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Convicción y conveniencia

Javier Fuentes de la Peña

“Convicción”. ¿Qué es esto? Puede parecer que cualquiera sabe el significado de dicha palabra, pero no es así pues los políticos mexicanos desconocen lo que es estar comprometido con una ideología y luchar por ella.

La vida del político es muy difícil y, a la vez, muy fácil. Es sencilla porque en sólo seis años pueden asegurar el sustento vitalicio para su familia. Mientras un ciudadano común y corriente debe trabajar hasta una edad muy avanzada para poder llevar una vida con algunas comodidades, a un servidor público deshonesto le bastan unos años para rodearse de lujos.

Pero ser político tiene también su lado complicado y más aún cuando deciden ser honestos. Los buenos políticos, porque también los hay, aprovechan sus cargos para ejercer su vocación de servir a los demás. Sin embargo, este tipo de funcionarios no suele tener mucha suerte y su carrera se ve truncada porque tarde o temprano se convierten en un estorbo para aquellos que ven a la política como un medio de poder y de enriquecimiento por medio de las prácticas más viles.

Los mexicanos conocemos a muchos políticos millonarios y lo raro es que ni el mismo presidente de la República podría amasar una fortuna si tuviera como único ingreso su salario. Pero la mayoría de los funcionarios públicos busca ordeñar al máximo nuestros recursos, ya sea de manera legal o echando mano de sus herramientas delictivas. Además de obtener bonos especiales, prestaciones envidiables y viáticos con el menor pretexto, muchos funcionarios indignos de nuestra confianza aprovechan su posición para beneficiarse con jugosos negocios que acaban enriqueciéndolos.

Hablando de políticos con mucho dinero y muy poca convicción, es pertinente mencionar a Raúl Sifuentes Guerrero. Muy grande debe haber sido la herida causada por fracasar en sus aspiraciones al interior del PRI, pues de otra manera no puede explicarse su decisión de formar parte y promover las Redes Ciudadanas para apoyar a Andrés Manuel López Obrador.

¿Qué motivó al ex secretario de Gobierno a traicionar los principios priistas y apoyar ahora a un gallo de corral ajeno? Una sola razón: el poder. Consciente que su capital político está prácticamente agotado, busca ahora cobijarse en la sombra de un candidato con claras oportunidades para convertirse en el presidente de la República. Si dicho triunfo llegara a presentarse (escribo esto con los ojos cerrados por lo difícil que me resulta imaginar el triunfo del perredista) seguramente Sifuentes podría obtener un nombramiento y así mantenerse vivo en el panorama político.

Gracias a Dios no se cumplieron los sueños de Sifuentes de convertirse en nuestro gobernador. Muy peligrosas son las personas que en lugar de actuar por convicción, actúan por conveniencia. Movido por la veleta voluble de la política, resulta increíble que el lagunero deje detrás 32 años de militancia priista para optar por una opción completamente opuesta a la que representa su partido.

Cada quien puede apoyar a quien quiera, en eso consiste la democracia. Sin embargo, el apoyo de Sifuentes al candidato perredista nace más bien del oportunismo y no de una sincera simpatía hacia el tabasqueño.

Nada tiene que ofrecer el ex secretario de Gobierno a los perredistas. Aquellos 147 mil supuestos simpatizantes de su candidatura, son más falsos incluso que las promesas de López Obrador.

Pero después de todo, me tranquiliza la decisión de Sifuentes de trabajar para lograr votos a favor de “El Peje”. De ninguna manera quiero como presidente a un populista anacrónico, pero si Raúl Sifuentes impulsa su candidatura, eso es una garantía de que en lugar de sumar simpatizantes en Coahuila, perderá poco a poco a los que ya estaban convencidos en apoyar al tabasqueño.

javier_fuentes@hotmail.com

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