Nosotros Las palabras tienen la palabra VIBREMOS POSITIVO Eventos

Contraluz / SILENCIOS QUE MATAN

Ma. Del Carmen Maqueo Garza

Jesús Blancornelas, valiente periodista y escritor, avecindado en la ciudad fronteriza de Tijuana se nos adelantó en el camino. En este caso no fueron las balas, que en más de una ocasión buscaron acabar con su existencia; esta vez su férrea voluntad vino a sucumbir ante el enemigo que tantas veces llevamos dormido dentro, el cáncer. Descanse en paz un hombre íntegro, profesional ejemplar.

En días pasados platicaba con el Dr. Carlos Bravo Matus, compañero de quehaceres pediátricos y periodísticos quien radica en la ciudad de Xalapa; compartíamos el modo como cada uno se echó un brinco de la práctica médica al periodismo, y los tópicos que despiertan la palabra escrita. Él en la línea política, yo en lo social, fundamentalmente los hechos que atañen a nuestros menores me tocan la fibra más sensible.

Sucedió esta semana, con el caso del joven egresado de un colegio en Emsdetten, Alemania, quien arremetió contra alumnos y maestros del plantel, para luego suicidarse. De acuerdo al noticiero SPIEGEL ON LINE, el multihomicida publicó en su espacio personal en Internet el motivo: ?Ich verabscheue Menschen? (Aborrezco a los hombres), ?Ich bin weg? (Estoy perdido). Nos ha tocado vivir en un mundo generador de grandes problemas sociales; sus cambiantes estructuras, la inestabilidad de sus instituciones, la contaminación del espíritu de nuestros jóvenes con toneladas de información ?chatarra? que vuelcan los medios de comunicación sobre ellos, hasta casi asfixiarlos...

De hecho, a la par de los problemas sociales, emergen de la nada libros, manuales y cursos para resolver esos problemas; la maravilla tecnológica los cuece a toda velocidad. El padre desesperado acude al autoservicio a buscar una prescripción de emergencia para el alma; se receta el mejor libro en una noche, y amanece albergando la ilusión de que en seis u ocho horas ha aprendido las lecciones que descuidó durante largo tiempo...

Yo miro a muchos de nuestros jóvenes, y entiendo que la distancia entre su ser interno y el estante donde se encuentra el libro que dice cómo ayudarlo, es insalvable. Que el espacio entre sus angustias vitales y las palabras sanadoras del ministro religioso, o del orientador se mide en años luz, porque no hay una fuerza que lo persuada de ir hacia ese consejo, hacia esa sanación. Su estado actual es producto de omisiones de años en su formación, no de un ratito; son actitudes que vienen fraguando con el tiempo. Sucede lo que con una pieza de barro en el horno, adquiere su macicez lentamente, y si queremos a estas alturas rehacerla, sólo vamos a conseguir fracturarla, fracturarla irremediablemente.

El mayor mal emocional de nuestros chicos es la soledad; una soledad que ellos en su dolor disfrazan, parapetan, anestesian... pero que nunca deja de punzar. Es el chico de quince o dieciséis que se alcoholiza para no sentir; es la jovencita que se pierde en la promiscuidad del anonimato para no hallarse frente a sus propios sentimientos. Es la púber que en su primer año de estar menstruando anda con los apuros de un retraso, y el riesgo grave que un embarazo a esta corta edad implica.

No son chicos y chicas de un lugar lejano, o de las grandes urbes, o de países de avanzada... Son jóvenes de secundaria y preparatoria de cualquier provincia mexicana, son historias de vida que de alguna manera me ha tocado conocer; he rozado muy de cerca su dolor; he percibido su desazón, y he visualizado los muros del silencio con los que se topan en la búsqueda de ellos mismos. Los chicos que vienen creciendo tantas veces por su cuenta, como botones silvestres que aprenden a librar los embates externos conforme éstos les caen encima y amenazan con arrancarlos del suelo. Pasa una de dos, o se fortalecen con los propios recursos, aún a costa de su integridad como personas, o sucumben ante ellos, como este chico alemán, y tantos otros.

Silencios que matan: Los que en este momento comienza a generar nuestra agitación de adultos que nunca tienen tiempo; los que ahora son escollos que se enmiendan con pequeños remedios, y que a la vuelta del tiempo llegan a ser insalvables.

?Aborrezco a los hombres?. ?Estoy perdido?. El grito que cruza los siete mares para entrar por tu ventana, por la mía; para despabilarnos de nuestra molicie, cimbrarnos, y ponernos a trabajar. Para que mañana, como un Blacornelas, podamos decirle a la vida: ?He cumplido?, y partir tranquilos, sin polvo en nuestros pies.

maqueo33@yahoo.com.mx

Leer más de Nosotros

Escrito en:

Comentar esta noticia -

Noticias relacionadas

Siglo Plus

+ Más leídas de Nosotros

LECTURAS ANTERIORES

Fotografías más vistas

Videos más vistos semana

Clasificados

ID: 247896

elsiglo.mx