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Contraluz / JUEGOS O ESPERANZAS

Ma. del Carmen Maqueo Garza

En días pasados me eché un clavado a las obras de Borges, el gran prosista argentino del siglo veinte, aquél que habiendo perdido la vista de sus ojos, comenzó a ver con el alma, y escribió entonces sus más bellas obras. Hablando sobre la eternidad, se refiere a ésta como ?un juego o una fatigada esperanza?.

En estos tiempos de agitación, a ratos sentimos que nos hallamos en el ojo del huracán; ello vuelve obligada una pausa para la reflexión personal. Habrá quién escuche a su interior y la acoja; habrá quién la desestime y siga adelante en su camino, ensoberbecido, sintiéndose por encima del resto de las criaturas del Universo.

Para quien sí tiene la capacidad de ver más allá de su propia nariz, es evidente que en todo género de publicaciones, se cuela una misma frase: ?¿Qué estás haciendo con tu vida? ¿Estás consciente de la necesidad de vivirla con sentido y trascendencia??.

?La eternidad? ?parafrasea Borges a Platón, es una imagen hecha con sustancia de tiempo. Cuestión que ?en mi modesta opinión- solemos desestimar en la época actual. Vivimos una especie de espejismo de eternidad, mediante el cual tenemos la falsa percepción de que habrá tiempo para todo; postergamos planes; desatendemos proyectos; diferimos metas, considerando que mañana, o la próxima semana, o el año que viene, podremos comenzar a trabajar en ello.

?Un juego o una fatigada esperanza?: La globalización nos va envolviendo con sus mensajes universales, quisiera enajenarnos dentro de su corriente de materialismo al absurdo. El ambiente se satura de estos valores que ?para estar en la moda- parecen hologramas: bellos, intangibles, pero sólo ilusión. Vemos cómo las estrellas de cine nos presentan cuestiones trascendentales, tales como la llegada de un hijo, de maneras poco serias. Como los candidatos de uno y otro partido dejan ver una doble moral, pero insisten en convencer con discursos atronadores. Vemos la forma cómo el sistema persigue al pez chiquito, mientras el grande se le escapa, y asombrosamente, no lo ve. En el curso de esta semana se reportó Napoleón Gómez Urrutia desde el extranjero, para atender una entrevista radiofónica. Desde ayer lo buscan afanosamente en cuatro estados de la República... ¿A qué estamos jugando, pregunto?...

Y así, en este tenor, nos encontramos individuos mezquinos, que viven para ellos mismos; que actuarán, o harán como que actúan, en la medida en que ello les retribuya en comodidad, o en bienes materiales. El servicio a los demás es una estupidez para enanos mentales, según su particular modo de proceder.

Por desgracia, como consecuencia de esta corriente materialista con que estrenamos milenio, ha habido un divorcio entre los ideales del espíritu, y los beneficios para el bolsillo. Hasta hace poco tiempo, se pugnaba por hacer bien las cosas, y esperar la justa retribución por el trabajo. En la actualidad muchos parecen actuar impelidos por la ley del menor esfuerzo; tratando de hacer lo menos, y sacar el mayor provecho posible de una situación laboral dada.

Si retomamos las palabras de Borges, hallaremos la suficiente motivación para escribir cada día, las páginas de nuestra propia eternidad. Verla como un objetivo lo suficientemente poderoso, como para poner todo nuestro amor y todo nuestro empeño a cada una de las pequeñas cosas que tenemos que hacer cada día. No esperando que alguien las reconozca, las aplauda o las premie... La única y verdadera recompensa, es la serenidad que da, al final del día, el cumplimiento del deber. Que no haya cosas pendientes, cabos sueltos, obras a medias. Que no tiña el desánimo nuestros actos, y que terminemos de escribir esa página, de ese día, con el ánimo de convertirla en un legado de amor al trabajo y a la vida, para nuestros hijos. Que se sientan orgullosos de saber que su padre, o su madre, lejos de escatimar deberes, tuvo la entereza de avanzar por encima de las circunstancias, para escribir su propia historia. Supo hacer del diario vivir un arte, hasta alcanzar la maestría como ser humano.

Antes de cerrar, unas palabras de Michener: ?El maestro en el arte de vivir hace pocas distinciones entre su trabajo y su juego; su labor y su ocio; su mente y su cuerpo; su información y su esparcimiento; su vida y su religión. Apenas sabe distinguir entre unas y otras. Simplemente persigue su imagen de la excelencia en todo lo que hace, dejando que los demás decidan si trabaja o juega. Para sí mismo, siempre hace ambas cosas?.

...Afortunados los hijos de estos hombres, porque heredarán la Tierra.

maqueo33@yahoo.com.mx

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