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Contraluz / GUERRA EN EL ALMA

Ma. del Carmen Maqueo Garza

Se respira en el aire... No es que los titulares noticiosos estén condicionando el fenómeno; se respira en el aire. Estamos viviendo tiempos que en ratos provocan desánimo para el que lucha por llevar una vida honesta, apegada a derecho. Desde la pequeña escala, hasta los ámbitos internacionales, algo huele mal.

Tomemos un diario cualquiera de la semana que termina: en Internacional se difunden fotografías que dan cuenta de nuevas agresiones de naciones del primer mundo en contra de soldados iraquíes. La crudeza de las imágenes lleva a preguntarnos cuál es la diferencia entre estos actos y los genocidios nazis. En la sección Nacional la noticia es una sola, únicamente cambian las circunstancias: levantones, secuestros, ejecuciones. Y así podemos seguir en una danza de sangre por las páginas de la sección roja, en donde la bestialidad se hace presente de muy diversos modos.

Como en Medicina, las cosas no suceden aisladamente. En nuestra práctica, cuando el paciente presenta dos o tres síntomas al mismo tiempo, habrá que buscar ?y generalmente se encuentra- una causa común; una alteración en el funcionamiento de la célula, deriva en enfermedad. Igual tendríamos que enfocar la vida con su compleja patología social. Detrás de todo lo que está aconteciendo, tiene que haber una alteración en la célula generadora de sociedades: la familia.

El que no tiene, quiere tener por la vía fácil. Vemos al hombre joven deambulando por las calles, sin destino aparente, pidiendo para tener unos pesos. Dentro de sí pareciera haberse apagado todo espíritu de lucha, como un bulbo que se funde y se torna gris e inútil. El que tiene, quiere tener más a toda costa; para ejemplo vaya el caso del profesionista que podría vivir cómodamente de lo que aprendió, pero busca tener más, y se encamina por la vía del dinero fácil. Existen autoridades que, pese a sus sobrados salarios y dietas, no dudan en llevarse a los bolsillos unos buenos fajos de billetes. Está el gobernante descubierto en flagrancia de delito, en el obtuso negocio de la pornografía infantil; primero, se vale de su poder público para azuzar a Lidia Cacho, valiente periodista que lo sacó a la luz pública; luego el personaje se contradice, y ahora notifica que aunque comprueben lo que comprobaren, se niega a dejar el cargo.

Alguna vez aprendí que hay varios tipos de autoridad. Una es la dada por investidura, y otra muy distinta es la autoridad moral. La primera sin la segunda se vuelve cacicazgo; dictadura; imposición bruta a precio de sangre.

Doble cara; doble moral; dobleces en nuestro modo de proceder. ?Haz como digo, no como hago?. Enriquecimientos inexplicables, que finalmente se descubre son de procedencia ilícita por parte de ciudadanos que con todo descaro se dan baños de pureza en la plaza mayor. La verdad absoluta ha quedado en el olvido, y todo es cuestión de verdades relativas, maquilladas, amoldadas a los intereses del momento. Como en el caso del gobernador de Puebla : ?no, no es mi voz; bueno, sí es, pero recortaron y pegaron frases en un montaje artificial. Bueno, si acaso lo dije, no lo dije... Y total, aunque lo haya dicho, no dejaré la Gubernatura?. Perdón por poner Gubernatura con mayúscula, cuando personajes como éste la hacen ver muy pero muy minúscula, dentro de la función pública.

Un origen común ha de tener esta patología social, y habría que asomarnos dentro de las cuatro paredes de los hogares, para investigar dónde falló la conformación del interior de la persona. Habría qué ver en la vida de estos personajes, si algún terrible ejemplo de niños les instó a copiarlo. Si el individuo estuvo tan solo que enfrentó al mundo como una jungla, y arremetió en su contra. Si careció a tal grado de enseñanza por parte de sus mayores que aprendió en las calles, o si estuvo constantemente imbuido por afanes como la riqueza y el poderío, a cualquier precio. Habría que descubrir si estuvo la mano solícita de la madre para acariciar, para curar, para enmendar. Habrá que ver si aparte de pan para el cuerpo, se proveyó alimento nutritivo para el alma.

Policía; policía que vigila a la policía; súper-policía que vigila a la policía que vigila a la policía. Candados, blindajes, escudos... Así podremos amurallarnos uno a uno como torreones mudos y aislados, en tanto no encontremos la causa de nuestros males en la célula primigenia, poco se habrá logrado.

Hay guerra en el alma: ?amar es combatir?, diría Octavio Paz, ?amar es combatir?.

maqueo33@yahoo.com.mx

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