo, pude identificar a Gloria Trevi como invitada, y al Latin Lover como conductor. No entendí totalmente la mecánica del concurso, pero lo que alcancé a ver me dio una sobrada del trasfondo. Por una pasarela desfilaron aproximadamente seis mujeres jóvenes en traje de baño de dos piezas; esta parte del concurso estuvo aceptable, puesto que las chicas tenían buena figura. De allí pasaron a un patio en el cual se hallaba una alberca de material plástico conteniendo agua; las chicas debían tomarse de una cuerda tendida de lado a lado de la alberca, para cruzarla sin mojarse. Por simples leyes de física, al llegar a la porción central de la cuerda, la acción de la gravedad llevaba a las mujeres al filo del agua; la única manera de no tocarla era elevar las extremidades inferiores lo suficiente para hacer un ángulo agudo con respecto al cuerpo, y seguir avanzando, lo que ninguna logró. La última parte que vi fue la más trágica: Las mismas concursantes fueron colocadas en unas tinas de jacuzzi, para contestar algunas preguntas. A cada respuesta errónea recibirían una cubeta de hielos sobre su cabeza. No podría recordar todas las preguntas formuladas, pero sí con algunas de ellas y sus respectivas respuestas, podemos entender mucho:
-¿País que ganó la Copa Mundial que acaba de celebrarse en Alemania? Respuesta: Mmmm.
-¿Capital de Egipto? Respuesta: ¡Arabia!
-¿Emperador azteca al que le quemaron los pies? Respuesta: ¿los pies? Pos (pausa), ¿los pies? No, pos no.
Veía los rostros de las concursantes, y todas lucían felices; respuesta tras respuesta recibieron cubetazos con hielo, pero seguían allí, con gesto de estar viviendo la experiencia de su vida. Y probablemente eso haya sido, para cada una de ellas.
Entonces me vino a la mente mi amigo Jack, y su frustración por no encontrar el mundo con que él sueña, y su desencanto por la falta de interés en cuestiones culturales, y por la pobre convicción de muchos para la superación personal. Entonces pensé para mis adentros el flaco favor que le hacen muchos medios de comunicación al desarrollo intelectual de los pueblos. Y me congratulé por la frase con que habíamos terminado nuestra conversación telefónica Jack y yo, ?el talento es un diez por ciento de genio, y un noventa por ciento de disciplina?. Todo es cuestión de empezar a ejercitar el intelecto, y proponernos altos ideales.
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