Nuestro asombro no tiene fin; cada día nos topamos con nuevos hechos que no en vano llevan a los profetas de la catástrofe a presagiar lo peor.
A donde quiera que miremos, los medios de comunicación nos saturan con imágenes; dichos; hechos; hallazgos. El hombre es presentado en sus facetas más escatológicas, lo que nos pone a temblar.
Nos hablan de una infiltración pavorosa del consumo y tráfico de enervantes. De grupos paramilitares que defienden a estas mafias siniestras.
Hablan de maestros que son asesinados sin piedad por el delito de dar clases. Grupos humanos que actúan como enajenados ante la menor provocación. Grandes escándalos de abuso sexual, muchos de ellos al interior de la iglesia. Y detrás de todo ello, poderosos intereses económicos; corrupción y desmedida ambición material.
Luego volteamos en derredor a ver el escenario en el cual se desenvuelve nuestra vida diaria, y sentimos que no todo está perdido, como parecen presentarlo unos y otros medios. Efectivamente, de alguna manera nos impactan las noticias, y nos tornamos recelosos hacia el vecino, frente a quien nos aborda en la calle. Verificamos dos veces haber asegurado la cerradura de nuestra casa, y no fácilmente nos abrimos a nuevos esquemas de convivencia.
Sin embargo es el mundo en el cual nos está tocando vivir, y de alguna manera tenemos que seguir adelante, cautelosos sí, pero lo suficientemente inteligentes para no arrellanarnos en el nicho de nuestros temores, hasta quedar paralizados.
No sé tú, pero yo procuro menos las notas que hablan del lado oscuro del hombre, y abro más mi ventana para ver el lado claro de mis hermanos.
...Escucho menos el rumor destructor, la palabra ociosa, y pongo más atención a los trinos mañaneros de los gorriones.
No sé tú, pero yo me embeleso frente a un juego de niños, me impregno de sus miradas, nado en sus risas cantarinas, y me convenzo de que Dios no nos ha abandonado.
...Volteo al cielo de media mañana y me maravillo con los algodones constantemente cambiantes que nos dan techo. ¡Y qué decir de los tonos del ocaso, ámbar, escarlata, y plateado, que se convierten en un regalo para la esperanza!
No sé tú, pero yo cuento mis bendiciones cada mañana, y las recuento al atardecer. Tener vida y salud; Una familia amorosa para la cual soy importante, en justicia. ¿Qué más puedo pedir?
...El mayor gozo es convivir con mis hijos, ir siguiendo paso a paso el desarrollo de la una y del otro. Echarme un clavado en sus sueños cuando su plática me invita a hacerlo; ver la vida desde el punto de vista de cada cual.
No sé tú, pero yo soy feliz de saber que tengo un par de amigos que son poco más que hermanos, que están allí en los momentos gratos, pero con más seguridad están en las horas difíciles, cuando tantos otros no te conocen.
...De igual modo doy gracias a la vida por aquéllos que me critican y se burlan de mí; me señalan con claridad mis fallos, y aprendo grandes lecciones.
No sé tú, pero yo pongo más empeño en lecturas que hablen del ser humano en plenitud; lecciones que me convenzan de que nuestro mundo es un sitio que vale la pena cuidar, y que es responsabilidad de todos hacerlo.
...Evito, en cambio, las temáticas de odio; venganza; sexualidad barata, y apariencias sin sentido, que para nada me hacen mejor persona al consumirlas.
No sé tú, pero yo no estoy dispuesta a cejar mi empeño por hablar a favor de la vida, del respeto y de la espiritualidad. Aún cuando parezca como el salmón que nada en contra de la corriente, el cual antes muere que desistir.
...Dar un testimonio convincente de que este mundo es la plataforma para nuestro mejor despegue, y que la altura de nuestro vuelo está fijada tan sólo por nuestra talla de soñadores.
No sé tú, pero yo seguiré adelante, como diría Teresa de Calcuta, corriendo, y si no puedo correr, caminando, o con bastón, o en rastras, pero la cosa es no dejar de andar.
Se han puesto de moda los anteojos oscuros para ver un mundo en picada. Todavía hay quien vende anteojos de luz; claro, hay que buscarlos entre los niños; en los cofres de los ancianos; en los empolvados estantes de una biblioteca. Búscalos temprano por la mañana, cuando el silencio límpido invita a creer; encuéntralos en una noche otoñal de luna, cuando los susurros de los enamorados nos convencen de que la vida sigue, pese a la tormenta.
maqueo@yahoo.com.mx