Tokio, (EFE).- Un año más, la costumbre que obliga a las mujeres niponas a regalar chocolate a sus novios, jefes y colegas laborales por San Valentin se ha impuesto, aunque con mayores recelos que nunca y augurando una futura rebelión dulce en Japón.
El 14 de febrero es un día esperado por los hombres en Japón, pues quien más y quien menos tiene una compañera o subordinada en el trabajo que hoy se desvivirá para hacerles llegar su "aprecio" en forma de bombones, pastelitos o caramelos de chocolate.
Se trata del "guiri-choco", el "chocolate por compromiso" que se entrega en esta celebración importada desde Occidente y que muestra el amor sobrehumano de los japoneses por el consumismo, venga de donde venga y aunque suponga una dolorosa experiencia para los bolsillos, en este caso los femeninos.
Estos días podían verse en cualquiera de los grandes almacenes de Tokio departamentos especiales para la venta de chocolate, en torno a los que se formaban colas interminables de señoras y señoritas.
Sólo por el semblante mostrado durante la compra y el dinero gastado se podía adivinar con seguridad si el destinatario de los bombones o chocolatinas era el jefe avinagrado, el colega cotilla y chivato, el recién adquirido novio o el marido aburrido cuyos únicos intereses pasan por el sake, el sumo, el béisbol e internet.
El año pasado, las mujeres japonesas se gastaron en los "guiri-chocos" de San Valentín cerca de 53 mil millones de yenes, esto es, unos 450 millones de dólares, el doble que en 1980.
En otra muestra de este desagrado creciente a regalar chocolate a hombres de los que pocas prebendas se pueden recibir, las mujeres niponas están orientando sus ansias consumistas por otras vertientes.
Por ejemplo, este año se han hecho famosas las escuelas para preparar regalos de chocolate de San Valentín destinados a mascotas, especialmente perros, con pasteles que hacen furor sobre todo en las sufridas amas de casa, que ya esperan más atención de sus peludos amigos que de sus maridos.
Los pasteles tienen forma de hueso, miden entre 15 y 10 centímetros y llevan un mensaje de amor que ya quisieran muchos cónyuges.