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Corrupción cínica

Juan de la Borbolla R.

No es desusado que en muchos ambientes se justifique como mal menor la corrupción con argumentos como estos: ¿qué resulta menos peor; un gobernante eficiente pero corrupto u otro que por no aplicar acciones o medidas poco éticas, no puedan llegar a conseguir objetivos políticos deseables, cayéndoles además el mote de ineptos o imbéciles?

Esa supuesta disyuntiva en nuestro medio se ha justificado en frases como las siguientes: “efectivamente tal o cual político fue muy ladrón pero hizo que algunos también ganáramos mucho dinero”; o aquélla muy repetida por Carlos Hank: “un político pobre, es un pobre político” y por último aquellas otras de César Garizurieta: “vivir fuera del presupuesto es vivir en el error” o “más vale dentro aunque sea fuera”, pronunciada cuando se le envió de embajador a Costa Rica.

La revolución institucionalizada por Plutarco Elías Calles en 1928 se justificó en el hecho de que tanto derramamiento de sangre habido desde 1910, tenía que acabar y por ende a la revolución había que bajarla del caballo e institucionalizarla para que las controversias ya no se dirimiesen a balazos sino mediante procesos políticos más bien maquiavélicos, en los que la regla mágica: la única no puesta en duda era la de la lealtad y disciplina al sistema: todo lo demás era perdonable; aun el robo, la corrupción, etc.

Así es que, como en una feria, la revolución institucionalizada por Calles hizo a sus participantes descender de los “caballitos” y los pasó a la “rueda de la fortuna”, donde los asistentes sabían que de repente se puede estar arriba y en otros momentos deben estar abajo.

Lo importante es ser leales y disciplinados para no bajarse de ese juego, puesto que ya llegará el momento, si supieron ser pacientes, en que la rueda de la fortuna los volverá a colocar en lo alto.

Ese hacerse de la vista gorda frente a hechos concretos como son: el enriquecimiento inexplicable, el manejo discrecional del presupuesto, el uso de las facultades extraconstitucionales para la creación de partidas que no deben ser analizadas y controladas por los otros Poderes de la Unión, incluidas algunas que involucran endeudamientos externos o internos, devaluaciones por la irresponsabilidad de poner a funcionar la imprenta que fabrica billetes a todas horas etc.

Ese hacerse de la vista gorda justificando con ello mantener la paz pública y la estabilidad política económica y social es lo que nos ha llevado a la gravísima situación que enfrenta nuestra patria donde la corrupción resulta difícil desterrarla, dado que encuentra raíces muy profundas en muchos ambientes nacionales entre otras cosas porque la impunidad de los corruptos se convierte en el mejor negocio al que se puede aspirar.

México es un país realmente rico; con una población que mantiene un potencial de virtudes y esperanzas envidiadas por otros países, pero al mismo tiempo con reiteradas actitudes de manipulación social y educativa que provocan que cierto caciquismo político y económico siga imponiéndose inhibiendo el pleno desarrollo al que esta nación podría aspirar legítimamente.

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