México es un país de contrastes. Así mientras los mineros ganan apenas lo necesario para vivir, su líder Napoleón Gómez Urrutia tiene un saldo de 6.6 millones de dólares en 40 cuentas bancarias distribuidas en siete países.
Este enriquecimiento ya de por sí indignante, genera particularmente rabia tras la tragedia ocurrida en San Juan de Sabinas, Coahuila, el pasado 19 de febrero donde perdieron la vida 65 mineros. A casi dos meses del percance, son muchas las explicaciones que debe el Gobierno Federal a los familiares de los obreros muertos.
Este silencio originó que ayer aproximadamente 300 personas participarán en la jornada de peregrinación, ayuno y oración en solidaridad con las familias de los carboneros de la mina Pasta de Conchos, que reclaman se aceleren los trabajos para la recuperación de los cuerpos de los 65 obreros muertos. El obispo emérito de San Cristóbal de las Casas, Chiapas, Samuel Ruiz, y el obispo de la diócesis de Saltillo, Raúl Vera López, encabezaron la movilización.
En la también llamada Caravana por la Vida, los participantes han denunciado la manipulación y engaño del que han sido víctimas los deudos de los trabajadores por parte de los dueños de la empresa Industrial Minera México, el Sindicato Nacional de Mineros y la Secretaría del Trabajo y Previsión Social.
De esta forma mientras el líder de los mineros Napoleón Gómez Urrutia, gasta su dinero en la adquisición de costosas obras de arte, los familiares de los obreros muertos mantienen su lucha por al menos rescatar los cuerpos de sus seres queridos.
El silencio ha sido la estrategia adoptada por el sindicato minero, así como por el Gobierno Federal, para no dar explicaciones. Pareciera que un país donde no existe memoria, la apuesta de las autoridades sea que la tragedia en Pasta de Conchos pronto se olvide.
